José Luis Avendaño C.
Más que ganar Barack Obama, perdió Mitt Romney.
No obstante ser un político (ex gobernador republicano en la demócrata
Massachusetts) y empresario exitoso –incluido el hecho de pagar menos impuestos que cualquiera de sus empleados—, Romney no comprendió una realidad sociológica fundamental: la nueva composición del electorado estadunidense, pues los latinos,
afroamericanos, jóvenes y mujeres –54 por ciento del padrón electoral—
llevaron a que Obama se religiera para el periodo 2013-2017. Perdió con
un discurso ultraconservador para una minoría: el
tradicional blanco, anglosajón y protestante (wasp, por sus siglas en inglés). Sólo el 40 por ciento de los votantes de origen mexicano lo hicieron por Romney.
Lo anterior es, sobre todo, reflejo de algo esencial: en medio de la profunda crisis económica, la enorme desigualdad social en el país que se proclama el más democrático del mundo. Una contradicción del capitalismo que puso de manifiesto el grupo Occupy Wall Street (Ocupa Wall Street) cuando le puso números: 99% de la población vs. 1% (en realidad, 0.01%), en una etapa en la que el sector productivo es desplazado por el capital financiero especulativo,
centro neurálgico de las crisis recientes y recurrentes. A
contracorriente del pensamiento único dominante, acrítico y
complaciente, la respuesta ya la
dio Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.
Al final de la jornada electoral, el mapa de Estados Unidos era mayoritario rojo
(color símbolo del Partido Republicano) y minoritario azul (color
símbolo del Partido Demócrata). Entonces, ¿por qué perdió Romney? Lo
decisivo en la elección, no es voto popular, sino el del Colegio
Electoral (CE), cuyos votos se distribuyen en función de la cantidad de
habitantes de cada entidad, en el que el candidato que gana en
determinado estado, se lleva todos los votos del CE. Un sistema antidemocrático, pues a los padres fundadores (founding fathers) de Estados Unidos les asustó el voto de las mayorías y temieron
que éstas pudieran equivocarse.
En Estados Unidos, la diferencia entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano es tanta, como la diferencia entre la Pepsi Cola y la Coca Cola. Fue ésta, la de noviembre de 2012, una elección entre la ultraderecha conservadora y una derecha moderada, representada, hoy, por el presidente Obama, atrapado por la red de intereses de la doble W: Washington-Wall Street. Un duro aprendizaje político del abogado afrodescendiente (por la línea paterna). Esto es más claro en su política exterior, con el papel de EU como centro hegemónico y vocación imperialista.
Más que una democracia, la de EU es una dólarcracia (dollarcracy), como la llama Robert W. McChesney (Monthly Review, noviembre de 2012); dólarcracia en el sentido de que el poder de la gente (democracia) es sustituido por el poder del dinero, la plutocracia (0.01 por ciento de la población).
Marijuana boogie
Característica
de las elecciones estadunidenses es que cada entidad y condado puede
votar ese día iniciativas propias, propuestas por las autoridades o los
mismos ciudadanos. Ganó en Colorado y Washington el uso de la marihuana (marijuana, en inglés), no sólo para usos medicinales, que los tiene, como cualquier yerba que se respete, sino para usos recreativos. Eso le reportará al gobierno, como el alcohol y el tabaco, recursos, en un país que se acerca a un precipicio fiscal por una economía que descansa en los gastos de defensa y alcanzar la pax
americana.
De
entrada, eso replantea la relación México-Estados Unidos respecto a la
guerra contra el narcotráfico, una guerra que se libra fuera del
territorio estadunidense con un enorme costo para su vecino del sur. Una
doble moral o cinismo, pues mientras en EU se abren las puertas para una despenalización, aquí, en México, continúa la narcoviolencia, con más de 85 mil muertos durante la administración calderonista, que finaliza el 30 de noviembre.
Enrique
Peña Nieto se entrevistará, el 27 de noviembre en Washington, con el
relecto presidente Barack Obama, a escasos tres días de que él asuma la
presidencia en México, y seguramente tratarán el asunto.
