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lunes, 12 de noviembre de 2012

En Corto, Noticias breves de la semana: Zombies de la globalizacion, EUA dolarocracia,pensamiento critico, Eduardo Galeano

EN CORTO
José Luis Avendaño C. 
Más que ganar Barack Obama, perdió Mitt Romney. 
No obstante ser un político (ex gobernador republicano en la demócrata Massachusetts) y empresario exitoso –incluido el hecho de pagar menos impuestos que cualquiera de sus empleados—, Romney no comprendió una realidad sociológica fundamental: la nueva composición del electorado estadunidense, pues los latinos, afroamericanos, jóvenes y mujeres –54 por ciento del padrón electoral— llevaron a que Obama se religiera para el periodo 2013-2017. Perdió con un discurso ultraconservador para una minoría: el tradicional blanco, anglosajón y protestante (wasp, por sus siglas en inglés). Sólo el 40 por ciento de los votantes de origen mexicano lo hicieron por Romney. 

Lo anterior es, sobre todo, reflejo de algo esencial: en medio de la profunda crisis económica, la enorme desigualdad social en el país que se proclama el más democrático del mundo. Una contradicción del capitalismo que puso de manifiesto el grupo Occupy Wall Street (Ocupa Wall Street) cuando le puso números: 99% de la población vs. 1% (en realidad, 0.01%), en una etapa en la que el sector productivo es desplazado por el capital financiero especulativo, centro neurálgico de las crisis recientes y recurrentes. A contracorriente del pensamiento único dominante, acrítico y complaciente, la respuesta ya la dio Rosa Luxemburgo: socialismo o barbarie.
Al final de la jornada electoral, el mapa de Estados Unidos era mayoritario rojo (color símbolo del Partido Republicano) y minoritario azul (color símbolo del Partido Demócrata). Entonces, ¿por qué perdió Romney? Lo decisivo en la elección, no es voto popular, sino el del Colegio Electoral (CE), cuyos votos se distribuyen en función de la cantidad de habitantes de cada entidad, en el que el candidato que gana en determinado estado, se lleva todos los votos del CE. Un sistema antidemocrático, pues a los padres fundadores (founding fathers) de Estados Unidos les asustó el voto de las mayorías y temieron que éstas pudieran equivocarse.
En Estados Unidos, la diferencia entre el Partido Demócrata y el Partido Republicano es tanta, como la diferencia entre la Pepsi Cola y la Coca Cola. Fue ésta, la de noviembre de 2012, una elección entre la ultraderecha conservadora y una derecha moderada, representada, hoy, por el presidente Obama, atrapado por la red de intereses de la doble W: Washington-Wall Street. Un duro aprendizaje político del abogado afrodescendiente (por la línea paterna). Esto es más claro en su política exterior, con el papel de EU como centro hegemónico y vocación imperialista.
Más que una democracia, la de EU es una dólarcracia (dollarcracy), como la llama Robert W. McChesney (Monthly Review, noviembre de 2012); dólarcracia en el sentido de que el poder de la gente (democracia) es sustituido por el poder del dinero, la plutocracia (0.01 por ciento de la población).
Marijuana boogie
Característica de las elecciones estadunidenses es que cada entidad y condado puede votar ese día iniciativas propias, propuestas por las autoridades o los mismos ciudadanos. Ganó en Colorado y Washington el uso de la marihuana (marijuana, en inglés), no sólo para usos medicinales, que los tiene, como cualquier yerba que se respete, sino para usos recreativos. Eso le reportará al gobierno, como el alcohol y el tabaco, recursos, en un país que se acerca a un precipicio fiscal por una economía que descansa en los gastos de defensa y alcanzar la pax americana.
De entrada, eso replantea la relación México-Estados Unidos respecto a la guerra contra el narcotráfico, una guerra que se libra fuera del territorio estadunidense con un enorme costo para su vecino del sur. Una doble moral o cinismo, pues mientras en EU se abren las puertas para una despenalización, aquí, en México, continúa la narcoviolencia, con más de 85 mil muertos durante la administración calderonista, que finaliza el 30 de noviembre.
Enrique Peña Nieto se entrevistará, el 27 de noviembre en Washington, con el relecto presidente Barack Obama, a escasos tres días de que él asuma la presidencia en México, y seguramente tratarán el asunto.
El relevo sexenal no sólo es una oportunidad de ajustar la estrategia antinarco, que reduzca violencia y mortandad, sino que, a raíz de la votación en Colorado y Washington, considerar abrir aquí el debate para su despenalización –diferente a su legalización.
