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jueves, 18 de noviembre de 2010

EL CENTRO DE ESPIONAJE DE LA SSP: en Iztapalapa,presencia institucional y permanente de espías estadounidenses,

En 2008, con la bendición de la Iniciativa Mérida, el gobierno de Felipe Calderón abrió un centro de espionaje clandestino con la ambiciosa meta de encontrar a los evasivos capos del narcotráfico, empezando con el emblemático Chapo Guzmán. La sede del “centro de mando”, como se le conoce, es un bunker secreto subterráneo ubicado, según se sabe, en la delegación Iztapalapa. El encargado de operarlo es el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna.
Si bien fuentes del gobierno mexicano niegan categóricamente que el bunker cuente con la presencia institucional y permanente de espías estadounidenses, The Washington Post dio otra versión. El 10 de noviembre, la veterana periodista Mary Beth Sheridan reveló que la cooperación antinarcóticos bilateral incluye la presencia de “especialistas de inteligencia de EU incrustados en un centro de mando mexicano”. El diario no dice si la “incrustación” es permanente o, como sostienen fuentes oficiales, responde a operativos de inteligencia concretos y de carácter transitorio que demandan intercambio de información en tiempo real.
En entrevista con la CBS, Calderón corroboró personalmente la existencia del centro. Invitadas por Calderón, las cámaras de la cadena filmaron el interior de lo que describieron como un “bunker ultrasecreto que opera con tecnología de punta”. Según la CBS, este “comando central de espionaje, literalmente ha alambrado (electrónicamente) al país con cámaras, sensores y computadoras para recabar información sobre los cárteles”.
La CBS informó que el bunker costó 100 mdd. Fuentes oficiales sostienen que los fondos salieron del presupuesto de la SSP, aunque es probable, matizan, que los sistemas de espionaje electrónico se hayan comprado con dinero de la Iniciativa Mérida. Aunque la CBS no lo dijo, se sabe que el bunker es sede de los “bloques de búsqueda” que, conforme al modelo colombiano, tienen la misión de ubicar a los capos.
Para algunos, la revelación de la CBS no fue tal. Hace año y medio, García Luna invitó a Jorge Fernández, Leonardo Curzio y María Amparo Casar, entre otros personajes de la prensa mexicana, a recorrer sus instalaciones. Sin embargo, resulta paradójico que Calderón le haya dado la primicia de filmar el bunker “super secreto” a la CBS, un medio con audiencia exclusivamente estadounidense. ¿Fanfarronear que combina poder de fuego con high tech?
DOBLE ESPIONAJE
Por más que las autoridades mexicanas traten de tapar el sol con un dedo, negando la presencia de espías estadounidenses en territorio nacional, la experiencia histórica y el sentido común apuntan en dirección opuesta. Durante la Guerra Fría, cuando la capital mexicana era arena de las pugnas de espionaje entre las potencias, la CIA procreó uno de los operativos secretos más ambiciosos de su negra historia: el reclutamiento, con pago de por medio, de la élite política mexicana. Entre 1956 y 1969, Winston Scott, el legendario jefe de la estación de la CIA en México, tuvo cheque en blanco para comprar las conciencias de tres presidentes (Lopez Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría)  y de un puñado de funcionarios clave. Denominado Litempo, el programa de espionaje garantizó una cooperación casi perfecta en los años más álgidos de la Guerra Fría, cuando Cuba pasó a la esfera soviética y John F. Kennedy fue asesinado.
Sin embargo, el servilismo de los reclutas mexicanos no bastó para ganarse la confianza de la CIA. Entre 1961 y 1969, la CIA puso en marcha el “proyecto LENVOY”, un masivo operativo secreto de audio escuchas contra ciudadanos mexicanos. En la lista de teléfonos interferidos figuraban los de la extinta Dirección Federal de Seguridad que, a la sazón, dirigía Fernando Gutiérrez Barrios, el supuesto hombre fuerte de la CIA en México. Aún con los altos niveles de colaboración de hoy, las agencias de inteligencia de EU siguen desconfiando de sus contrapartes mexicanas. Que no extrañe, por tanto, que los agentes estadounidenses “incrustados” en el bunker de la SSP tengan la doble encomienda de espiar a los narcos y a García Luna, simultáneamente.

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