El relevo sexenal no sólo es una oportunidad de ajustar la estrategia antinarco, que reduzca violencia y mortandad, sino que, a raíz de la votación en Colorado y Washington, considerar abrir aquí el debate para su despenalización –diferente a su legalización.
El 2 de noviembre, en vísperas de las elecciones del 7, The Economist abordó el tema de la legalización desde el punto de vista de México,
y que reproduce en su página, el 10 de noviembre. Cita un estudio del
Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), que dice que “el negocio de la marihuana en EU le deja cerca de dos billones de dólares al año a los narcotraficantes mexicanos”.
El
semanario retomó las declaraciones del presidente Calderón, frente a la
Asamblea de las Naciones Unidas en octubre, sobre considerar otras “alternativas de mercado”, que se interpreta como su “legalización”.
Según el IMCO, el costo del cultivo de la droga es de 880 dólares por
kilo, que en Washington tendría un precio de dos mil dólares, que hoy no
se vende por menos de cuatro mil pesos. Pero “la Washington’s marijuana es de la mejor calidad”.
La legalización de la marihuana representaría perdidas para los capos
mexicanos de 1.4 billones del total de dos billones de dólares.
Por su parte, The Washington Post, del 8 de noviembre, cita Luis Videgaray, cercano colaborador de Enrique Peña Nieto, de que la legalizará “cambiará las reglas del juego”, a alusión a un replanteamiento, no sólo de la de la estrategia antinarco, sino de la relación bilateral.
Sin memoria histórica
Hay quienes olvidan o no quieren recordar la historia, pues ahora tienen otros intereses. En vísperas de las elecciones en Estados Unidos, David Brooks, corresponsal de La Jornada (6-11-2012), cita al historiador Howard Zinn, en su columna American Curios:
“… lo necesario es recuperar los principios de la Declaración de Independencia,
que giran en torno al ‘espíritu de resistencia a la autoridad ilegítima
y a fuerzas que despojan al pueblo de su vida, libertad y derecho de
buscar la felicidad, y bajo estas condiciones insta al derecho de
alterar o abolir la forma actual del gobierno….’ Para lograr esos
principios, Zinn sostiene que vamos a necesitar salirnos de la ley, de dejar de obedecer leyes que demandan matar o alocar la riqueza de la manera en que se ha hecho”. O leyes de mercado que matan de hambre –vía la precarización del trabajo— a
sus pueblos.
Por un pensamiento crítico
Del 6 al 9 de noviembre, se realizó la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, bajo el tema: El estado de las ciencias sociales en América Latina y el Caribe, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Es un llamado a recuperar el pensamiento crítico.
A los temas clásicos sobre la crisis capitalista, el Estado nacional,
el campesinado, o las alternativas el sur, se sumaron los del cambio
climático, el feminismo, la migración y el de los jóvenes.
Los
jóvenes de entre 15 y 24 años son los más afectados por la violencia.
Mientras que México ocupa el tercer lugar en asesinatos después de
Brasil y Colombia, y seguido de Guatemala y Argentina. Tan solo en
México, entre el 2000 y el 2008 fueron asesinados 36 mil 444
adolescentes y jóvenes, lo que representa en promedio 4 mil 500
asesinatos por año.
Grupos de jóvenes, lo mismo en Chile que en México, se organizan en demanda de educación pública gratuita, con una enseñanza científica, alejada del pensamiento único dominante, que mira a la educación, precisamente, como una mercancía más; educación que no recibe del Estado porque los recursos públicos están dedicados a combatir la narcoviolencia, la cual se traga a miles de jóvenes.
Empero, el pensamiento crítico está lejos de los centros de decisión, más cuando se observa un Estado penetrado, intervenido, privatizado…
Zombis en la globalización
Haiti: Sufrimiento |
A un sismo que la devastó en 2010, y de la cual apenas se recupera, ahora ha sido víctima de la tormenta tropical Sandy. Pero, no sólo ha sido la víctima propiciatoria de la rebelión de la naturaleza, sino de los inherentes del sistema capitalista, que muestra así su fase más cruel. Esa maldición está lejos de ser (sobre)natural: es producto de su inserción en un sistema de despojo y explotación que, al ensañarse con ella, muestra su fase más inhumana.
