Contralinea
En Estados Unidos operan cientos de grupos armados con miles de afiliados. Todos se alimentan de una ideología de odio que atenta contra la seguridad de sus propios conciudadanos y de los extranjeros. Tras la aprobación de la Ley SB1070 en Arizona, que para algunos constituye una amenaza racista contra los inmigrantes, está la violencia de esas organizaciones extremistas y el fracaso de un sistema económico
En Estados Unidos operan cientos de grupos armados con miles de afiliados. Todos se alimentan de una ideología de odio que atenta contra la seguridad de sus propios conciudadanos y de los extranjeros. Tras la aprobación de la Ley SB1070 en Arizona, que para algunos constituye una amenaza racista contra los inmigrantes, está la violencia de esas organizaciones extremistas y el fracaso de un sistema económico
La sombra del extremismo y el odio se proyecta sobre todo el territorio estadunidense. Vigilantes fronterizos, supremacistas blancos, afroamericanos separatistas, neonazis, neoconfederados –a favor de la esclavitud y el separatismo del sur– homófobos y católicos radicales enfilan su encono contra quienes son diferentes a ellos. Los militantes de esos grupos ya no se limitan a participar en marchas, discursos y volanteos, sino que amenazan y atacan a sus víctimas abiertamente, queman banderas mexicanas y atizan el odio racial en todo el país, advierte el Informe de inteligencia 2010, del Centro de Leyes para la Pobreza en el Sur (SPLC, por sus siglas en inglés).
Sólo en 2009, el número de los llamados “grupos de odio” en Estados Unidos aumentó 54 por ciento respecto de 2000-2008; y oscilan entre las tendencias de violencia contra los negros y la inmigración no blanca. En 2009, operaron ese país no menos de 932 grupos de odio, siendo los principales el Movimiento Nacional Socialista (NSM, por sus siglas en inglés), el Imperial Klans de América (IKA), el Vinlander Social Club (que agrupa a neonazis) y el Consejo de Ciudadanos Conservadores (CCC).
Para Mark Potok, responsable del Informe de inteligencia 2010, esto se atribuye a los efectos en la población por la crisis económica y la llegada del primer afroamericano a la presidencia de Estados Unidos. Detrás de ese “enojo” que prevalece en el escenario político estadunidense, Potok señala los cambios raciales entre la población, el aumento en la deuda pública y la “terrible” situación económica por los apoyos que el gobierno destinó a “los banqueros y otras elites”.
Esas medidas se consideran “socialistas” e incluso “fascistas” por la derecha radical que se nutre de las teorías de la conspiración y el racismo. Por esa razón, el periodista y experto en el movimiento de la derecha radical, John Foster, Chip, Berlet ha expresado: “Estamos en medio de una de las rebeliones de la derecha más significativas en la historia de Estados Unidos”.
Chip Berlet, también analista de Asociados de Investigación Política, advierte cómo se mezclan los movimientos populares, sociales y políticos con personas “enojadas” contra el sistema de la burocracia federal. Los llama “resentidos”, por los programas y políticas sobre la inmigración, el trabajo, el aborto y los matrimonios homosexuales.
Tal escenario sirve de fermento para que se fortalezcan grupos como el NSM, originado en Minnesota y que mantiene una red de 81 organizaciones en 36 estados. Esa fortaleza territorial lo mantuvo en 2009 como el grupo más numeroso del escenario neonazi. Por su parte, entre los principales grupos supremacistas figuran: IKA, con base en Kentucky, y el CCC.
El Informe de inteligencia 2010 muestra que sólo Washington alberga a 15 organizaciones extremistas. Ahí militan la neonazi Nación Aria, activa en la ciudad de Tacoma; la Hermandad de Klanes de los Caballeros del Ku Klux Klan, y la organización de cabezas rapadas racistas Volksfront de Seattle.
En el “Mapa del odio” (donde se muestra la actividad de los grupos extremistas) del SPLC se observa que los estados de Estados Unidos que lindan con México albergan numerosas organizaciones extremistas. Se trata de 66 en Texas, 60 en California, 16 en Arizona y 51 en Florida. En la costa Este se aprecia que Louisiana tiene 28, Missouri, 31; Alabama, 32; Georgia, 37; Carolina del Sur, 36, y Carolina del Norte, 29.
Otras 24 operan en Arkansas, 27 en Ohio, 28 en Pennsylvania, 44 en New Jersey, 22 en Virginia, 28 en Illinois, 17 en Iowa, 13 en Virginia Este, 31 en Nueva York y 16 en Massachusetts. También actúan 25 en Mississippi, 32 en Alabama. Dakota del Norte y Vermont figuran con una organización de odio cada una; Nuevo México, el vecino occidental de Arizona, apenas presenta la acción de dos grupos extremistas; Utah tiene seis y Nevada, 15.
Entre los grupos de odio con mayor actividad en Arizona, están: la Patrulla Fronteriza Americana, que actúa en Sierra Vista, al igual que los Hooligans Cabezas Muertas. En Tempe opera la organización homófoba Iglesia Bautista de la Palabra de la Fe; en Tucson, el grupo de nacionalistas blancos América Libre; en Colorado, la organización de odio generalizado Santos Fundamentalistas de los Últimos Días, y en Mesa, la agrupación racista Tripulación de Mesa.
En Phoenix, la capital de ese estado, tienen gran actividad la agrupación separatista negra Nación del Islam, la racista Hermandad de Klanes de los Caballeros del Ku Klux Klan, el neonazi Movimiento Nacional Socialista; las antiinmigrantes Unidos por una América Soberana, Los Chicos de Botas de Phoenix y la Volksfront.
Las expresiones del odio
Armados con fusiles, pistolas, radios, binoculares, incluso con varias avionetas de las que disponen a su arbitrio, grupos de civiles son la nueva expresión de la xenofobia y el racismo estadunidense. Por esa tendencia a la alza, en 2008 la Oficina Federal de Investigaciones admitió que los crímenes de odio contra los latinos subieron 40 por ciento de 2003 a 2007.
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