Desfiladero
Alerta: Juanito corre un grave peligro
Jaime Avilés
Todo empieza a encajar dentro de un esquema bien claro: el falso pero muy publicitado secuestro de un avión de Aeroméxico a cargo de un fanático predictor de sismos; la balacera en el Metro capitalino protagonizada por un enemigo del calentamiento global; los minibombazos contra sucursales bancarias de esta gran ciudad, reivindicados ayer por una tal Alianza Subversiva por la Liberación de la Tierra, Animal y Humana (sic).
¿Los ecologistas se levantaron en armas? No: son actores de reparto que forman parte de un plan más complejo. Este incluye el cateo de la Marina a una oficina de Polanco, el nombramiento de un procurador analfabeta y sin escrúpulos, que llega con las manos ensangrentadas a cumplir la encomienda de encarcelar a los adversarios del pelele; el paquete económico de Carstens, que es una bomba de tiempo; la deliberada disminución de la producción petrolera, que es un chantaje para reintentar la privatización de Pemex; el fracaso de la dizque guerra contra el narcotráfico, para mantener al Ejército fuera de los cuarteles; el sabotaje del gobierno de Calderón contra el de Marcelo Ebrard mediante el recorte de recursos para obras estratégicas, más la inminente imposición de Demetrio Sodi por los delincuentes del tribunal electoral federal en Miguel Hidalgo, más Juanito, para desestabilizar al Distrito Federal y aplicarnos la mano durísima.
¿Cómo se arma este rompecabezas? Con calma. En Youtube hay un montón de videos relacionados con la palabra Josmar –nombre artístico del secuestrador del avión–, los cuales demuestran que se trata de un gatillero, acaso perteneciente al grupo paramilitar evangelista Soldados de la Paz, que el Ejército formó en Chiapas contra los zapatistas. Lo que Josmar hizo fue dar un golpe de teatro para que los medios incorporaran el vocablo terrorismo al lenguaje cotidiano. A ese propósito responde también la nueva invención de Genaro García Luna denominada Alianza Subversiva.... Y si algo vincula a Josmar con el asesino del Metro es el aplomo que ambos mostraron cuando los detuvo la policía, como si tuvieran padrinos muy picudos.
Calderón está sembrando pretextos para justificar la presencia cada vez mayor de la Policía Federal, el Ejército e incluso la Marina en las calles de la ciudad de México. Si se valió del narcotráfico para militarizar grandes extensiones del país, ahora usa esta ridícula insurrección ecologista para militarizar el DF, preparando de tal suerte los mecanismos de contención del estallido social que provocará –en complicidad con el PRI– su absurdo paquete económico, cuyas medidas más criminales, como el impuesto de 2 por ciento a todo, llegaron para quedarse, según Carstens, porque se nos acabó el petróleo, debido seguramente a la terquedad de López Obrador y del pueblo mexicano que el año pasado impidió la privatización de Pemex. ¿Conque muy nacionalistas y patriotas, mis chavos? Pues ahora se joden, es lo que tratan de decirnos.
Quitarle dinero a la construcción de la línea 12 del Metro para que se pierdan más empleos es una forma de debilitar a Ebrard y promover la miseria y la violencia; imponer a Sodi en la delegación Miguel Hidalgo es garantía de un enfrentamiento permanente entre el jefe de gobierno y ese representante de la escoria política que cobrará las mordidas en Polanco. Reventar la gobernabilidad de Iztapalapa mediante Juanito es abrirle otro flanco a Ebrard y poner a la defensiva al movimiento que encabeza López Obrador, para que llegue debilitado a la batalla contra el paquete económico. Todo encaja, ¿no es cierto?
