Adolfo Gilly: el zapatismo quedó como el mito inspirador de cada lucha campesina e indígena
Periódico La JornadaSábado 8 de mayo de 2010, p. 32
–¿Qué características de la cultura campesina le dieron fuerza al movimiento revolucionario liderado por Zapata?
–Durante las últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX, la expansión de las relaciones capitalistas sobre el territorio de la República Mexicana condujo a una nueva oleada de despojo de las tierras de los pueblos indios en el centro y el sur, y de las tierras de los campesinos pobladores del norte. Este despojo fue amparado por el régimen de Porfirio Díaz y llevado a cabo por las haciendas azucareras en Morelos, ganaderas en el norte, cafetaleras en el sur y de diverso tipo a lo largo y lo ancho del territorio, a medida que se expandían la red ferroviaria, la circulación monetaria, la moderna explotación de los yacimientos minerales y el comercio exterior.
Como en toda la historia del capital, hasta hoy, el despojo y la apropiación de los bienes comunes fue uno de los sustentos de esa expansión.
Los pueblos de Morelos, al sur de la ciudad de México, organizaron su guerra campesina, bajo la dirección de Emiliano Zapata, sobre la base de sus relaciones comunitarias transmitidas por generaciones desde tiempo inmemorial.
Los campesinos del norte de México, en especial en los estados de Chihuahua y Durango, la organizaron sobre sus tradiciones y formas de lucha para conquistar y defender sus tierras contra las etnias indígenas, antiguas pobladoras de esas mismas tierras del norte de México y el oeste de Estados Unidos, y después contra la expansión de las haciendas y el despojo de los pueblos. Por diversos modos y razones, la herencia cultural norteña fue de autonomía de los municipios, defensa armada y control por parte de los pueblos de los bienes de uso común: bosques, praderas, ríos, aguas, montañas.
Cuando a inicios del siglo XX la división y las disputas de poder dentro de la clase dominante presentaron la ocasión propicia, el renovado asalto de los dueños del capital contra esos bienes fue resistido y combatido por los pueblos del norte y del sur recurriendo a las formas de organización transmitidas durante generaciones por la historia de cada región.
Ese entramado hereditario incluía el uso de las armas y del caballo. Los campesinos del sur encabezados por Emiliano Zapata y otros jefes locales, los del norte –muy diferentes en costumbres y modos– liderados por Francisco Villa y los dirigentes de cada pueblo crearon los dos mayores ejércitos, dirigidos por campesinos, que haya conocido la historia del continente desde Alaska hasta la Tierra del Fuego.
A inicios de diciembre de 1914, en el punto culminante de la movilización y de la guerra campesina, esos ejércitos –la División del Norte y el Ejército Libertador del Sur– ocuparon la ciudad de México, mientras el ala liberal-burguesa de la Revolución, encabezada por Venustiano Carranza, terrateniente y ex gobernador, se replegaba al puerto de Veracruz.
Esta es una de las mayores hazañas de los campesinos y los indios en el continente, comparable –en tiempos y bajo formas muy diferentes– a la toma insurreccional de La Paz, Bolivia, en abril de 1952, y a las dos tomas de La Paz en 2003 y 2005 por los pueblos indios del Altiplano y los pobladores y trabajadores de El Alto y de las minas.
–¿Cuál es el lugar del zapatismo agrario en el proceso revolucionario con respecto a otros movimientos? LEER LA ENTREVISTA COMPLETA AQUI
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