EN CORTO
José Luis Avendaño C.
Nueva era
No fue el fin del mundo, pero sí es un cambio de era, que se mira como una regresión o, mejor dicho, una restauración, con un PRI, que después de una larga estancia como partido en el poder (1929-2000), está de regreso. Muchos pensamos que nunca se fue y que, como en la fábula de Monterroso, siempre estuvo aquí.
Mantuvo el PRI su estructura y hegemonía,
a través de más de la mitad de los gobiernos estatales, que se refleja,
hoy, con su dirigencia nacional y la composición del gabinete. Pero,
sobre todo, hubo una continuidad de la política económica, mejor dicho, del modelo económico neoliberal excluyente, implantado desde diciembre de 1982, y que, cual moneda de cambio, significó no sólo la desnacionalización de muchos sectores de la economía, sino la privatización del
Estado.
Del antiguo Estado de la Revolución,
que se elevaba por encima de las principales clases sociales, al menos
en la teoría, y era el rector de la economía, se pasó a un Estado que abdica de sus funciones y las deja en manos del mercado. La noción de Estado mínimo se reduce a una política asistencialista que no disminuye el número de pobres ni disminuye la desigualdad.
Un solo dato, para que se aprecie el tamaño de la devastación: según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, en
1990, los salarios representaron 36.6 por ciento del Producto Interno
Bruto (PIB); hoy, en 2012, 22.6 por ciento; es, decir, en los últimos 23
años, los salarios han perdido más de la tercera parte de su
participación dentro del PIB.
Habrá
habido un relevo sexenal, una alternancia política del PAN al PRI (la
superestructura), pero sigue intacto el modelo económico (la
estructura). En consecuencia, no se espera mayor cambio. Por lo tanto,
seguirá un crecimiento errático.
Súper secretaría
Con la reforma administrativa,
la Secretaría de Gobernación absorbió las funciones de la Secretaría de
Seguridad Pública (SSP). Un doble fracaso de la policía, no obstante el
protagonismo de su último titular, pues se le quitó el mando de
la lucha contra el crimen organizado, para dárselo a las fuerzas
armadas, para, finalmente, desaparecer como institución autónoma. Pero,
con ello, la SG quedó convertida en una súper secretaría, pues a sus funciones políticas se agrega las policiacas.
Al margen de conjeturas, esa decisión de concentrar funciones de seguridad nacional y seguridad pública, se ve reflejado en el presupuesto, pues destinará más de las tres cuartas partes de su gasto, el 76 por ciento, a tareas policiacas, con el fin, se dice, de fortalecer la seguridad y combatir la delincuencia (La Jornada, 19-12-2012). Policía política o política policiaca.
Inseguridad laboral
La
inseguridad no es únicamente física, por la violencia campante. Es,
también, por la aplicación puntual de un modelo económico que devasta y
erosiona empleos y salarios. El Centro de Análisis Multidisciplinario
(CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM ofrece un corte de caja del sexenio que terminó, de la docena trágica panista y de tres décadas del modelo neoliberal:
sólo durante la administración de Felipe Calderón (2006-2012), el
salario mínimo diario acumuló un rezago de 47 años, y para que
recuperara su poder de compra –con precios
congelados de la Canasta Alimentaria Recomendable, que comprende 40
alimentos— tendrían que pasar 49 años, de aquí al año 2061, esto es, 10
generaciones (Carlos Fernández-Vega, México SA, La Jornada, 24-12-2012).
El
mismo columnista nos informa, dos días después, que, según la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), México se encuentra a la cola de América Latina, y concluye: “Gobierno
tras gobierno, en el balance de las tres últimas décadas, se reportan
peores resultados, similares al conteo boxístico por knockout:
con Miguel de la Madrid, la tasa anual promedio de crecimiento
económico fue de 0.34 por ciento; con Salinas se registró un repunte a
3.9 por ciento anual, que, según él, nos llevaría al primer mundo; llegó
Zedillo y tal proporción se redujo a 3.5, para caer a 2.3 por ciento
con Vicente Fox y rozar el
suelo con el 1.8 por ciento logrado por Felipe Calderón, sin duda el
peor en muchos años. Así, en esos 30 años la economía mexicana creció
a un ritmo tres veces menor al que el país necesitaba como mínimo para
salir adelante”.