El 2 de noviembre, en vísperas de las elecciones del 7, The Economist abordó el tema de la legalización desde el punto de vista de México, y que reproduce en su página, el 10 de noviembre. Cita un estudio del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO), que dice que el negocio de la marihuana en EU le deja cerca de dos billones de dólares al año a los narcotraficantes mexicanos”.
El semanario retomó las declaraciones del presidente Calderón, frente a la Asamblea de las Naciones Unidas en octubre, sobre considerar otras “alternativas de mercado”, que se interpreta como su “legalización”. Según el IMCO, el costo del cultivo de la droga es de 880 dólares por kilo, que en Washington tendría un precio de dos mil dólares, que hoy no se vende por menos de cuatro mil pesos. Pero “la Washington’s marijuana es de la mejor calidad”. La legalización de la marihuana representaría perdidas para los capos mexicanos de 1.4 billones del total de dos billones de dólares.
Por su parte, The Washington Post, del 8 de noviembre, cita Luis Videgaray, cercano colaborador de Enrique Peña Nieto, de que la legalizará cambiará las reglas del juego, a alusión a un replanteamiento, no sólo de la de la estrategia antinarco, sino de la relación bilateral.
Sin memoria histórica
Hay quienes olvidan o no quieren recordar la historia, pues ahora tienen otros intereses. En vísperas de las elecciones en Estados Unidos, David Brooks, corresponsal de La Jornada (6-11-2012), cita al historiador Howard Zinn, en su columna American Curios:
“… lo necesario es recuperar los principios de la Declaración de Independencia, que giran en torno al ‘espíritu de resistencia a la autoridad ilegítima y a fuerzas que despojan al pueblo de su vida, libertad y derecho de buscar la felicidad, y bajo estas condiciones insta al derecho de alterar o abolir la forma actual del gobierno….’ Para lograr esos principios, Zinn sostiene que vamos a necesitar salirnos de la ley, de dejar de obedecer leyes que demandan matar o alocar la riqueza de la manera en que se ha hecho”. O leyes de mercado que matan de hambre –vía la precarización del trabajo— a sus pueblos.
Por un pensamiento crítico
Del 6 al 9 de noviembre, se realizó la Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales, bajo el tema: El estado de las ciencias sociales en América Latina y el Caribe, organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Es un llamado a recuperar el pensamiento crítico. A los temas clásicos sobre la crisis capitalista, el Estado nacional, el campesinado, o las alternativas el sur, se sumaron los del cambio climático, el feminismo, la migración y el de los jóvenes.
Los jóvenes de entre 15 y 24 años son los más afectados por la violencia. Mientras que México ocupa el tercer lugar en asesinatos después de Brasil y Colombia, y seguido de Guatemala y Argentina. Tan solo en México, entre el 2000 y el 2008 fueron asesinados 36 mil 444 adolescentes y jóvenes, lo que representa en promedio 4 mil 500 asesinatos por año.
Grupos de jóvenes, lo mismo en Chile que en México, se organizan en demanda de educación pública gratuita, con una enseñanza científica, alejada del pensamiento único dominante, que mira a la educación, precisamente, como una mercancía más; educación que no recibe del Estado porque los recursos públicos están dedicados a combatir la narcoviolencia, la cual se traga a miles de jóvenes.
Empero, el pensamiento crítico está lejos de los centros de decisión, más cuando se observa un Estado penetrado, intervenido, privatizado
Zombis en la globalización
Haiti: Sufrimiento
Dentro de América Latina y el Caribe, no ha habido nación más sufrida que Haití. Por una ancestral inestabilidad y una dictadura familiar –Francois Devalier, Papa Doc (1957-1971), y su hijo, Jean-Claude, Baby Doc—, el país no ha podido consolidar un régimen democrático. Pareciera que es una maldición por haber sido el primer espacio de la región en alcanzar su independencia (1806), nada menos que de la Francia napoleónica, y haber sido, también, la primera en abolir la esclavitud en el continente.
 
A un sismo que la devastó en 2010, y de la cual apenas se recupera, ahora ha sido víctima de la tormenta tropical Sandy. Pero, no sólo ha sido la víctima propiciatoria de la rebelión de la naturaleza, sino  de los inherentes del sistema capitalista, que muestra así su fase más cruel. Esa maldición está lejos de ser (sobre)natural: es producto de su inserción en un sistema de despojo y explotación que, al ensañarse con ella, muestra su fase más inhumana.
 
