Al pueblo de México.
A los medios de comunicación escritos y electrónicos.
Ante la denuncia que el empresario Eduardo García Valseca ha venido realizando en diversos medios de comunicación, respecto del secuestro y tortura de que fue objeto, y los alcances de tal denuncia, consideramos necesario hacer las siguientes precisiones.
Nuestra organización no tuvo ni tiene nada que ver con el secuestro del Sr. García Valseca, como él lo ha venido reiterando, al parecer, engañado y fuertemente convencido. Es más, al señor no lo conocíamos e ignorábamos de su existencia hasta que apareció en los medios responsabilizándonos de su secuestro y de las agresiones que le fueron infligidas.
Con base en una ética de convicciones y responsabilidades, y a fin de deslindar nuestro accionar de la actividad delincuencial generalmente apadrinada por los cuerpos policiacos, desde el 2004 nuestra organización decidió asumir la responsabilidad de practicar, como un medio de financiamiento legítimo, la captura, retención y cobro de impuestos - jamás la tortura - a quienes en nuestro país hayan hecho su fortuna valiéndose del uso corrompido del poder y pretendan gozar de total impunidad.
Así lo hemos reconocido públicamente, en el marco de la contienda política, ideológica y militar cada vez más abierta y frontal, que se está desarrollando en nuestro país entre quienes detentan el poder y algunos sectores del pueblo organizados y en lucha. Pero eso es una cosa y otra que, a partir de dicho reconocimiento y con fines claramente contrainsurgentes, diversas autoridades federales (Genaro García Luna, Facundo Rosas, Benito Roa, Armando Espinoza y otros) hayan maquinado convencer al Sr. García Valseca de que nuestra organización fue la responsable de su secuestro, sin más prueba que su dicho y el reporte de un supuesto modus operandi similar al que desplegamos.
Esta maniobra tiene el propósito de enderezar baterías en contra nuestra y proteger a los efectivos responsables del evento en cuestión, a juzgar por los datos duros surgidos en la narración del propio Sr. García Valseca y por la actitud evasiva que frente a su caso han asumido los jefes policiacos mencionados (escudándose en argumentos de supuesta seguridad nacional), cobijados en el discurso antiterrorista y de supuesta lucha contra el narcotráfico.
Sonados casos, como el de Florence Cassez y otros como los que costaron la vida al joven Fernando Martí y a la hija del Sr. Nelson Vargas, prueban el involucramiento de los cuerpos policiacos en la actividad que debieran combatir y, especialmente, la descomposición existente en sus mandos, los que contra toda lógica, evidencia y denuncia ciudadana siguen protegidos, ni más ni menos, por el ejecutivo federal.
Ya en el Manifiesto No. 8, de fecha 23 de septiembre del 2008, firmado por varias organizaciones revolucionarias armadas, destacamos “la estructuración de mafias dentro del gobierno en sus distintos niveles, y al interior de los cuerpos policiacos y militares”, señalando que “parte de estas mafias han resultando ser antiguos miembros de los escuadrones de la muerte que los gobiernos priistas entrenaron, en la década de los 60 y 70, para combatir a la guerrilla y a los movimientos populares; como lo prueba la identidad del ex miembro de la extinta, y tristemente célebre, Dirección de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD) - Sergio Humberto Ortiz Juárez (alias “el Apá”) - implicado en el secuestro y asesinato del hijo del empresario Alejandro Martí, junto con elementos en activo de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), de la Policía Federal (PF) y de otros cuerpos policiacos”, como “la Lore”, protegida de Genaro García Luna. “Mafias que - decíamos - enardecidas por el ansia de poder y de dinero, se vuelven rabiosas contra la ciudadanía; principalmente, contra las familias de los medianos y pequeños empresarios y, en menor medida, contra sus propios amos: las familias millonarias; secuestrando, mutilando y asesinando -sin escrúpulo alguno- a sus víctimas. De ahí el reproche de la clase empresarial contra sus empleados panistas en el gobierno: ¡Si no pueden, renuncien!, al constatar -con temor, enojo y desencanto- su incapacidad para atajar la ola de inseguridad y de violencia.”
El propio Sr. García Valseca se ha encargado de evidenciar, con la denuncia de su caso, la incapacidad y actitud displicente de los jefes policiacos e incluso la complicidad de éstos con los efectivos responsables de su secuestro; pero seguramente con los datos duros que él tiene, no con los que le sembraron para incriminarnos, y el seguimiento a las líneas de investigación que aquellos abran, podrá desentrañar el origen del suplicio al que fue sometido, si es que ese es realmente su propósito.
Respecto del abogado José Antonio Ortega Sánchez, presidente del Consejo Ciudadano de Seguridad Pública y Justicia Penal, consideramos necesario señalar la pretensión que éste tiene de utilizar lo sucedido al Sr. García Valseca en función de la “santa cruzada antiterrorista” en la que aquel participa desde hace muchos años; cruzada en la que ha quedado de manifiesto su ideología y práctica políticas. Baste un ejemplo que lo retrata de cuerpo entero: en la “Cumbre San Cristobal: Humanismo Eficaz” realizada el 8 de noviembre de 2008 en el Centro Fox, San Francisco del Rincón, Guanajuato, este abogado le dirigió las siguientes palabras al entonces presidente colombiano Álvaro Uribe, tras la Masacre de Sucumbíos: “Pues yo le entrego esto, presidente… aquí está la carta, aquí está la denuncia que presentamos en la procuraduría… la ampliación… y una carta solicitándole más elementos para poder ir convenciendo a la opinión pública mexicana de que usted al bombardear Sucumbíos tenía la razón. Y que la fuerza de la policía y del ejército colombianas se impusieron en contra de esos bandidos”… refiriéndose a los estudiantes mexicanos y a los miembros de las FARC que ahí se encontraban y que fueron, la mayoría de ellos, asesinados; ‘cumbre’ en la que Álvaro Uribe - despidiéndose - expresó a los presentes, entre mutuas bendiciones, “Ustedes son mis socios, ¡mis socios antiterrorismo!”
Sin nada más que agregar, reiteramos nuestra disposición a asumir, sin dobleces ni mentiras, la responsabilidad que se derive de nuestros actos.
¡Contra el neoliberalismo, el poder popular!
¡Por el socialismo: vivir, luchar, vencer!
¡Ser pueblo, hacer pueblo, estar con el pueblo!
Tendencia Democrática Revolucionaria – Ejército del Pueblo
TDR-EP
República Mexicana, febrero 16 de 2011.
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