Una reciente encuesta publicada por la BBC de Londres, y efectuada en México por Global Scan entre personas que tienen agua, luz y teléfono en casa, muestra que 61 por ciento de los consultados (gente de clase media) está muy insatisfecha con Calderón, 27 por ciento algo insatisfecha, 6 por ciento algo satisfecha y 3 por ciento muy satisfecha. En otras palabras, de cada 100 clasemedieros mexicanos, 88 reprueban al dizque gobernante. El sondeo está en http://news.bbc.co.uk/1/shared/bsp/pdfs/14_09_09economicsrelease.pdf. (en este blog se puede leer la nota completa en español, más abajo)
Calderón ha perdido todas las batallas: contra el narcotráfico, la inseguridad, la miseria, el desempleo, la inflación, la deuda externa, la influenza, el papiloma humano, el catarrito, etcétera, y por supuesto contra el movimiento de López Obrador, pero aún puede legarnos una dictadura militar como último recurso para conservar intactos los privilegios de la oligarquía (las 100 grandes empresas que no pagan impuestos) y de la alta burocracia (que cobra sueldos faraónicos por servirla) y que, en resumidas cuentas, como bien lo dijo el pasado lunes Noam Chomsky en la Sala Nezahualcóyotl, son, oligarquía y burocracia, los dos componentes de la mafia que se ha apoderado de nuestro país (mafia, no está de más recordarlo, que ya había llamado así, con esas cinco letras, hace algunos meses, López Obrador).
¿El paquete económico de Carstens es una trampa para desatar la violencia entre el pueblo –ésta comenzaría, quizá, con el saqueo masivo de supermercados a causa del hambre– e imponer de inmediato el estado de excepción? Como dijo Descartes, no lo descartes. Hemos alcanzado cifras récord de desempleo. No obstante, Carstens propone que todo cueste más. Como la gente ya casi no tiene dinero, consumirá menos; al vender menos, más tiendas y más fábricas cerrarán y despedirán más trabajadores; por lo tanto, las actividades económicas disminuirán más aún, con lo que –ya lo dijo Merrill Lynch– se agudizará la recesión y con ella todos sus derivados: las enfermedades, la pobreza, la tristeza, los suicidios, el alcoholismo, la drogadicción, los robos, los secuestros, la población encarcelada, la desesperación colectiva y final e inevitablemente el estallido social, que tal vez, pero sólo tal vez (a la mejor no) sofocarán las fuerzas del orden.
Dicho de otro modo, más de 100 millones de mexicanos estamos a punto de sufrir un asalto a mano armada por un pequeño grupo de ricachones, que no pagan impuestos, y de cortesanos corruptos que no quieren bajarse los sueldos. Si unos y otros así lo hicieran, como lo propone López Obrador, Hacienda obtendría 500 mil millones de pesos (mdp) para tapar el hoyo fiscal y aún contaría con 150 mil mdp para reactivar a las pequeñas y medianas empresas, que generan ocho de cada 10 empleos en el país.
Antenoche tuve la fortuna de ver La vida loca, el extraordinario documental de Christian Poveda sobre la Mara 18, en que el gran fotógrafo francoespañol, recién asesinado, retrató la vida (y la muerte) cotidiana de una pandilla de San Salvador, en un barrio marginal idéntico a muchas colonias de Iztapalapa, donde las casas parecen jaulas, con barrotes en todas las puertas y ventanas. A lo largo de la proyección, no pude dejar de pensar en Juanito, en el grave peligro que está corriendo al haberse puesto en manos de quienes lo inflaron como globo para pincharlo cuando mejor les convenga.
Una de las funciones esenciales del periodismo es la prevención. Esta columna siente el imperativo moral de advertir que Juanito puede ser eliminado por la mafia que le vendó los ojos con trajes Armani, camionetas Durango y promesas de dinero y poder. Si esto ocurriera, el régimen desataría (¡al fin!) una implacable persecución policiaca contra López Obrador. Juanito puede convertirse en un héroe del pueblo o en un chivo propiciatorio para la represión. Él sabrá lo que hace, pero ojalá recuerde que El Pípila no cobró un centavo por cargar la piedra hasta la puerta de la Alhóndiga, que el maquinista de Nacozari tampoco pidió dinero por salvar a tantos inocentes de la explosión del tren, y que los niños conscriptos no firmaron un contrato vergonzante con Televisa para defender el castillo de Chapultepec. El lugar de Juanito está entre su gente. Si cumple su promesa será indestructible.
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