Crisis: el incierto sabor de la esperanza doméstica
El comercio justo (eliminación de intermediarios para aumentar las ganancias directas a pequeños productores) se erige como alternativa en México ante la crisis.
IPS Publicado: 07/10/2009 12:02
La jornada
México, DF. Jorge Cetz cultiva limones y mangos en el sudoriental estado de Campeche y, mediante el esquema de comercio justo, ha mejorado la organización de su cooperativa y la búsqueda de mercados. Sin embargo, dice que aún faltan apoyos para logar mejores resultados al trabajar de esta forma.
"Hay menos intermediarios y se llega directamente al consumidor", comentó a IPS este agricultor, cuya organización Lu'um Meyaj (Trabajamos la tierra, en idioma maya) invirtió unos mil 600 dólares en la obtención de la certificación de buenas prácticas para sus productos.
A pesar de las expectativas positivas para el año próximo en la plaza internacional, los productores orgánicos y de comercio justo tienen el reto de potenciar el mercado doméstico mexicano, sacudido por la recesión económica.
"Tenemos que concienciar a los consumidores de que el comercio justo es una alternativa para que las crisis no sigan ocurriendo", dijo a IPS Mauricio Alquiciras, director de Desarrollo de Mercados de la no gubernamental Comercio Justo (CJ).
Esta instancia surgió hace 10 años para promover este mecanismo en México y a la fecha agrupa a una decena de organizaciones de productores a pequeña escala de café, miel, mango, limón, maracuyá y ajonjolí, que abarcan a unas 20 mil familias en los sureños estados de Oaxaca, Chiapas, Puebla y el noroccidental Michoacán.
CJ espera que la producción dentro de esta modalidad se duplique o triplique en 2010, mientras que el cálculo de la firma Agromercados, que promueve productos distribuidos dentro de esta fórmula, es de siete por ciento. Este año el ramo se incrementará cinco por ciento.
"El comercio justo va a ser una tendencia, por las condiciones que estamos viviendo. No va a haber otra opción, porque se van a saturar las opciones productivas convencionales", vaticinó ante IPS Rodrigo Díaz, representante de esa comercializadora, que promueve la marca de café "Fértil".
En México, el comercio justo surgió a causa, entre otros factores, de la falta de acceso a los mercados para los pequeños productores, los precios bajos de los productos, por las variaciones frecuentes de esas cotizaciones, la excesiva presencia de intermediarios en toda la cadena comercializadora y el control del mercado por las grandes empresas transnacionales.
Gracias a esta incursión, los agricultores han obtenido mejores ingresos, mayores capacidades organizativa, de gestión social y de desarrollo empresarial y un mejor posicionamiento de sus productos.
"En América Latina, México es el país con mayor dinamismo dentro del comercio justo", destacó ante IPS el español Joaquín Muñoz, director de Max Havelaar France, una asociación con sede en Holanda que extiende un sello internacional a los productores que cumplen con los criterios de comercio justo.
Precisamente, para fomentar la tendencia y establecer vínculos entre sí, productores y comercializadores se dieron cita en el país en el Primer Foro Nacional de Comercio Justo y Producción Orgánica.
México cuenta con una larga tradición en agricultura orgánica y comercio justo. En 1967, el establecimiento "Irlanda", situado en el sureño estado de Chiapas, obtuvo el primer certificado de cultivo orgánico de café en el mundo, extendido por la calificadora alemana Demeter Bund.
La saga en torno al comercio justo es similar. Luego del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Chile, contra el gobierno democrático del presidente socialista Salvador Allende, el sacerdote holandés Frans van der Hoff se refugió en México.
Casi una década después de su llegada, este párroco y un grupo de campesinos empezaron a cambiar el modo tradicional de comercializar café en el estado de Oaxaca, al eliminar a los intermediarios y obtener más por kilogramo vendido. Así vio la luz el comercio justo en esta nación norteamericana.
En 1985, Van der Hoff entró en contacto con su paisano Nico Roozen, activista de la organización no gubernamental holandesa Solidaridad, que apoya a los países en desarrollo.
Así surgió la marca Max Havelaar, nombre que procede de una novela del holandés Eduard Dekker (1820-1887) y cuyo protagonista defiende los derechos de los indígenas de las Indias Orientales, lo que hoy es Indonesia, que fueron colonizadas por los holandeses.
A partir de este certificado, apareció una constelación de sellos. Durante el decenio pasado se fundaron 17 etiquetas de comercio justo, 14 de ellas en Europa y el resto en Canadá, Estados Unidos y Japón.
En 1997, las organizaciones detrás de estos avales constituyeron la Organización de Sellos de Certificación de Comercio Justo Internacionales, cuya sede se ubica en la ciudad alemana de Bonn y que ya reúne a 19 certificados de 23 naciones.
Max Havelaar compra café, miel, cacao y mermeladas de fruta a productores mexicanos. Sólo en Francia, el grano aromático representa un tercio de los 300 millones de euros (477 millones de dólares) que se mueven mediante el comercio equitativo.
Datos oficiales indican que en México existen unos 120 mil cosechadores que siembran sobre una superficie de unas 400 mil hectáreas. Los principales cultivos son el café, la miel y las hortalizas.
Desde febrero de 2006 está vigente la Ley de Producción Orgánica, que, entre otras disposiciones, determina la constitución del Consejo Nacional de Producción Orgánica (CNPO), integrado por delegados gubernamentales, productores, empresariales y académicos.
A pesar de que esta modalidad agrícola deja anualmente unos 300 millones de dólares en divisas, los apoyos oficiales apenas alcanzan a 1.5 millones de dólares en 2009.
Uno de los objetivos del CNPO es crear un sello nacional, similar al que emite el Departamento (ministerio) de Agricultura de Estados Unidos y que tendría validez dentro y fuera del territorio mexicano.
"El gobierno debe ser inteligente, al promover el contacto entre organizaciones no gubernamentales y otros organismos", sugirió Muñoz, quien asistió al foro realizado a fines de septiembre y comienzos de este mes.
Para el comercio justo, una posibilidad es incorporar productos de consumo frecuente, como el maíz, el fríjol y también el nopal, una cactácea nativa de México.
"Tenemos que fomentar el desarrollo de organizaciones campesinas. Además, tenemos que empezar a trabajar en granos básicos", sostuvo Alquiciras.
El Cuarto estudio sobre las Actitudes del Consumidor frente a la Responsabilidad Social Empresarial, elaborado por la consultora privada Vivian Blair & Asociados en 2008, halló que nueve de cada 10 consumidores mexicanos consideran importante que las empresas emprendan acciones sociales y que cuatro de cada 10 encuestados están dispuestos a cambiar de marca e incluso de tienda por una que apoye alguna iniciativa social.
En el caso del café, los productores reciben un precio de garantía -un piso-- y sobre él pueden ganar entre 10 y 20 por ciento más como premio social y reconocimiento a la certificación respectiva.
Para este sector los desafíos no son sencillos, pues se refieran a cómo posibilitar el crecimiento del mercado, una mayor participación de los pequeños productores, más consciencia del consumidor y un mayor financiamiento gubernamental.
Uno de los principales obstáculos es que en México, con 104 millones de habitantes y donde el salario mínimo diario equivale a unos cuatro dólares, prácticamente carece de una clase media consolidada, además de haber más de 20 millones de pobres.
El mercado mundial de comercio justo ronda los 3.000 millones de euros (4.367 millones de dólares), con un crecimiento anual de 20 por ciento en 2008.
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