¿Ésta es tu seguridad? Ésa es la confianza que te tiene el pueblo, fue el reclamo
José Luis Rinconcillo fue sometido, subido a una patrulla y retenido en un juzgado
Despliegue de seguridad en el Zócalo por parte de elementos del Estado Mayor Presidencial. Imagen de archivoFoto Yazmín Ortega Cortés
Mirna Servín Vega
Periódico La Jornada
Jueves 16 de diciembre de 2010, p. 37
Jueves 16 de diciembre de 2010, p. 37
Por cuestionar el excesivo dispositivo de seguridad desplegado en torno de Felipe Calderón cuando éste salía de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), ayer por la tarde, un ciudadano de 51 años fue sometido y derribado al piso, junto con su hija, por al menos seis integrantes del Estado Mayor Presidencial.
Ante los reclamos de la gente que atestiguó la agresión fue introducido a la patrulla P 7419 de la Secretaría de Seguridad Pública del DF, donde fue retenido por al menos una hora, antes de ser trasladado a la Coordinación Territorial Cuauhtémoc 4, ubicada en el Centro.
Los hechos sucedieron ayer poco después de las 13 horas, cuando José Luis Rinconcillo, quien iba acompañado de su hija de 20 años, salía de la estación del Zócalo del Metro Zócalo para relizar compras navideñas.
El trabajador administrativo de la UNAM y empleado de una dependencia federal se dio cuenta de que casi todas las salidas de la estación del Metro estaban cerradas para restringir el paso peatonal.
Cuando por fin logró salir y caminaba por la calle Venustiano Carranza vio que gran parte de la aglomeración era ocasionada por la numerosa presencia de elementos de seguridad.
De pronto, vio que Calderón salía de las escalinatas de la SCJN y le gritó: “¿Ésta es tu seguridad? Ésa es la confianza que te tiene el pueblo.
El Presidente me volteó a ver cuando yo gritaba y se fue. Yo seguí caminando unos pasos, cuando de pronto dos elementos del Estado Mayor Presidencial me alcanzaron por los lados y me invitaron a seguir caminando. Llegó otro por detrás que me torció el brazo, hasta que me caí y luego mi hija sobre mí, explicó.
Rinconcillo señaló que varios transeúntes se arremolinaron en torno de él y su hija y les gritaban a los elementos de seguridad que los dejaran en paz.
“Yo empecé a gritar ‘soy José Luis Rinconcillo y estoy siendo reprimido por decir la verdad.’” Ante el tumulto, explicó, fue subido a la patrulla P 7419, donde fue trasladado a las inmediaciones de la plaza de Tlaxcoaque.
Los policías le decían que estaban esperando a un jefe para que les dieran instrucciones y para saber hacia donde lo trasladarían.
Finalmente, Rinconcillo fue llevado al juzgado cívico de la coordinación Territorial CUH-4, donde le solicitaron disculparse por escrito por gritarle al Presidente. Asimismo, le dijeron que tenía que comprometerse a que nunca lo volvería hacer, lo cual no aceptó.
Por el contrario, el agredido indicaba al mediador del juzgado que su chamarra estaba un poco rota por el ataque sufrido y que él y su hija tenían raspones en diferentes partes del cuerpo. Sin embargo, la respuesta de la autoridad fue que en todo caso, tendría que identificar a cada uno de sus agresores y que ellos ya no se encontraban ahí. Esto, dice Rinconcillo, no era verdad, porque al menos dos de los elementos del Estado Mayor Presidencial que lo agredieron estaban en el lugar.
Entre el cambio de turno del personal del juzgado y la espera, llegó una licenciada que se identificó como Xóchitl Hernández, del departamento jurídico del Estado Mayor Presidencial, quien al parecer, trató de que la situación no llegara más lejos, aunque Rinconcillo solicitaba que el juez le hiciera saber por qué estaba detenido, cuáles eran los cargos y que le dieran una copia del acta para tener un antecedente de lo que le había ocurrido.
No obstante, no hubo denuncia formal y poco después de las cuatro de la tarde, el agredido se tuvo que retirar a su casa.
Los policías le decían que estaban esperando a un jefe para que les dieran instrucciones y para saber hacia donde lo trasladarían.
Finalmente, Rinconcillo fue llevado al juzgado cívico de la coordinación Territorial CUH-4, donde le solicitaron disculparse por escrito por gritarle al Presidente. Asimismo, le dijeron que tenía que comprometerse a que nunca lo volvería hacer, lo cual no aceptó.
Por el contrario, el agredido indicaba al mediador del juzgado que su chamarra estaba un poco rota por el ataque sufrido y que él y su hija tenían raspones en diferentes partes del cuerpo. Sin embargo, la respuesta de la autoridad fue que en todo caso, tendría que identificar a cada uno de sus agresores y que ellos ya no se encontraban ahí. Esto, dice Rinconcillo, no era verdad, porque al menos dos de los elementos del Estado Mayor Presidencial que lo agredieron estaban en el lugar.
Entre el cambio de turno del personal del juzgado y la espera, llegó una licenciada que se identificó como Xóchitl Hernández, del departamento jurídico del Estado Mayor Presidencial, quien al parecer, trató de que la situación no llegara más lejos, aunque Rinconcillo solicitaba que el juez le hiciera saber por qué estaba detenido, cuáles eran los cargos y que le dieran una copia del acta para tener un antecedente de lo que le había ocurrido.
No obstante, no hubo denuncia formal y poco después de las cuatro de la tarde, el agredido se tuvo que retirar a su casa.
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