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miércoles, 5 de enero de 2011

El ejecutometro sigue avanzando, ahora sobre los médicos en Ciudad Juarez

 Agresiones cotidianas / Blog de Sanjuana Martínez

Funeral del doctor Betancourt
imagen descriptivaEl año nuevo exige recuento y ejcutometro. Las matanzas selectivas están generando terror. Ellos, los del crimen organizado, necesitan todo tipo de mano de obra. Profesionales que les construyan sus búnkers o mansiones; técnicos que les organicen sus telecomunicaciones; electricistas, albañiles, mecánicos, químicos para sus laboratorios de drogas y por supuesto médicos para atender a los suyos o mantener con vida a las víctimas de tortura. 
La complicidad de médicos en hechos atroces esta documentada en algunos regímenes como las dictaduras militares de Argentina y Chile. ¿Pero qué pasa cuando no cooperan? ¿cuándo se niegan a atender a los criminales? ¿cuando algún pez gordo del crimen organizado se les muere irremediablemente?.... los matan, matan a los médicos. 
Eso está pasando en Ciudad Juárez donde los cárteles de la droga tienen un nuevo objetivo: los galenos. Van ocho asesinados y quince secuestrados en los últimos meses. En la vorágine de información sobre violencia que se vive en México, muchos se han dedicado a contar los muertos. El ejecutometro le llamamos los periodistas. Un ejecutometro que despersonaliza, que se olvida de contar las historias de los protagonistas y que se reduce solamente a enumerar a cientos de muertos con hechos fríos o más bien escalofriantes la mayor parte de las veces. 
Por eso quiero destacar en esta cacería aterradora la figura del ortopedista y traumatologo Alberto Betancourt Rosales. Un hombre bueno, maestro de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Secuestrado, torturado brutalmente y asesinado a los dos días de cautiverio. Su cadáver fue arrojado a la calle con la cabeza cubierta con cinta masking tape plateada. 
Sus captores habían pedido dos millones de pesos que la familia no pudo reunir en tan poco tiempo. Supuestamente estaban negociando. Fue una víctima fácil. Lo secuestraron en el estacionamiento del Centro Médico de Especialidades donde trabajaba. Así lo han hecho con otros médicos. Los esperan a la salida de sus consultas, por eso algunos han decidido dar servicio privado de manera discreta, sin letreros, sin batas blancas, sin llamar la atención en un consultorio oculto. El gremio está harto. Desesperado. Han pedido médicos militares para atenuar la presión y el miedo. 
Más de 3.000 personas fueron asesinadas en Ciudad Juárez durante el año que apenas termina y casi 7.500 desde que Felipe Calderón empezó su guerra...
El ejecutometro sigue avanzando en el país... 31 mil muertos.... Y el ojo humano se acostumbra cada vez más a la violencia despiadada, a las imágenes espantosas de los muertos colgados en los puentes, desmembrados, decapitados... La última modalidad: arrancar el rostro a las víctimas parece no sorprender a casi nadie. 
La insensibilidad, la banalización del dolor, el horror de la inacción humana, la terrible realidad de ser simples espectadores.  

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