Excluidos
En el sexenio calderonista hubo, oficialmente, 25 mil 276 desaparecidos, que no se sabe si están vivos o muertos,
de los cuales, a la cabeza están mil 746 estudiantes contra 466
comerciantes y empresarios, y 64 policías y agentes. En el mismo
periodo, hubo 101 mil personas asesinadas, “casi un Estadio Azteca con
cupo lleno”. Además, “el asesinato es la segunda causa de muerte entre
los jóvenes mexicanos” de entre 24 a 35 años; “las sombras y los trazos
de quienes fueron excluidos de la escuela, del empleo, y finalmente de la vida” (Anabel Hernández y Marcela Turati, Proceso, del 30 de
diciembre de 2012).
La desigualdad, conspiradora
“No
podemos seguir siendo la región más desigual del planeta”, advirtió
Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, adscrita a la
Organización de las Naciones Unidas, que tiene su sede en Santiago de
Chile. “La desigualdad conspira contra la democracia, contra la empresa,
contra el mercado, contra todo”.
Por eso, no duda en decir que “el gran desafío que tiene América Latina es la desigualdad”. Y la forma de enfrentar este desafío es
“con un cambio de estructura productiva, que no flexibilice a los
trabajadores, que no sacrifique a los trabajadores ni a los recursos
naturales, sino que se base en lo que nosotros llamamos competitividad genuina”.
Recordó
que, a pesar de la reducción de los niveles de la pobreza, en la región
todavía hay 157 millones de pobres, y que la propuesta es, por ejemplo,
que “las ganancias extraordinarias de la exportación de materias
primas se inviertan en educación, innovación, ciencia, tecnología”. El
dilema está “en cómo nos apropiamos de mayor conocimiento, cómo logramos
que la prosperidad sea compartida”, pues “ lo que no podemos permitir
es que siga habiendo tanta acumulación de riqueza en pocas manos”.
Bárcena,
de nacionalidad mexicana, subrayó que uno de los mecanismos de
redistribución de la riqueza es la política fiscal progresiva, “de forma
que el que “el que más tiene pague más impuestos” (El Financiero, 24-12-2012).
A principios del siglo XIX, Humboldt observó que México (aún la Nueva España) era el país de la desigualdad. Por eso, en Los Sentimientos de la Nación, Morelos habló de moderar la indigencia y la opulencia. Dos siglos después, las cosas no han cambiado mucho, al menos en la cuestión de los salarios:
Salario
mensual de cada uno de los seis millones 700 mil trabajadores que
perciben el salario mínimo: mil 942 pesos; salario mensual de cada uno
de los 500 diputados federales: 178 mil 378 pesos.
Salud y salarios en EU
El asunto del precipicio fiscal debe
zanjarse para el 31 de diciembre. Mientras tanto, trascienden cifras
que nos hablan de los costos en salud. El título de una nota firmada por
Sarah Kliff lo dice todo: “¿Gana un salario promedio? Cubrir su gasto
en salud le costará 58 días de sus jornadas de trabajo.
Casi
dos meses con jornadas de ocho horas (en 1958, representó 14.8 días).
En cambio, resulta más barato adquirir una lavadora o una secadora,
gracias a la tecnología. Ello se debe a que hoy el estadunidense no paga
directamente el costo en salud: apenas pagaron el tres por ciento del
costo hospitalario en 2010, contra el 21 por ciento que pagaron en 1958.
El dinero que ahorran les sirve para adquirir lavadoras, secadoras y i
pods (The Washington Post, 24-12-2012).
Biblia y violencia
La
psicóloga Valerie Tarico se pregunta si la Biblia hace a los
estadunidenses más violentos. Pueden tener reservas respecto al sexo,
pero cuando se trata de la violencia es algo natural, como el abuso
infantil o el maltrato a las mujeres. La violencia la
viven todos los días, como una nación que está en constante guerra en
alguna parte del mundo, y que se encuentra en la más inocente
caricatura.
En
la clasificación de las películas, los niños y jóvenes no pueden ver
escenas de sexo explícito, pero sí les está permitido recrearse con
escenas de violencia explícita. En la mayoría de las películas, se
muestra que las peleas son la manera natural de resolver cualquier
conflicto, y donde las armas son un objeto de uso común de los
protagonistas. Hoy, a la edad de 11 años, un típico niño estadunidense ha visto por televisión casi ocho mil asesinatos.
Originalmente Yaveh es un dios de la guerra. En la Biblia, los hombres compiten por
el control de territorios y mujeres, por lo que los códigos sobre la
sexualidad y la blasfemia son más estrictos que los tienen que ver con
la violencia. A través de sus historias o mitos, allí se contabilizan
cerca de 25 millones de muertes violentas.
