Escrito por: Luis Enrique Barrios
El PRD atraviesa una abierta crisis producto de profundas divisiones entre sus corrientes de derecha e izquierda en esencia dicha crisis es una expresión de la lucha de clases al interior del PRD. Dentro del partido se enfrentan dos bloques: el primero, encabezado por Jesús Ortega, aliado de Calderón; y el segundo, el dirigido por AMLO, que agrupa a los trabajadores más combativos y descontentos con la política de Calderón, el PRI y el PAN.
Durante años la burocracia del PRD ha implementado toda clase de modificaciones a sus estatutos para obstaculizar y de plano bloquear la participación de sus militantes y simpatizantes en la vida interna del partido. Las bases del perredismo han sido relegadas de la actividad práctica del partido y especialmente han sido hechas a un lado a la hora de definir la política que debe seguir el PRD. El resultado ha sido el que en no pocas ocasiones, la política adoptada por la dirección ha estado en contradicción con los intereses de los sectores oprimidos y explotados que buscan en el PRD una herramienta para luchar contra el gobierno y la patronal.
Así gradualmente la dirección del PRD ha ido distanciándose de su base militante, el objetivo de la dirección ha sido deformar al PRD hasta transformarlo en un “partido electorero”, que éste deje de ser un instrumento de lucha para pasar a ser una agencia de colocación de la burocracia, arribistas y oportunistas. Para profundizar este proceso se le abrieron de par en par las puertas a las candidaturas de ex-priístas renegados. Además, por ejemplo, en ese mismo marco, en 2001 se votó en el Senado junto con el PRI y el PAN a favor de la contrarreforma indígena, acordada por Cevallos-Bartlett-Ortega.
Con Jesús Ortega al frente del partido desde noviembre del 2008 (quien lograría esa posición gracias a la intervención a su favor del TRIFE, que avaló el fraude contra Alejando Encinas) el PRD ha sido empujado a la política de alianzas electorales con el PAN.
El cinismo de la derecha perredista se ha traducido en un abierto odio de la base militante y simpatizante del PRD, expresándose esta rabia a través de diversas corrientes de izquierda las cuales han ejercido una enorme presión para que Jesús Ortega renuncie a su cargo y se llame a elecciones antes de que culmine su periodo definido por los estatutos para noviembre del 2011. En un principio ello derivó en un acuerdo con Ortega para que éste renunciara y convocara a elecciones en diciembre del 2010, sin embargo una maniobra de los chuchos por medio del Consejo Político Nacional, en el cual son mayoría, impidió que dicho acuerdo se llevara a la práctica; sin embargo una nueva campaña de presiones contra Ortega lo obligó a aceptar que el 19 de marzo de este año se desarrolle la elección de una nueva dirigencia nacional.
La potencial salida de Ortega del PRD representa un paso al frente en la lucha para frenar el giro hacia la derecha de los dirigencia del partido; se trata de un importante resultado que tiene que ser atribuido a la presión de los militantes de base del PRD y del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Pero lo logrado hasta el momento no es ninguna garantía de que el partido no seguirá girando hacia la derecha, ello dado que el organismo encargado de designar a la próxima dirección es el Consejo Político Nacional (CEN), además de ser antidemocrático, tiene el agravante de que el CEN está controlado por los chuchos y otras corrientes de derecha como la dirigida por Amalia García; todas estas corrientes son mayoría en dicha instancia. Es fuerte la posibilidad de que la derecha terminen imponiendo en la dirección a alguien a su servicio, por ello los militantes de base del PRD y de Morena tienen que exigir la elección por medio del voto directo en un proceso electoral controlado de principio a fin por los comités de base del partido y los del movimiento de masas organizado con AMLO.
Si bien los estatutos facultan al CEN para elegir a la dirección nacional, ni los militantes de base del PRD ni los de Morena están obligados a reconocer un método fraudulento y antidemocrático de elección, razón por la cual AMLO, Encinas y las corrientes de izquierda deben llamar a rechazar ese mecanismo y romper con los formalismo estatutarios movilizando a las masas exigiendo una elección genuinamente democrática en la que la voluntad de los trabajadores y campesinos pobres quede de manifiesto por medio de su voto directo.
La lucha por la democracia interna en el PRD es una de las vías más importantes para frenar a las corrientes de derecha, pero la batalla por la democracia interna debe ir acompañada de una política por eliminar todo rasgo de clientelismo y oportunismo que hagan del PRD un partido “electorero”, el partido debe transformarse en una organización cien por ciento combativa que defienda un programa de clase. Por eso hacemos un llamado a luchar por una corriente socialista al interior del PRD que recupere lo mejor de las tradiciones obreras para el partido y que luche por un programa que rompa definitivamente con el capitalismo.
Únete a Militante y luchas por estas ideas.
Fecha: 04 de marzo del 2011
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