Redacción
Sus huellas digitales alteradas burlaron los controles biométricos del aeropuerto de Kansai, donde se cotejan las huellas de los pasajeros con la de los deportados y fugitivos.
Sólo se conoció su verdadera identidad cuando fue detenida por simular un casamiento falso con un japonés y se descubrieron cicatrices extrañas en sus dedos.
Según el Mainichi Daily News, entre enero y octubre de este año un total de ocho asiáticos fueron acusados de intentar ingresar al país de forma ilegal alterando sus registros biométricos.
Como explica el corresponsal de la BBC Dominic Bailey, los registros biométricos identifican a una persona por sus rasgos físicos o de comportamiento, y se valen principalmente del reconocimiento de rasgos faciales, del iris o del dedo. Sin embargo, otros sistemas utilizan desde las venas en la mano de un individuo hasta las formas particulares del habla.
Un negocio floreciente
La policía de Tokio presentó cargos contra Lin Rong, de 27 años, en noviembre pasado, por viajar con un pasaporte falso. Había sido detenida por simular un casamiento con un japonés de 55 años.
En marzo de 2007, Rong había sido deportada por permanecer en territorio japonés más allá del vencimiento de su estadía, pero logró reingresar el año pasado luego de intercambiar la piel de sus dedos índices.
Las autoridades japonesas creen que los fraudes biométricos son moneda corriente en Asia y sospechan que agentes chinos están haciéndose millonarios con el negocio de la cirugía dactilar.
Rong dijo haber pagado cerca de US$15.000 por el procedimiento quirúrgico en China.
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