El 30 de octubre –noche de Halloween—, Amy Wilenz publicó en The New York Times un artículo: Un Zombi es un esclavo por siempre”. Un personaje, el del muerto viviente, vinculado, por las inhumanas condiciones de trabajo y de vida, con la esclavitud del Nuevo Mundo. Toma de modelo la esclavitud en la Haití colonial en los siglos XVIII y XIX, de la que la única manera de escapar era la muerte, para regresar a África, el paraíso y recuperar la libertad, una situación imposible para el zombi. De ahí que la muerte fuera deseada y buscada, a través del suicidio ritual vudú, aunque la muerte del esclavo representaba una propiedad disminuida para el amo.
 
En plena globalización, el zombi está de regreso, “perfectos para el fascismo” dominante, en la figura de “personas sin conciencia y, por tanto, incapaces de criticar al sistema en el que se encuentran atrapados. “Trabaja sin protestar. Trabaja gratis y nunca hace huelga. No necesitas darle de comer mucho”. Están en cualquier parte y se alimentan de la televisión…
 
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Ahora que en México se aprobó la reforma laboral que le da todas las ventajas al capital, vale observar que es una ofensiva global contra el trabajo. De Grecia a España, y en los mismos Estados Unidos. En su resumen semanal: Beat the press, el Centro de Investigación Económica y Política (CEPR, por sus siglas en inglés), reproduce y comenta un artículo de Steven Greenhouse sobre el significado de la flexibilización laboral (The New York Times, 28-10-2012): la flexibilización para los empleadores significa menos flexibilidad para los trabajadores, como una manera de controlar el horario laboral para disminuir los costos. Lo anterior se traduce en que los trabajadores no tienen tiempo para planear sus propias vidas, fuera y al margen de sus centros de trabajo, como es la de crianza de los hijos (a menos de que estén desempleados).
El trabajo, ¿labor de arqueólogos?
El más universal de los días, el Día del Trabajo, no se celebra en Estados Unidos. En materia laboral, las grandes corporaciones –Wall-Mart y Nike, por ejemplo— tienen sus propias leyes, en la que reina la explotación y se prohíbe la organización sindical.
En Malasia, quien trabaja para Nike, necesita hacerlo durante 100 mil años para recibir lo que un trabajador de Nike en Estados Unidos. Un ejemplo más cercano: el salario que paga una empresa minera canadiense en México es de mil a tres mil pesos al mes, pero que paga esa misma empresa minera en Canadá: 20 dólares la hora.
Con una lectura, más que conferencia magistral, dedicada al mundo del trabajo: Los derechos de los trabajadores, ¿un tema de los arqueólogos?, el periodista y escritor uruguayo clausuró la Conferencia Latinoamericana y del Caribe de Ciencias Sociales (CLACSO), que rindió homenaje a Haití y se firmó un convenio de colaboración académica con la Universidad Estatal de Haití, la única de carácter público.
En la actualidad, el trabajo es una de las mayores inseguridades, dijo el autor de Las venas abiertas de América Latina. Afirmó que la inseguridad pública es el tema preferido de los políticos, pues aseguran que en cada esquina acecha un violador, un asaltante, pero no dicen que trabajar es peligroso, pues cada 15 segundos muere un obrero de eso que llaman “accidentes de trabajo”.
Basta recorrer los lugares donde hay obras públicas –casi toda la ciudad, que parece campo minado— donde los trabajadores, a contrareloj, taladran calles y banquetas, y respiran, sin equipo de protección, el fino polvo que se aloja directamente en sus pulmones. Ya no digamos los mineros.
¿Cambiará algo, en el siguiente sexenio, con la contrarreforma laboral y con la misma política económica, desde hace 30 años?
Los hijos de los días de Eduardo Galeano: Día del trabajo
 El musgo y la piedra
“Al amanecer de este día (19 de noviembre) de 1915, Joe Hill fue fusilado en Salt Lake City.
“Este extranjero agitador, que había cambiado dos veces de nombre y mil veces de oficio y de domicilio, había cometido las canciones que acompañaban las huelgas obreras en los Estados Unidos.
En la última noche, pidió a sus compañeros que no perdieran su tiempo llorándolo:
Mi última voluntad es fácil de decir, / porque no dejo herencia que dividir: / Mi libertad es todo lo que queda. / No cría musgo la piedra que rueda.
(Eduardo Galeano. Los hijos de los días. Siglo XXI editores. México.2012)

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