Miguel Angel Granados Chapa
PLAZA PÚBLICA
El siglo de Durango
El encuentro del gobernador mexiquense Enrique Peña Nieto y el papa Benedicto XVI muestra los extremos a que es capaz de llegar el candidato de Televisa a la presidencia de la república. También enseña que ningún recato contiene al aspirante presidencial en sus afanes publicitarios: usa su relación sentimental para conmover a las multitudes que asisten a la telenovela de la actriz y el político. Y también pone de manifiesto el vínculo estrecho, de política real y no sólo de imagen, entre Peña Nieto y la Iglesia católica.
El nuncio papal, Christophe Pierre, invitó al gobernador a encabezar los festejos de la Navidad mexicana en el Vaticano. Es seguro que en esa decisión hayan influido los obispos cercanos al político nacido en Atlacomulco, el cardenal Norberto Rivera y el obispo Onésimo Cepeda, que formó parte de la comitiva. Como si no fuera el mandatario de una entidad que forma parte de un Estado laico, Peña Nieto encabezó a los arzobispos y obispos que rigen diócesis en su estado: Ciudad Altamirano (que aunque tiene sede guerrerense abarca porciones mexiquenses), Cuautitlán, Ecatepec, Nezahualcóyotl, Teotihuacan, Texcoco (cuyo prelado, Carlos Aguiar Retes, preside la Conferencia episcopal mexicana, es decir el cuerpo que agrupa a los obispos de todo el país), Tenancingo, Tlalnepantla y Valle de Chalco). Peña Nieto los ve a menudo, ya sea a cada quién en su diócesis o cada año en la asamblea del Episcopado, donde es particularmente bien recibido.
Peña Nieto mantiene una coordinación de asuntos religiosos en la secretaría de gobierno, a pesar de que la relación del estado con las iglesias es de carácter federal. No es un caso único el de esa administración, pero sí lo es la movilidad del titular de esa oficina, Roberto Herrera Mena, presente en la audiencia del miércoles pasado y viajero frecuente a diócesis donde gobiernan obispos que estuvieron ligados al estado de México o son mexiquenses.
Peña Nieto es un practicante católico, formado en escuelas religiosas hasta el nivel universitario, pues se graduó de abogado en la Universidad Panamericana, administrada por el Opus Dei, una organización de gran influencia política en varios países, incluida España, lugar de su nacimiento. La relevancia de la congregación está indicada por el hecho de que su fundador, José María Escrivá, es ya miembro del santoral, pues fue canonizado no mucho tiempo después de su fallecimiento. Conforme a un estilo muy difundido, el gobernador mexiquense convierte actos rituales de su familia en acontecimientos políticos y sociales. Eso ocurrió apenas en mayo pasado, cuando sus hijos menores, Alejandro y Nicole, hicieron su primera comunión en la catedral de Toluca. La fiesta posterior a la misa fue encabezada por Carlos Salinas de Gortari.
Si bien el gobernador fue recibido por el secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone después de la audiencia pontificia, y por la noche a la inauguración de una exposición fotográfica acudió el embajador de México ante la Santa Sede, Federico Ling Altamirano, Peña Nieto imprimió a su visita un tono personal e íntimo. Anunció al Papa su próximo matrimonio con la actriz Angélica Rivera, presente en la reunión con sus tres hijos. Benedicto XVI dio una acogida afable a la próxima primera dama del estado de México. Tal vez uno de los sentidos de su presencia fue favorecer con esa demostración de proximidad con el Sumo Pontífice el trámite por la anulación de su boda religiosa efectuada en 2004. Se ha creado públicamente una deliberada confusión sobre su situación canónica. Al parecer el juicio correspondiente se inició en marzo pasado, y en mayo un vocero de la actriz, Ernesto Laguardia, dijo en su programa de televisión que el matrimonio había quedado invalidado, lo que ponía a la Gaviota (como es conocida merced a su papel en una telenovela de gran éxito) en posición de contraer nuevo matrimonio eclesiástico. Sin embargo, el ex esposo y padre de los hijos de la actriz, José Álberto Castro, prefiere no darse por enterado de que su vínculo eclesiástico quedó formalmente roto. En el trasiego público de la cuestión (única razón por la que me permito referirse a un asunto que, de otro modo, pertenecería a la esfera inviolable de lo íntimo) se dicen banalidades y mentiras: que el matrimonio fue fácilmente anulado por un defecto de forma, pues se realizó en una playa de Acapulco y no en un templo. La anulación adquiere importancia para la imagen de Peña Nieto, pues sólo de ese modo podría casarse de nuevo bajo las normas religiosas. La familia extensa del actual gobernador mexiquense, que abarca a varios mandatarios estatales, incluye también a un obispo, nada menos que el primero de la diócesis de Toluca. Se trata de Arturo Vélez Martínez, primo de Alfredo del Mazo Vélez, el primero de ese nombre, que fue gobernador del estado, senador de la república y secretario de Recursos Hidráulicos. Representaba a su entidad en 1958 cuando estalló el escándalo conocido como el de "la catedral de Toluca". Para edificar su sede episcopal el obispo su primo acudió a varias formas de hacerse de fondos, incluyendo un magno sorteo muy publicitado en todo el país a través del diario Excélsior. Cuando este periódico quiso cobrar el voluminoso adeudo de la muy extensa pauta que había cumplido, se encontró con que los fondos reunidos para aquel propósito habían sido malversados. Aunque nunca se formularon acusaciones contra nadie, quedó asociado el nombre del obispo con el fraude.
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