Con muestra de la cromolitografía, el Museo Soumaya de Plaza Loreto celebra 18 años
Los calendarios, registro de fiestas, música, cine y folclor del siglo XX
Una generación de pintores se unieron a técnicos, impresores, diseñadores y vendedores para crear
La “aventura –señala Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya–, comenzó a finales de los años 70 cuando Grupo Carso, gracias a la visión de Carlos Slim Helú y Juan Antonio Pérez Simón, compró una de las imprentas que marcó la época del calendario en México”.
Una aventura que también había iniciado a principios del siglo pasado,
La técnica de la cromolitografía se cultivó en México desde comienzos
del siglo XX, dice Palhares. La industria tabacalera fue el primer
escenario de los cromos que dieron lugar a una impresión de gran calidad
y pureza en el colorido. Esta modalidad se extendió más tarde a otros
negocios, como el cervecero, las embotelladoras y los alimentos.
La publicidad del calendario, como fenómeno internacional, se manifestó simultáneamente en diferentes latitudes del planeta –desde China hasta Latinoamérica– con la incorporación de elementos costumbristas y tradicionales de cada lugar.
A comienzos de los 30 sobrevino un fenómeno de reproducción de cromos publicitarios gracias a la empresa líder que fundó el inmigrante santanderino Santiago Galas Arce: Galas de México. Palhares escribe que
imágenes de ensueñoque poblaron los hogares mexicanos, afirma Alfonso Miranda
El Museo Soumaya, Fundación Carlos Slim, celebra 18 años de vida en Plaza Loreto con Época de calendarios, exposición de alrededor de mil 500 piezas de
Óleos, fotografías, vidrios, acetatos, láminas de impresión,
maquinaria e impresos ilustran los procesos industriales del cromo a lo
largo de más de medio siglo de historia gráfica, a la vez que se
incluyen testimonios orales recogidos entre los artistas y trabajadores
de ese gran periodo del siglo XX.ensueño y realidad fascinante que crean identidad, las cuales fueron rescatadas de las bodegas de la empresa Galas de México, la mayoría perteneciente al propio negocio.
La “aventura –señala Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya–, comenzó a finales de los años 70 cuando Grupo Carso, gracias a la visión de Carlos Slim Helú y Juan Antonio Pérez Simón, compró una de las imprentas que marcó la época del calendario en México”.
Una aventura que también había iniciado a principios del siglo pasado,
una visión, sin duda, rectora de lo que implica la cromolitografía y los impresos, como fue la fábrica Galas de México, primero en la calle Isabel la Católica y después en su emblemática sede de ladrillo en San Antonio Abad, donde aún está funcionando.
Tiempo y vida
Cuando hablamos de calendarios, hablamos de tiempo y cuando hablamos de tiempo, hablamos de vida, expresa Héctor Palhares, curador de Época de calendarios:
muestra de vida, del trabajo de muchas personas, no sólo pintores, sino también de impresores y de sus familias, así como de técnicos, vendedores, hacedores de esto que justamente marca una época fundamental en el imaginario de todos nosotros. Es una muestra en la que
la arqueología industrial, la historia gráfica y los cromos rinden homenaje a todos los hombres y mujeres que dejaron huella en Galas de México.
La publicidad del calendario, como fenómeno internacional, se manifestó simultáneamente en diferentes latitudes del planeta –desde China hasta Latinoamérica– con la incorporación de elementos costumbristas y tradicionales de cada lugar.
A comienzos de los 30 sobrevino un fenómeno de reproducción de cromos publicitarios gracias a la empresa líder que fundó el inmigrante santanderino Santiago Galas Arce: Galas de México. Palhares escribe que
la coyuntura de la mirada empresarial de su propietario y los adelantos técnicos en la maquinaria rotativa del offset generaron una amplia difusión de la cultura del calendario que se posicionó en nuestro entorno cotidiano más de cuatro décadas.
Jorge González Camarena se sumó a una generación de pintores
como Jesús de la Helguera, Eduardo Cataño, Ángel Martín, José Bribiesca,
Humberto Limón y Aurora Gil, quienes de la mano de técnicos,
impresores, diseñadores y vendedores poblaron los hogares mexicanos con
aquellas
Temas patrios, históricos, familiares, costumbristas, deportivos, infantiles, humorísticos o invocadores de la belleza femenina se imprimieron de forma permanente en calendarios especiales y de línea entre 1933 y 1970, año en que murió Santiago Galas.
Época de calendarios se divide en 11 núcleos temáticos. El primero, Grandeza mexicana, aborda el
Época de calendarios se puede visitar en Plaza Loreto, avenida Revolución y Río Magdalena, Tizapán, en San Ángel, de miércoles a lunes, de 10:30 a 18:30 horas, y sábados hasta las 20. La entrada es gratuita.
imágenes de ensueño.
Temas patrios, históricos, familiares, costumbristas, deportivos, infantiles, humorísticos o invocadores de la belleza femenina se imprimieron de forma permanente en calendarios especiales y de línea entre 1933 y 1970, año en que murió Santiago Galas.
Época de calendarios se divide en 11 núcleos temáticos. El primero, Grandeza mexicana, aborda el
Olimpo mexicano, que, como apunta el investigador Alfonso Morales, comprende
el universo de héroes, heroínas, dioses y diosas que configuraron algunas de las imágenes más entrañables de la identidad nacional. De allí que
estereotipos de guerreros de torso musculoso y lánguidas doncellas protagonizan los episodios de nuestra historia mesoamericana en franca idealización, sobre todo en la publicidad de neumáticos y productos alimenticios.
Fascinante mosaico cultural
Siguen En familia, Devocionales y Folclor nacional. En este último
Los otros núcleos son Destino: México, Humor, Niños, Deportes y De
marca. En Diosas de papel, las sensuales y bellas “muñequitas o pin up girls
rápidamente llegaron a ser protagonistas del universo de los cromos.
Jóvenes atrevidas, cuyas modelos originalmente fueron actrices
estadunidenses, se anclaron en el imaginario masculino con poses
cargadas de erotismo y fascinación”. El último apartado es precisamente
La fábrica Galas de México.el complejo y fascinante mosaico cultural mexicano ocupó la atención del calendario desde la primera etapa de producción de Galas. Varios artistas registraron en sus pinturas
un meticuloso estudio sobre indumentaria, fiestas, música, gastronomía y folclor. Aparte de la fiesta brava, el tema de la pareja fue multirreproducido en los calendarios mexicanos.
Inspirados por la cinematografía de la época de oro, los cromos se nutrieron de amor arrebatado, de allí que
una galería de personajes evocan los grandes filmes de María Félix, Dolores del Río, Pedro Armendáriz, Jorge Negrete y Pedro Infante.
Época de calendarios se puede visitar en Plaza Loreto, avenida Revolución y Río Magdalena, Tizapán, en San Ángel, de miércoles a lunes, de 10:30 a 18:30 horas, y sábados hasta las 20. La entrada es gratuita.
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