¿MÁS NEOLIBERALISMO EN EL FUTURO?
Víctor Flores Olea
LaJornada
En días recientes, en intercambio académico de seminario universitario, un joven avispado lanzó la pregunta: la izquierda se opone a la idea de que Enrique Peña Nieto pudiera ser el próximo Presidente de la República. ¿Por qué razones? ¿Por qué tal seguridad en la posición? Se tacha a Peña, y no lo dudo –dijo el estudiante–, de neoliberal de “hueso colorado”, pero ¿en qué políticas concretas se traduciría esto en México hoy?
Después de los intercambios acostumbrados, y de concluir la mayoría de participantes que el gobierno Peña, en caso de concretarse, sería esencialmente “más de lo mismo”, se formularon algunos juicios que iluminaron más el fondo del argumento.
Se dijo, por ejemplo, que el neoliberalismo, para las clases altas en prácticamente todas partes, había sido un enorme éxito. Y que esto significaba que el neoliberalismo había desencadenado un proceso de acumulación ilimitado, a través del saqueo de la riqueza, que había recibido el merecido nombre de “capitalismo salvaje”. En el neoliberalismo –se dijo– se quiere terminar con las pensiones, con la educación y la salud públicas, procurándose las privatizaciones a toda costa, lo cual es uno de los objetivos emblemáticos del neoliberalismo que favorece a los pocos.
El sistema se ha propuesto abrir nuevos campos para la acumulación del capital, en sectores que tradicionalmente fueron considerados al margen de la rentabilidad. Servicios públicos como el agua, la limpieza de las ciudades, el transporte, la educación (incluidas las universidades), la salud, las viviendas “de interés social”, los laboratorios de investigación, las tareas de inteligencia del Estado, y hasta el ejército y la guerra (los contratistas que operan junto a las fuerzas armadas en todas las zonas de conflicto dan fe de lo anterior), son hoy privatizados.
Citando a David Harvey, alguno de los estudiantes habló de los “engaños ideológicos” del sistema, devastadores para la dignidad y el bienestar de muchas poblaciones en el mundo. Llamándosele a este proceso “destrucción creativa”, sin paralelo en la historia del capitalismo, lo que ha generado importantes resistencias sociales y la búsqueda de alternativas.
En general, esto habría dado lugar a una fenomenal concentración de la riqueza que ha tenido lugar en los países más desarrollados pero también en otras zonas del mundo (como en la India o China, o en México, y se mencionó el caso de Carlos Slim, derivado de la ola de privatizaciones de Carlos Salinas de Gortari). En el fondo –sostuvo otro joven– se ha buscado que aumenten las desigualdades para hacer políticamente posibles (con engaños) medidas neoliberales más drásticas, “ajustes” y “reformas estructurales” antisociales, favoreciendo las voluminosas inversiones de una minoría, sobre todo del capital financiero. En este mundo darwiniano de supervivencia de quienes tienen más recursos, los problemas del sistema habrían sido ocultados o disimulados por una tempestad de pronunciamientos ideológicos y una plétora de crisis localizadas.
El principal efecto del neoliberalismo habría sido entonces más “redistributivo” que creativo –se comentó en general– , al haber encontrado métodos eficaces para transferir activos y riqueza de la masa de la población a las clases altas, y de los países pobres a los más ricos. El Estado habría jugado invariablemente un papel crucial como impulsor de estos procesos. Alguien recordó que para la famosa escritora de la India Arundhati Roy la privatización involucra inevitablemente "la transferencia de activos públicos productivos del Estado a compañías privadas, y que tales activos incluyen recursos naturales como la tierra, los bosques, el agua y el aire... Y que arrancárselos al pueblo y venderlos a compañías privadas resulta un proceso de bárbaro despojo en una escala que no tiene paralelo en la historia."
Por lo demás, la ola financiera que se levantó después de 1980 habría marcado un tiempo único de especulación destructiva y saqueo. La desregulación permitió que el sistema financiero se convirtiera en uno de los centros principales redistributivos mediante la especulación, el fraude y el robo. Las estafas Ponzi; la destrucción de recursos mediante la inflación y la promoción de la deuda internacional redujeron a poblaciones enteras, incluso en los países capitalistas avanzados, a la esclavitud por deudas, para no hablar del fraude corporativo como el robo de fondos de pensiones y su aniquilamiento mediante manipulaciones bursátiles, que han caracterizado al actual sistema financiero capitalista.
Así, recordó otro de los participantes, una de las funciones primordiales del Estado y de los centros de poder internacionales en el neoliberalismo, es el de orquestar crisis y devaluaciones de manera que se provoque el pillaje sin provocar un colapso general o una revuelta popular. El programa de ajuste estructural es básicamente administrado por el complejo Wall Street/Tesoro/FMI, y la paz social en cada país es función del ejército y de las fuerzas del orden. Así, la función básica del Estado en el neoliberalismo sería la de buscar a toda costa que la distribución del ingreso opere en un sentido inverso al propuesto por el Estado del Bienestar, es decir que vaya de abajo hacia arriba y no de arriba hacia abajo, al mismo tiempo que controla las conmociones sociales inevitables.
Sería largo continuar con el análisis del neoliberalismo que se dio en un claustro universitario, en el cual se concluyó que la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República en el 2012 reforzaría gravemente estas tendencias que llevarían al país a un grave colapso.
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