Noventa días de campaña electoral llegaron a su fin, tres días de veda por delante y una cita con la historia el próximo domingo, en que millones de ciudadanos saldremos a votar para elegir el México que deseamos.
Ha sido una travesía larga, accidentada, turbulenta en ocasiones, pero de ningún modo aburrida; nunca cansada. Al menos no para el Sr. Palermo Galindo, de Poza Rica, Veracruz.
Palermo Galindo saltó a la fama en redes sociales cuando, el mismo 31 de marzo, al comenzar las campañas, se plantó, armado solo con un letrero hecho con sus propias manos, y mostró su apoyo a la candidatura de Andrés Manuel López Obrador. La imagen, tuiteada por el locutor pozarricense Luis Ángel Marín (@luisangelmarin) daba cuenta del compromiso y entusiasmo del señor Galindo:
Durante semanas después del 31 de marzo, seguía coméntandose y compartiéndose en Twitter esa foto. Un ejemplo a seguir.
Anoche, al terminar la etapa de proselitismo y entrar por ley en veda electoral, muchos se fueron a dormir temprano, a descansar. Pero no Palermo.
Palermo Galindo volvió a salir a la calle. De nuevo solo, de nuevo
montando con sus propias manos una pequeña mampara, que iluminó con
foquitos de navidad y adornó con leyendas y consignas de su autoría.
Haciendo campaña hasta el último minuto.
Segundos antes de las doce de la noche, Palermo apagó los foquitos y
comenzó a desmontar el improvisado stand proselitista. "Una vez apagando
las luces ya no hay sustento legal para que estos cabrones me
digan nada", comentó divertido en alusión a la veda. Con paciencia,
meticulosamente, fue desarmando el caballete donde exhibió dos posters
grandes de AMLO, uno de cada lado. Respetuosamente dobló y guardó la
banderita de México que puso a un lado de la foto del Peje. Y mientras
guardaba sus cosas, compartía su visión de este México donde por
fortuna, dice, los jóvenes "están despertando":
-Uno ya vivió, bien que mal ya hizo su vida, pero los jóvenes, ojalá
ellos no pierdan el entusiasmo que mostraron en esta campaña-, expresa.
Comenta sobre el movimiento estudiantil del 68: "a muchos terminó
aplacándolos el gobierno; bueno ¡a los que sobrevivieron! El gobierno
les repartió becas en el extranjero, les dio cargos públicos, los
cooptó. Ojalá estos jóvenes de hoy quieran participar en política,
porque ellos son los que van a gobernar este país".
El Sr. Galindo vivió 32 años en los Estados Unidos, donde publicó un
libro sobre Topografía, la profesión a la que se ha dedicado desde muy
joven. Es egresado de la Escuela de Ingeniería Municipal, en el DF. Tras
una vida de trabajo duro, se jubiló y hace apenas 4 años regresó a
México porque, según confiesa, tenía un pendiente en la vida: "cuando
llegué al otro lado llegué solo; tuve que aprender a cocinar, a hacer
limpieza, a plancharme la ropa. Todo lo que aquí me hacían en casa sin
que yo moviera un dedo. Ahí entendí que el chiste de esto es aprender a
servir, no esperar que le sirvan. Me prometí que yo iba a regresar a
México a servirle a los demás".
Y
eso ha hecho: Palermo da cursos de capacitación para formar técnicos
topógrafos, y en no pocas ocasiones su paga es simplemente el
agradecimiento de sus estudiantes: "De repente algún cabrón de esos que
nunca faltan me dice: oye Palermo, ¿por qué a tus otros alumnos no les
cobras y a mi sí me estás cobrando el curso? Le respondo: pues muy
simple, porque tú no estás jodido", ríe. Pero se pone serio
cuando comparte su punto de vista sobre la misión educativa: "Algunos
maestros se quejan de lo mucho que trabajan, y todo para que los alumnos
ni lo agradezcan. Es una pendejada. La educación no es para
formar súbditos. Es para compartir los conocimientos que tienes, y que
el alumno llegue a ser más chingón que tú. Si no, ¿pa' qué?".
Seis horas después de instalarse en el crucero de costumbre, Palermo
Galindo terminó de desmontar la mampara y ahora se encamina a su casa, a
su pizarrón lleno de croquis y fórmulas, a su sala donde se apilan las
placas de unisel, las reglas, un viejo restirador y muchos, muchos
libros. Amablemente invita a regresar "para platicar con más precisión
las cosas", y mientras cierra el portón de su casa se dibuja en su
rostro, radiante, una sonrisa. Puede sentirse satisfecho, sin duda. A
sus 80 años ha luchado en esta campaña como el mejor. Hasta el último
minuto.
Comentarios: renegadolegitimo@gmail.com
Twitter: @RenegadoL
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