Acapulco, Guerrero 11 de septiembre de 2011 (Cencos).- Acapulco recibió con los brazos abiertos a la Caravana de la Paz en lo que fue el segundo día de su caminar por territorio guerrerense. A las afueras del parque Papagayo la gente vestía de blanco, portaban pancartas con mensajes de paz e indignación, y saludaba con manos abiertas o con los dedos levantados en símbolo de paz, como invocándola para que vuelva a este destino turístico que ahora tiene muchas historias de violencia que contar.
Así, la marcha con dirección al kiosco de la catedral se fue nutriendo, no faltaron la música, las risas, los brincos, el calor intenso y el desfile de rostros de personas asesinadas o desaparecidas víctimas de la guerra, contenidas en mantas y fotografías. Taxistas, niñas y niños, padres de familia, jóvenes excluídos de la educación en huelga de hambre y organizaciones locales acudieron a relatar como es que el tejido social de este puerto se ha ido deshaciendo con el avance de la violencia que siempre lleva de la mano a la impunidad.
Ya en el Kiosco comenzaron a brotar las historias de dolor. Una madre de familia perdió a su hijo y a su esposo entre las balas del ejercito en la zona de Caleta, pero esto no lo han querido reconocer, las cartas que ella ha enviado a las instancias de justicia del país no han sido contestadas con ninguna explicación sobre el hecho.
El hijo de Yuridia Betancourt fue secuestrado en marzo, por eso ella no se irá de Acapulco hasta encontrarlo, y con voz exigente dice que le ayudaría bastante tener pistas; sin embargo, no existe una base de datos que facilite dar con su paradero ″en la Semefo he tenido que buscar entre los restos de cuerpos, algún rastro de mi hijo″.
Los familiares de las víctimas de la violencia no sólo llevan con ellos el dolor de perder a sus seres queridos, también han tenido que enfrentarse al muro de la impunidad que representan las instituciones de justicia. Por estas razones, Javier Morlett padre de Adriana, jóven estudiante de arquitectura que tiene un año desaparecida, exige emplazar a las autoridades a frenar esta guerra que ha dejado 50 mil muertos a su paso.
″No es posible que una bala contra otra establezcan la paz″
Horas antes, en Chilpancingo, también se emprendió una caminata por la avenida Juárez hacia la explanada del palacio municipal. En el templete, Abel Barrera director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan recibió a la Caravana de Paz, ahí contó solo un poco de la larga historia de las violaciones a los derechos humanos que han sufrido las y los guerrerenses cuya población indígena (17 por ciento) ha resistido los estragos de la militarización desde la década de los setentas.
En aquellos años llegaron 25 mil efectivos del ejército a emprender una guerra contra el pueblo de Guerrero, principalmente la Costa Chica y Atoyac de Álvarez, lugar en el que nació la hija del desparecido Rosendo Radilla, Tita Radilla quien subió al templete a compartir un poco del dolor que provoca el crimen de la desaparición forzada y su largo andar en la búsqueda de la justicia no sólo para su padre sino para todas las víctimas de este delito.
Ahí también, Pablo Sandoval Cruz, hombre de avanzada edad y claras ideas, medico perito de la Comisión de Derechos Humanos de Guerrero, que entre otras luchas empredió la conquista por la autonomía de la Universidad Autónoma de Guerrero, recibió gustoso a la Caravana de la Paz y nos hizo recordar que hace 198 años, un 13 de septiembre, José María Morelos entregó al Congreso de Anahuac los Sentimientos de la Nación ″que en nada se han cumplido pues los pobres siguen siendo pobres y la criminalidad avanza sobre el pueblo″ .
Es por ello, continuó con voz decidida Pablo Sandoval, que tenemos que exigir a las autoridades la justicia pero no podemos esperar que ellos, quienes no han querido hacerlo, nos devuelvan la paz, sólo el pueblo organizado y unido logrará esa paz que tanto necesitamos.
Las voces de 22 niñas y niños de Tlanipatla, comunidad de la Montaña de Guerrero cerraron el acto de recibimiento de esta caravana con el Himno Nacional en Náhuatl, ellos llegaron con el cuidado de la jóven Delia de la Cruz que cree en la juventud Nahua, Mephaa, Nasavi, y Amuzga como en el futuro posible y como el presente que puede lograr que la paz llegue a este estado.
Con los testimonios de la violencia y sobre todo con el compromiso de mantener la solidaridad y la organización con el pueblo de Guerrero la Caravana de la Paz parte Huajuapan de León, zona triqui del estado de Oaxaca .
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