Eje central: Peña Nieto en la Mira
Está frente a nuestros ojos y no lo estamos viendo. El presidente Felipe Calderón, quien es un guerrero y es asesorado por guerreros, parece haber tomado una definición importante: aprovechar la coyuntura del escándalo del pacto de Bucareli detonado por el beneficiario directo, el gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, para minar a Enrique Peña Nieto, iniciar la campaña para arrebatar el poder al PRI en la patria mexiquense y reducirle la ventaja en las preferencias electorales para 2012. Si en el camino se lleva por delante al secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, y al líder nacional del PAN, César Nava, el beneficio habrá sido mayor que el costo.
El rencor de Calderón con el PRI es proverbial. Alguna vez dijo que negociar con ese partido le daba asco. Cuando era diputado llegó al extremo de no saludar de mano a los priistas. En el caso de Peña Nieto, el sentimiento se ha magnificado. Por alguna razón tiene animadversión contra el gobernador mexiquense –su relación con los gobernadores priistas es cada vez más tensa y ríspida-, y las obsesión que había a principio de sexenio en contra de su adversario en la contienda presidencial, Andrés Manuel López Obrador, ha cambiado de objetivo. De qué tamaño debe ser el rencor acumulado por años para haber aceptado negociar una alianza electoral con quienes lo han insultado y no lo reconocen como Presidente, por encima de aquellos que le ayudaron a colocarse la banda presidencial.
Para ver esta definición hay que leer los mensajes políticos que están emitiendo sus cercanos, sus contextos y sus tiempos. Calderón ha animado o tolerado que desde su equipo más cercano descalifiquen a Gómez Mont y envíen el mensaje claro al PRI que el secretario de Gobernación ha dejado de ser interlocutor confiable con el Calderón. Una secuencia muy dura de golpes lo dibujan:
1.- El domingo pasado en su columna en el diario Milenio, Juan Ignacio Zavala, cuñado de Calderón, con quien ha caminado un largo camino político y que goza de enorme influencia sobre algunos asesores claves en Los Pinos, como Alejandra Sota, que maneja la imagen presidencial, escribió un texto –“Armonía Relativa”- sobre el pacto de Bucareli, donde inventa un diálogo entre Gómez Mont, Nava y la líder nacional del PRI, Beatriz Paredes. En una parte “cita” la explicación del secretario de Gobernación a Nava sobre la conveniencia de firmar el acuerdo con Peña Nieto: “La idea es que logremos en esta mesa un acuerdo que le permita al partido de Beatriz Elena ganar las elecciones sin competir. Esto sin duda fortalecería la democracia”. O sea, Gómez Mont sería un calderonista muy peñista.
2.- El miércoles en su columna en El Universal, Salvador García Soto revela que el viernes anterior discutieron en Los Pinos Gómez Mont y el vocero presidencial Max Cortázar. Las palabras subieron tanto de tono que casi llegan a los golpes, escribió García Soto, al explicar que el motivo de tan agrio enfrentamiento fue el reclamo del vocero al secretario sobre su posición en el tema de las alianzas, que públicamente rechazó, con una acusación directa: “¡Traicionaste al Presidente!”. García Soto no revela la fuente de la información, pero está claro que provino de Los Pinos. Segundo mensaje a los priistas: Gómez Mont perdió la confianza en la Presidencia por trabajar para otros intereses. Este episodio no fue desmentido.
Gómez Mont, puesto a la defensiva, empezó a articular su defensa: que el pacto de Bucareli había sido para lograr la gobernabilidad. Paredes, ¿por coincidencia?, empleó la misma palabra, el mismo día, para rescatar su credibilidad. La similitud fortaleció la hipótesis de Zavala el domingo pasado, quien escribió otra frase imaginaria de Gómez Mont: “Lo fundamental es que se detengan las alianzas antinatura (como las llamó el senador priista Manlio Fabio Beltrones) y terminar de una vez con la competencia electoral en el estado de México. Sería un aporte a la gobernabilidad”.
Con ese contexto Nava, quien el martes había hecho una evaluación en el PAN sobre los costos que estaba pagando, sorprendió a su equipo el miércoles por la mañana al notificarles que iría a la Cámara de Diputados y hablaría en la tribuna. ¿No era ya mucho desgaste? Nava, quien no iba a tomar una decisión de esa naturaleza sin consultarle al Presidente, tomó la tribuna para desafiar a Paredes y retar a Peña Nieto. Volvió a restregarles a ellos y a Gómez Mont en la cara que el pacto de Bucareli era a cambio del incremento de dos por ciento al IVA. Paredes respondió, pero ella ya no es el objetivo. Es el gobernador mexiquense. Peña Nieto rehuyó al debate y se mantuvo como el único actor central en este escándalo que no ha explicado sus verdades y razones.
Peña Nieto ya cometió un error táctico y uno estratégico. El táctico fue haber detonado el escándalo, al revelar la existencia de un acuerdo escrito sin tener listo el control de daños, falla que lo tiene en el centro de la discusión. El estratégico es que ha mostrado dos veces miedo: al exigir un acuerdo firmado para que no se hicieran alianzas en las elecciones mexiquenses el próximo año, y al enviar al diputado Alfonso Navarrete a pedir la creación de una comisión que investigue el paso de Nava como director jurídico de Pemex, durante los tres primeros años del gobierno de Vicente Fox, para tender una cortina de humo que pueda cambiar el rumbo del debate.
En Los Pinos ya midieron a Peña Nieto y lo están centrando. Huelen sangre y van sobre la presa. Nadie sabe si la alcanzarán, pues lleva una gran ventaja. Pero lo que le puedan quitar a Peña Nieto será importante, si quieren estar en condiciones, dentro de dos años, de aspirar a que el PAN y el proyecto calderonista, logren una proyección transexenal.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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