El 30 de octubre –noche de Halloween—, Amy Wilenz publicó en The New York Times un artículo: “Un Zombi es un esclavo por siempre”. Un personaje, el del muerto viviente, vinculado, por las inhumanas condiciones de trabajo y de vida,
con la esclavitud del Nuevo Mundo. Toma de modelo la esclavitud en la
Haití colonial en los siglos XVIII y XIX, de la que la única manera de
escapar era la muerte, para regresar a África, el paraíso y recuperar la libertad, una
situación imposible para el zombi. De ahí que la muerte fuera deseada y buscada, a través del suicidio ritual vudú, aunque la muerte del esclavo representaba una propiedad disminuida para el amo.
En plena globalización, el zombi está de regreso,
“perfectos para el fascismo” dominante, en la figura de “personas sin
conciencia y, por tanto, incapaces de criticar al sistema en el que se
encuentran atrapados. “Trabaja sin protestar. Trabaja gratis y nunca
hace huelga. No necesitas darle de comer mucho”. Están en cualquier
parte y se alimentan de la televisión…
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El trabajo, ¿labor de arqueólogos?
El
más universal de los días, el Día del Trabajo, no se celebra en Estados
Unidos. En materia laboral, las grandes corporaciones –Wall-Mart y
Nike, por ejemplo— tienen sus propias leyes, en la que reina la explotación y se prohíbe la organización sindical.
En
Malasia, quien trabaja para Nike, necesita hacerlo durante 100 mil años
para recibir lo que un trabajador de Nike en Estados Unidos. Un ejemplo
más cercano: el salario
que paga una empresa minera canadiense en México es de mil a tres mil
pesos al mes, pero que paga esa misma empresa minera en Canadá: 20
dólares la hora.
Con una lectura, más que conferencia magistral, dedicada al mundo del trabajo: “Los derechos de los trabajadores, ¿un tema de los arqueólogos?”,
el periodista y escritor uruguayo clausuró la Conferencia
Latinoamericana y del Caribe de Ciencias Sociales (CLACSO), que rindió
homenaje a Haití y se firmó un convenio de colaboración académica con la
Universidad Estatal de Haití, la única de carácter público.
En la actualidad, el trabajo es una de las mayores inseguridades, dijo el autor de Las venas abiertas de América Latina.
Afirmó que la inseguridad pública es el tema preferido de los
políticos, pues aseguran que en cada esquina acecha un violador, un
asaltante, pero no dicen que trabajar es peligroso, pues cada 15 segundos muere un obrero de eso que llaman “accidentes de trabajo”.
Basta recorrer los lugares donde hay obras públicas –casi toda la ciudad, que parece campo minado— donde los trabajadores, a contrareloj, taladran calles y banquetas, y respiran, sin equipo de protección, el fino polvo que se aloja directamente en sus pulmones. Ya no digamos los mineros.
¿Cambiará algo, en el siguiente sexenio, con la contrarreforma laboral y con la misma política económica, desde hace 30 años?
Los hijos de los días de Eduardo Galeano: Día del trabajo
El musgo y la piedra
“Al amanecer de este día (19 de noviembre) de 1915, Joe Hill fue fusilado en Salt Lake City.
“Este
extranjero agitador, que había cambiado dos veces de nombre y mil veces
de oficio y de domicilio, había cometido las canciones que acompañaban
las huelgas obreras en los Estados Unidos.
“En la última noche, pidió a sus compañeros que no perdieran su tiempo llorándolo:
“Mi última voluntad es fácil de decir, / porque no dejo herencia que dividir: / Mi libertad es todo lo que queda. / No cría musgo la piedra que rueda.”
(Eduardo Galeano. Los hijos de los días. Siglo XXI editores. México.2012)
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