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jueves, 10 de marzo de 2011

El regreso de Xiuhcóatl

Tomado de Navegaciones blog de nuestro querido amigo: Pedro Miguel periodista
El dios del fuego de los aztecas, dice Silvia Limón Olvera, es “una deidad polisémica, según se ve por la gran cantidad de nombres con los que se le designa en las fuentes documentales” y “sus diferentes apelativos indican que estuvo relacionado con diversos aspectos de la naturaleza y con determinados conceptos cosmológicos: sus múltiples denominaciones permiten localizarlo en los tres sectores del cosmos: el cielo o ilhícatl, la tierra o tlaltícpac y el inframundo o mictlan.” Cuántas advocaciones: el andrógino Ometeotl, que reúne los cuatro elementos; el viejo Huehuetéotl; Xiuhtecutli, Señor de la Turquesa, Chantico, la del fuego doméstico y, de algún modo, el mismo Huitzilopochtli, quien se sirve de ese elemento como arma de guerra y destrucción. Oigamos a León Portilla:

Y el llamado Tochancalqui
puso fuego a la serpiente hecha de teas llamada Xiuhcóatl,

que obedecía a Huitzilopochtli.
Luego con ella hirió a Coyolxauhqui,
le cortó la cabeza,
la cual vino a quedar abandonada
en la ladera de Coatépetl.
Esta “serpiente hecha de teas” aparece con mayúscula o minúscula en diversas fuentes y no me queda claro si era instrumento, deidad o bicho mitológico, o tal vez las tres cosas. Reproduzco una cédula del Museo del Templo Mayor: “Ser mitológico complejo y de origen confuso; se le relacionaba con el culto a Xiuhtecuhtli, dios del fuego y Señor del año; era objeto ritual en ceremonias sagradas como la del Fuego Nuevo, representada en forma de zahumador; por otro lado era el arma con la que Huitzilopochtli decapitó a Coyolxauhqui en el cerro de Coatepec. La cabeza de Xiuhcóatl que observa usted fue encontrada en el año de 1901, en la casa del Marqués del Apartado, en las calles de Argentina y Donceles. La monumentalidad de esta escultura y la fuerza de su expresión dan cuenta de la importancia que esta serpiente fantástica tenía para los mexicas. En la parte posterior lleva grabada la fecha 4 caña, nombre del fuego”. Angel María Garibay dice que las xiuhcóatl eran varias (en cuyo caso el nombre va con minúscula inicial), que habitaban la primera capa celeste y que de ellas salían las señales del cielo y los cometas. Sahagún las describe como flechas de plumas rojas (cuezalin), “venerable pluma roja” o “venerable llama”, y cuezalin era también el nombre de las plumas coloradas de la cola de los papagayos. Limón Olvera: “Dichas plumas estaban unidas al concepto de fecundidad y regeneración, facultades que se atribuían al dios del fuego. Por ello, las plumas rojas fueron usadas por las doncellas en brazos y piernas, tanto en ceremonias relacionadas con la fertilidad de los campos como en el rito del matrimonio.”
Las xiuhcóatl no se apersonaron en el Anáhuac cuando más falta hicieron –es decir, cuando habrían debido enfrentarse a los arcabuces de los conquistadores--, fueron olvidadas y junto con su dueño, el temible Huichilobos, descansaron durante mucho tiempo en las vitrinas de los museos y en los textos de los historiadores. Ahora están de regreso. Se les vio desfilar en gran número a un costado del Templo Mayor el pasado 16 de septiembre, en manos de guerreros de rostro pintado. Dice una nota de Allan Wall fechada el 12 de marzo: “El año pasado, el desfile militar del Día de la Independencia fue una oportunidad para exhibir el nuevo fusil de asalto FX-05, ‘xiuhcóatl’. En la ocasión, soldados del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales, GAFE, lo llevaban. Fue diseñado y manufacturado en México por la Dirección general de Industria Militar del Ejército. El arma irá siendo introducida de manera gradual en las unidades del Ejército, en reemplazo de la que se usa actualmente, el G-3, fabricado en el país bajo licencia de la empresa alemana Heckler and Koch.”
El G-3
El diseño del arma incluye miras telescópica, de rayo láser y mecánica, cañón con sistema de enfriamiento y culata ajustable, así como un selector para fuego automático o semiautomático. Usa la munición de 5.56 x 45 milímetros de la OTAN y tiene una cadencia de fuego de 700-750 disparos por minuto. Buena parte del rifle está hecha por polímero reforzado con fibra de carbono y viene en verde oscuro o color arena. El mecanismo interior está hecho con acero inoxidable de alta resistencia. El proyectil alcanza una velocidad de 920 metros por segundo y tiene un alcance efectivo de 800 metros.
Logo del arma


Poco después Heckler and Koch advirtió que el FX-05 xiuhcóatl podía ser una copia pirata del nuevo modelo de la empresa, el G36 y amenazó con llevar el caso a tribunales internacionales. El asunto provocó la remoción del general Alfredo Oropeza, hasta entonces titular de la Dirección General de Industria Militar del Ejército, y quien era considerado candidato a ocupar la Secretario de la Defensa Nacional en el gobierno de Felipe Calderón. Las autoridades castrenses detuvieron la producción del rifle (se habían fabricado ya unas 500 piezas) y, en febrero de este año, en la capital mexicana, representantes de la firma alemana se reunieron con funcionarios de la Sedena para analizar las similitudes y diferencias de las dos armas.
Tras una detallada inspección, la empresa reconoció que el fusil mexicano no era un fusil de su producto y se desistió de toda acción legal ulterior. Actualmente, la producción del xiuhcóatl se desarrolla normalmente en las fábricas mexicanas de armamento. Allan Wall concluyó su nota así: “En la medida en que el Ejército Mexicano desempeña un papel clave en la guerra del gobierno contra los cárteles de la droga, es probable que el FX-05 sea muy usado en el futuro”.

Hay que saludar la capacidad y la inventiva de los ingenieros militares mexicanos. Pero tal vez sería preferible honrar de otra manera a las cuezalin prehispánicas. A fin de cuentas las plumas rojas y ardientes no sólo le servían de arma al dios guerrero, sino que también eran usadas por las doncellas para decorarse los brazos y las piernas en ceremonias de nupcias y fertilidad. Acaso tendría más sentido una pulsera o un brazalete o un liguero xiuhcóatl que un rifle de asalto con ese nombre. Creo que sería buena idea dejar que Huitzilopochtli descansara, con todos sus bártulos, en la paz de los museos. No vaya a ser que un día de éstos, después de revivir las xiuhcóatl, empecemos a erigir de nuevo los Tzompantli y llenemos las plazas del país con esos ábacos espantosos que no van a darse abasto para contar a los muertos

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