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martes, 27 de noviembre de 2012

En corto: Breves de la semana:FCH y su legado, politica, economia, seguridad y muertos,

EN CORTO 
José Luis Avendaño C. 
Triste adiós 
¿Adonde, adonde? El Fisgón
Junto con su gira de despedida, aquí y en el exterior, el presidente Felipe Calderón se ha visto obligado a explicar, y con ello justificarse, sobre el entorno difícil en que transcurrió su sexenio y particularmente en materia de combate al narcotráfico, que convirtió en personal. Se va desencantado, pues mientras aquí suman más de 60 mil muertos, en el país vecino –el mayor mercado— se legaliza su consumo. “Un cambio paradigmático”, definió en España. Lo anterior lleva a un enorme fracaso y desesperación. Poner tanto celo, y ¿para qué?
Afirmó que “no son las drogas en sí mismas lo que preocupa a los países de la región, sino la violencia asociada a su tráfico, el cual genera montañas de dinero pagado por consumidores estadunidenses y europeos, que llegan a las organizaciones criminales. En el caso de México se estima que cada año son al menos 20 mil millones de dólares” (La Jornada, 18-11-2012).

Memorial
Victimas: Ahumada
A 10 días de que finalizara su administración, el 20 de noviembre –aniversario 102 de la Revolución Mexicana—, el presidente Felipe Calderón inauguró la Plaza al Servicio de la Patria, en que se honra a “nuestros héroes contemporáneos” que murieron en el combate al narcotráfico y crimen organizado de 2001 a la fecha, es decir, en los dos sexenios panistas.
El memorial, de seis mil 900 metros cuadrados, ubicado en el Campo Marte, cuenta con un espejo de agua de 35 por 13 metros y un centro cultural de mármol, en cuyas paredes se labrarán los nombres de los caídos en combate. Además, tiene tres pantallas gigantes interactivas, en las que se conocerán los logros y cifras de esta estrategia (el día 26, inaugura en ese mismo espacio el Memorial de las Víctimas).
Según las cifras presidenciales, son 205 soldados caídos en combate. ¿Por qué, entonces, se habla de más de 85 mil muertos, sólo en este sexenio?
Por los suelos
El toque final: Fisgón
En la carrera inflacionaria –precios versus salarios—, estos últimos siempre van a la zaga. Los precios pueden subir de un día para otro, en un hecho que se mira hasta normal en el proceso económico, mientras el salario –precio de la fuerza de trabajo— crece una vez cada año, de acuerdo con la negociación contractual o cuando, en el caso del salario mínimo, es negociado entre empleadores, trabajadores y gobierno en turno.
En México, se les impone a los trabajadores, como regalo de fin de año. Siempre en función de la inflación pasada (del año que termina) y no de la estimada (del año por venir), situación que deja al salario en desventaja respecto a los otros precios. Además que, como parte de la política de estabilidad, el aumento salarial tiene un tope, que ha servido como ancla inflacionaria. Y ni así, los precios terminan por desbocarse. Por eso, como diría, Manolito, el hijo de abarrotero español, amigo de la entrañable Mafalda, el salario mínimo sirve para maldita la cosa, es decir, para nada. Una demanda del Día del Trabajo y de todos los días: ¡Salario mínimo al presidente, para que vea lo que se siente!

