La cancha medía 50 metros de largo por 6 de ancho y data de los años 1486-1502: arqueólogos
El hallazgo, gracias a archivos antiguos y a las crónicas de fray Bernardino de Sahagún Recreación del Templo Mayor (Huey Teocalli) y de los basamentos de otros edificios de la antigua Tenochtitlán; en la esquina sureste del recinto sagrado se ubica el juego de pelota, cuya existencia fue confirmada por arqueólogos del INAH Foto Cortesía José Álvaro Barrera y Alicia Islas
Ana Mónica Rodríguez/Periódico La Jornada
Jueves 23 de diciembre de 2010, p. 3
Jueves 23 de diciembre de 2010, p. 3
Un segundo juego de pelota, que data de los años 1486-1502, fue hallado por los arqueólogos José Álvaro Barrera Rivera y Alicia Islas bajo los inmuebles ubicados entre las calles de Moneda, Licenciado Verdad y Palacio Nacional, en el Centro Histórico.
Este hallazgo complementa la información que ya se tenía del primer juego de pelota (también conocido como Teutlachco) descubierto por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) muy cerca de la Catedral Metropolitana y de la calle de Guatemala, en 1991.
La estructura que recién se da a conocer se llama Tezcatlachco, como la nombra fray Bernardino de Sahagún en sus crónicas. La cancha, según el trabajo de investigación de Barrera e Islas, medía cerca de 50 metros de largo por casi seis metros de ancho.
Los investigadores detallaron los aspectos del descubrimiento en la tesis con que obtuvieron el grado de licenciatura en arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), la cual presentaron el pasado 29 de octubre.
En entrevista con La Jornada, Álvaro Barrera, quien ha supervisado durante casi una década el Programa de Arqueología Urbana (PAU), adscrito al Museo del Templo Mayor, comentó que gracias a antiguos documentos que señalaban su existencia fue detectado el segundo juego de pelota; posteriormente, se corroboró su ubicación durante diversas temporadas de excavaciones (realizadas mediante lumbreras), entre 2003 y 2006.
No obstante, la información recabada en el trabajo de campo tuvo que ser cotejada con varias fuentes documentales antes de llegar a la conclusión final, que hoy confirma la localización exacta del Tezcatlachco o
juego de pelota del espejo, dedicado a Tezcatlipoca, señor del cielo y de la tierra o fuente de vida.
La estructura tenía forma de
I, y tiene diversas etapas constructivas. Debido a su localización (debajo del Palacio Nacional, del edificio del ex Arzobispado y del cruce con las calles de Moneda y Licenciado Verdad) es difícil que los vestigios completos puedan ser visibles para el público.
Este descubrimiento se suma a los hallazgos develados a principios de 2010 en el Centro Histórico, como el templo circular dedicado –según estudios preliminares– a Ehécatl o a Quetzalcóatl, así como a los vestigios del llamado calmecac mexica, ambos en la calle de Guatemala, de los cuales dio cuenta este diario.
Los estudios de los arqueólogos incluyen datos de la arquitectura y recintos ceremoniales de la antigua Tenochtitlán, como los dos juegos de pelota que formaron parte del centro ceremonial mexica.
Tesis académica
Barrera Rivera y Alicia Islas elaboran en su trabajo académico un análisis de la arqueología urbana, desde la fundación de Tenochtitlán hasta la avasallante llegada de los españoles, así como de la fundación de la Nueva España.
Entre otros detalles, los especialistas también describen la construcción de la ciudad, la arquitectura y los hallazgos realizados por el Programa de Arqueología Urbana, desde su surgimiento en 1991 con la coordinación de Eduardo Matos Moctezuma.
Álvaro Barrera encabezó el grupo de especialistas que descubrieron el 2 de octubre de 2006 el monolito de Tlaltecuhtli y ha participado en trabajos que han arrojado, a lo largo de varias décadas, inumerables hallazgos del que fuera el recinto sagrado mexica y de las áreas circundantes.
Las investigaciones del PAU, desde su origen, en 1991, han ubicado alrededor de 50 construcciones de las 78 que citan los cronistas que existían en el corazón de la gran Tenochtitlán, incluso se han ubicado los límites, logrando detectar el muro que circundaba la urbe, añade.
Durante casi dos décadas, resume Barrera, se ha trabajado en más de 30 predios o espacios destinados a vialidades, donde se han encontrado “muros en talud –lienales o circulares–, ofrendas, gran cantidad de pisos de estuco, piedra laja, sillares y apisonados, acueductos, banquetas, basureros, pilotes de madera virreinales y prehispánicos, clavos arquitectónicos, pintura mural, esculturas de piedra, basas (bases de columnas de madera para sostener techos), fragmentos de columnas, escalinatas, alfardas, cajas de madera, material óseo humano y animal, objetos de madera, tela y papel; además de braseros, almenas, gran cantidad de cerámica, carbón, muestras de tierra, obsidiana y restos de excavaciones precedentes”.
En su investigación, los arqueólogos proponen
estudiar a la gran Tenochtitlán por complejos, es decir, por conjuntos de construcciones relacionadas a alguna deidad, de las cuales hasta ahora se conocen los dedicados a Mixcóatl, Tezcatlipoca y Tonatiuh, que serían los principales, aunque seguramente se subdividían entre ellos.
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