Como los antiguos israelitas, los estadunidenses se ven como pacificadores y, a través del cine, crean estereotipos como Rambo. “La violencia es nuestro mayor producto de exportación”, con películas y series de televisión, señala Tarico. Y la violencia es un signo de masculinidad
que, según el Diccionario Oxford, se demuestra “a través dominio sobre
la mujer”. Aunque la mayoría de la gente no llegue a matar en su vida,
la violencia se halla latente y posee muchas expresiones (Alter Net, 27-12-2012).
Reflexión navideña
“Me
da tristeza que las instituciones no hayan hecho nada para formar seres
humanos: le reclamo al PRI, que estuvo tanto años en el poder y no hizo
nada para formar personas; le reclamo al PAN, porque a pesar de ser tan
católicos, no hicieron un México más humano; le reclamo a todos los
partidos que se han corrompido, pero le reclamo también a la Iglesia
católica, con todo y que es una institución con autoridad moral, no fue
capaz de formar personas, ¡porque no me digan que los judiciales y los
militares que han desertado del ejército para entrar en el crimen no son
católicos! ¡Que no me digan que las personas del capital financiero,
empezando por Carlos Slim, no son católicas! ¿Cómo pueden hacer lo que hacen
siendo católicos? Porque los han engañado, les dijeron
que la fe es la religión, la fe es seguir a Jesús. Pero ellos hacen lo
que hacen, van a misa, reciben su bendición bien tranquilitos de un
obispo y hasta le dan su limosnita”.
Quien dice lo anterior, es el padre Alejandro Solalinde, fundador del albergue para migrantes Hermanos del camino, en declaraciones a la revista Playboy, de diciembre de 2012.
Del fuego al fuego
Así titula Eduardo Galeano este episodio de incomprensión e intolerancia, que relata en Los hijos de los días, y que fecha un 2 de enero:
“En este día de 1492 cayó Granada, y con ella cayó la España musulmana.
“Victoria
de la Santa Inquisición: Granada había sido el último reino español
donde las mezquitas, las iglesias y las sinagogas podían ser buenas
vecinas.
“En el mismo año comenzó la conquista de América, cuando América era un misterio sin nombre todavía.
“Y
en los años siguientes, en hogueras distantes, el mismo fuego quemó los
libros musulmanes, los libros hebreos y los libros indígenas.
“El fuego era el destino de las palabras que en el Infierno nacían”.
¿Escuchan?
Después de 30 años, se insiste en el mismo discurso –monocorde, desde el poder— y en transitar el mismo camino de exclusión y despojo, cuando hay otros caminos, otras voces,
parece decir John Saxe-Fernández, del Centro de Investigaciones
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, en su
artículo: Derrumbe, clase e imperialismo (La Jornada, 27-12-2012):
“Los PAE (Programas de Ajuste Estructural) no están diseñados para generar empleo y estabilidad aquí. Destruyen encadenamientos productivos
(en petroquímica, acero, ferrocarriles, astilleros, bienes de capital,
etcétera), auspician la explotación de la mano de obra, ensamblando,
maquilando (automotriz, y electrónica transnacionales), precarizan el trabajo, imponen topes salariales, aumentos en la canasta básica por la vía de gasolinazos, (parte de la mencionada condicionalidad). Peor, juegan con el hambre del pueblo
destinando raquíticos recursos públicos al campo, promoviendo vacíos de
Estado y una informalidad económica” que coloca al crimen organizado,
al narcotráfico, entre los
pocos instrumentos de movilidad social disponibles a los centenares de
miles que cada año exigen una plaza decente. Este siniestro diseño, vigente por tres décadas, es el problema eje de seguridad nacional,
máxime cuando la válvula de escape, la migración, se cierra más ante
una crisis y grave desempleo en Estados Unidos, que van para largo.
“De cara a un calentamiento global que ya gesta estrés hídrico y alimentario,
procede un gran apoyo a la agricultura campesina e indígena, acatar los
Acuerdos de San Andrés, fortalecer el mercado interno, la industria
nacional y reflexionar lo dicho por el subcomandante Marcos ante 40 mil
zapatistas que marcharon en absoluto silencio el 21 de diciembre: ¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro, resurgiendo...”
A
manera de mensaje de Año Nuevo, después de 19 años de la insurgencia
del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), el 1 de enero de
1994, cuando se inició el Tratado de Libre Comercio de América del Norte
(TLCAN), que excluyó la mercancía fuerza de trabajo.