“En la actualidad, para adquirir la canasta básica deben trabajar tres miembros de una familia, a fin de devengar seis mil 656.67 pesos, según un estudio del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la UNAM, se lee en la Ventana Obrera (19-11-2012), periódico mural de la Universidad Obrera de México. “Puntualiza que mientras los precios de los productos básicos crecieron 12.96 por ciento en el primer semestre de este año, el ingreso mínimo sólo aumentó 4.2 por ciento. La pérdida de 43.1 por ciento del poder adquisitivo durante la actual administración federal, sólo se podrá recuperarse congelando 47 años los precios de los productos básicos, lo que prácticamente sería imposible”.
Como un ejercicio de sano masoquismo, que cada persona o familia haga su lista de productos básicos. Nada de productos suntuarios, como gasolinas o servicio telefónico, ya no digamos el cine o el teatro.    
Aumento al mínimo
En las pasadas elecciones del 6 de noviembre en Estados Unidos, además de las del presidente, legisladores y autoridades locales, la atención de la opinión pública se centró en la aprobación del uso de la marihuana (mariajuana, en inglés) para usos recreativos en Colorado y Washington. Pero se votaron otros asuntos locales de repercusión nacional y hasta internacional, si tenemos en cuenta la austeridad, como respuesta del capital a la recesión.
En tres ciudades se votaron aumentos en el salario mínimo. En Alburquerque, Nuevo México, aumentó de 7.50 a 8.50 dólares la hora, a fin de ajustarlo al costo de vida. En San José, California, creció de 8 a 10 dólares la hora. En Long Beach, California, se incrementó hasta 13 dólares la hora. En las primeras dos ciudades, la medida beneficiará a 109 mil trabajadores.
En Estados Unidos, el salario mínimo es de 7.25 dólares la hora, lo que hace un total de 14 mil 500 dólares al año (estancado desde hace tres años); apenas tres mil dólares por encima de la línea de pobreza, para una familia con dos hijos, que ha perdido 13 por ciento de su poder de compra desde 1979. De todos modos, el trabajador de salario mínimo representa la mitad del ingreso familiar (The Nation, 15-11-2012).
Prosperidad, no austeridad
Bienvenidos: Hernández
Así titula David Moberg, antropólogo por la Universidad de Chicago, su artículo para In These Times (23-11-2012), sobre la necesidad de que el presidente Barack Obama resista el embate republicano con sus políticas orientadas a reducir el déficit, pero que en realidad son políticas de austeridad antilaborales, en base a recortes en el gasto público, que profundizarán el estancamiento. De ser así, “se prolongará la pasada ‘década perdida’ para los trabajadores”. Y advierte sobre una reforma (anti)laboral. En cambio, políticas vigorosas de creación de empleo conducirán a la prosperidad y fortalecerán la democracia. Una lección económica y política de la mayor importancia. Es el regreso de Keynes, no de Marx. Que no se les olvide a los asustadizos.
Informalidad, rey sexenal
Las promesas de campaña, generalmente, se quedan en eso; son juegos de artificio que se convierten en humo. Fue el caso del empleo, del cual Felipe Calderón se consideró presidente. No precisó de qué tipo, y al final lo fue del informal y precario. En su columna: México SA, Carlos Fernández-Vega desgrana una serie de datos duros: “dos de cada tres mexicanos (66 por ciento) que por primera vez se incorporaron al mercado laboral quedaron totalmente fuera del sector formal de la economía, condenándolos a la informalidad, el desempleo o la emigración”. La desocupación abierta se incrementó 40 por ciento y un déficit de cuatro millones de empleos formales. Con una población total de 115 millones de habitantes, 51 millones constituyen la Población Económicamente Activa y menos de 16 millones se encuentran registrados en el Seguro Social.
Peor: “en México existen más de 30 millones de trabajadores que no cuentan con seguridad social, casi el doble de quienes están registrados en el IMSS. “Si a lo anterior se le adiciona que hay más de 14 millones de empleados sin un contrato escrito que los vincule con sus patrones (algo que por ley debería otorgarse), 6.7 millones de personas que perciben un salario mínimo o menos, 3 millones de trabajadores sin remuneraciones y 14 millones más en la economía informal, lo que puede indicarse es que en México predomina un mercado laboral que no es factor de movilidad social, que genera precariedad y que en consecuencia no propicia el bienestar de la población. Y la reforma laboral empeorará el balance” (La Jornada, 24-11-2012).
  Reporte Latino
La seguridad nacional es como el bosque donde crecen y desarrollan los árboles. Reporte Latino, como parte del balance sexenal, desmenuzó la guerra contra las drogas como una cruzada personal de Felipe Calderón. Una guerra que se inscribe en el esquema prohibicionista, cuando, en 1971, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, abiertamente, la declara. Siguiendo una línea que va del Plan Colombia al Plan México (Iniciativa Mérida), y después de unas cuestionadas elecciones, FC decide dar el paso a la guerra, desde las primeras semanas de su administración, en diciembre de 2006, como una manera de legitimarse. El costo ha sido muy elevado. Fue como darle de escobazos al avispero, pues no sólo se multiplicó la violencia, sino que se duplicó el número de cárteles de la droga, de siete a 14 en el sexenio calderonista. A los tres o cuatro grandes cárteles apareció la narcochiquillada, como la llama Juan Antonio Cruz.
De la ayuda económica y militar, bajo el cobijo de la Iniciativa Mérida, se pasó a la injerencia directa de Estados Unidos, con la presencia de agentes de la Agencia Antidrogas (DEA) y de la operación Rápido y furioso, que toma su nombre de la serie de películas del mismo nombre. Así, México se convirtió en parte de la seguridad nacional estadunidense, quedando a la deriva su independencia y soberanía.  ¿Habrá un replanteamiento de la estrategia en el nuevo sexenio?
Escúchenos, de lunes a viernes a las 9 de la mañana, por radioseguridad.com
Rapidito
La ceremonia de toma de posesión de la presidencia, el 1 de diciembre, será tan breve, que, parodiando al clásico: “Tomas y te vas”.

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