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lunes, 15 de marzo de 2010

Limpieza de Zetas, y la Barbie, persecución y caceria de grupos con el aval del gobierno federal?

Estrictamente Personal
EJECENTRAL/Raymundo Riva palacio

Plazas de cárteles de la droga que estuvieron en paz durante un largo tiempo, parecen hoy fierro ardiendo. La violencia que corre por el país hizo erupción a mediados de enero en Reynosa, señalando el inicio de esta temporada sangrienta. Se extendió sin motivo aparente hacia Oaxaca, Veracruz, Distrito Federal y este fin de semana, a Guerrero. Está claro: hay una cacería nacional de Zetas. Los cárteles están reclamando los viejos territorios que les arrancaron, una vez que perdieron el respaldo táctico del Cártel de los Hermanos Beltrán Leyva, que al morir su líder, Arturo Beltrán Leyva, entró en su propia fase de descomposición.
Los muertos que están apareciendo en el país tienen destinatarios: Heriberto Lazcano, “El Lazca” o “Z-1” y Miguel Treviño, “Z-40”, jefes de Los Zetas, y Edgar Villarreal, “La Barbie”, quien era el jefe de los sicarios de Beltrán Leyva. A los primeros los está persiguiendo el Cártel de Sinaloa, en una alianza temporal con el Cártel del Golfo, que decidió romper con su viejo grupo armado; al segundo lo está cazando La Familia Michoacana, enfocando sus ejecuciones en el valle de la ciudad de México. Hay una reorganización de tareas dentro de los cárteles que apuntan al aniquilamiento de los grupos que provocaron la violencia descarnada, causante de que las fuerzas militares salieran a las calles a combatirlos, y que perjudicaron con la guerra declarada al negocio de las drogas.
Es decir, hay una operación de limpieza contra dos grupos aliados desde diciembre  de 2007, cuando la estructura operativa y logística de los cárteles de la droga se modificó por el acuerdo en Cuernavaca entre Arturo Beltrán Leyva y Lazcano, antiguos enemigos, para enfrentar unidos al resto de los cárteles en México. La alianza fue terrorífica. Beltrán Leyva utilizó como pretexto de su rompimiento con La Federación –que aglutinaba a todos los cárteles menos al Golfo y al de Tijuana- el arresto de su hermano Alfredo en diciembre de 2008, y pese a los mensajes que le envió que no había caído por una traición de Joaquín “El Chapo” Guzmán e Ismael “El Mayo” Zambada, Arturo Beltrán Leyva inició una cacería contra sus socios y compadres, con matanzas en serie.
Los Zetas hicieron su parte. Lo más dramático fueron los ajustes de cuentas contra sus viejos subordinados, La Familia Michoacana, que al romperse en cuatro y quedar divididas sus lealtades con Guzmán y Zambada por un lado, y Lazcano por el otro, provocó el desequilibrio del crimen en Michoacán, que tuvo su mayor expresión con las bombas que tiraron en Morelia durante la celebración del Grito de la Independencia en septiembre de 2008. Los Zetas nunca pudieron recuperar el control de Michoacán, pese a que perdió mucha fuerza La Familia Michoacana cuando sus líderes, los vinculados a Sinaloa y a Los Zetas, empezaron a ser detenidos. El gobierno federal rompió también el cobijo institucional, y aunque se tuvo que liberar a alcaldes y funcionarios por no tener suficientes pruebas para mantenerlos en la cárcel, varios de ellos –o como el prófugo hermano del gobernador Leonel Godoy-, fueron inutilizados como protectores de los cárteles.
Pero lo que llama la atención de esta cacería de Los Zetas y de la rama militar del Cártel de los Hermanos Leyva no es el sólo hecho de que los estén exterminando, aprovechando el vacío tras la muerte de Beltrán Leyva, ejecutado en diciembre por un comando de élite de la Marina en Cuernavaca, que dejó en orfandad a la organización y envuelta en disputas internas, o que haya desequilibrado la alianza táctica que tenía con Los Zetas. Lo más sorprendente es que parecería que la persecución y cacería de esos grupos tiene el aval del gobierno federal.
“Es como si estuvieran dejando operar a sus enemigos”, dijo un importante político. “Cada vez que un grupo va tras Los Zetas, es como si voltearan hacia otro lado”. Otro político de nivel, que coincide con esa apreciación, añadió que los soldados y los marinos, no están haciendo nada por impedir esa cacería. Por el contrario, de acuerdo con un alto mando federal, en algunas regiones del país, particularmente en Tamaulipas, los marinos están realizando operaciones que llegan a rondar en el escenario de guerra sucia. ¿Acaso hay una negociación con el gobierno para que se enfríen las plazas y se reduzca el nivel de ejecuciones que tanta zozobra ha generado en la sociedad y motivado la campaña en contra la guerra que realiza el gobierno federal contra los cárteles de la droga?
No hay nadie en el gobierno federal que reconozca tal posibilidad. Sin embargo, según fuentes militares, desde el asesinato de Beltrán Leyva y la respuesta de sus sicarios contra la familia de uno de los miembros del comando de élite que participó en la operación, hubo un giro. Las fuentes dijeron que el gobierno federal envió un mensaje al Cártel de Sinaloa, a través de los enlaces con La Familia Michoacana, para que la guerra no se hiciera personal y dejaran a las familias y la sociedad fuera de su teatro de guerra. Coincidentemente, ni se aceleró la búsqueda de “El Chapo” Guzmán, que según la DEA estaba a semanas de ser capturado, ni se ha detenido a Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, número tres de La Familia Michoacana, a quien ya se tenía ubicado en un perímetro de la sierra en aquél estado.
Lo que se ha visto posteriormente es el aniquilamiento de Los Zetas y de la estructura militar de Beltrán Leyva, encabezada por “La Barbie”. En efecto, siguen  las detenciones de bajo nivel de miembros de otros cárteles, pero la mayoría de los muertos pertenecen a ellos. Todos los ejecutados han llevado mensajes dirigidos a “La Barbie” y a los jefes Zetas. El primero abandonó su perímetro de seguridad y se encuentra en fuga, mientras los otros están enfrascados en batallas a morir contra los sicarios del Cártel de Sinaloa, que incluye Kaibiles guatemaltecos y desertores del Ejército Mexicano. Las fuerzas de seguridad federales están observando esta matazón, que si se consuma, hayan negociado o no con el Cártel de Sinaloa, sí tendrá probablemente como consecuencia, el enfriamiento de las plazas. De ser así, el control del negocio del narcotráfico en todo México lo tendrá un supercártel que seguramente será el que opera desde Culiacán.
rrivapalacio@ejecentral.com.m

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