Reflexiones a los 25 años del caminar episcopal de fray Raúl Vera López, OP
Raul Vera |
Raul Vera y Samuel Ruiz |
Su labor incomoda tanto a las altas jerarquías
católicas de México y el Vaticano, como a las altas esferas del poder político;
y mientras las primeras no han encontrado en dos décadas y media razón ética, teológica
o canónica suficiente para destituirlo, a las segundas no les hace falta para un
día de estos borrarlo del mapa, lo cual pone su vida en todo momento al borde
del peligro. ¿Qué mantiene con vida a este profeta del desierto? No ciertamente
su condición de obispo ni el de hecho inexistente apoyo institucional de la
iglesia que representa: sus hermanos obispos no lo apoyan y los sacerdotes de
su diócesis no pueden (o no quieren) seguirle el paso, mientras fray Raúl
intenta seguirle el paso a la historia.
En medio del riesgo cotidiano, lo mantiene con vida
más bien su reconocimiento internacional como defensor de derechos humanos, pero
sobre todo la cercanía física y emocional de a quienes él ha entregado sus años
de trabajo pastoral, que le han creado una invisible catedral protectora más
allá de los límites de su diócesis en Saltillo, Coah., y de la iglesia católica
mexicana; en reciprocidad a su presencia solidaria con todas las luchas justas
de este país y de otras latitudes, quienes luchan y resisten están siempre
acompañándolo y nunca está solo.
Consciente de que del poder jerárquico que caracteriza
a la iglesia y al Estado sólo puede venir la opresión y exclusión, Raúl Vera ha
decidido resistir contracorriente desde otro lugar y desde otra actitud. Con
pasión y ternura camina al lado de los pueblos, de los débiles que construyen otro
mundo posible y otra iglesia posible desde la paz, la justicia y la equidad,
derribando las fronteras que nos dividen para construir una casa común, para todas
y todos, y para la naturaleza.
Ahora, en su jubileo episcopal, los pueblos caminan
con él, le acompañan por breves días (4 al 6 de enero) en un Saltillo envuelto en
la niebla, el frío intenso y un ambiente de violenta inseguridad al comienzo de
un año también de brumoso destino para nuestro país; le acompañan de muchas
latitudes, creencias e increencias para mostrarle su afecto, y para decir que
aún en medio de la intemperie y el desasosiego la esperanza vive y la dignidad
es posible y necesaria para todas y todos, especialmente los más pobres.
En la primera mañana de esta entrañable celebración,
que contó con la presencia y palabra de los conocidos teólogos Jon Sobrino y
Jesús Espeja, en su momento, la sacerdote anglicana Emilie T. Smith, quien
comparte con don Raúl la presidencia del SICSAL y el riesgo cotidiano de las amenazas
de muerte, habló para agradecer al obispo que sea terremoto para las estructuras de la iglesia católica; lo es
también para las estructuras del poder opresor; ¿lo será para la conciencia de
muchas y muchos que viven en el miedo, el silencio o la indiferencia? Ojalá así
sea y que el ejemplo de fe y resistencia de este bienhumorado fraile, junto al
de muchas y muchos, provoque la confluencia urgente en torno a la revolución
necesaria en este país sumido en la desigualdad y la violencia
Centro de Estudios Ecuménicos / Observatorio Eclesial
Saltillo, Coah. a 4 de enero de 2013
Centro de Estudios Ecuménicos / Observatorio Eclesial
Saltillo, Coah. a 4 de enero de 2013
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