1916 - El presidente estadounidense Woodrow Wilson envía 12.000 soldados estadounidenses al otro lado de la frontera mexicana en busca de Pancho Villa.
Dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano en Memoria del fuego- marzo
La aguja en el pajar
Una expedición de castigo, diez mil soldados y mucha artillería, entra en México para cobrar a Pancho Villa el insolente ataque a la ciudad norteamericana de Columbus.
—¡En jaula de hierro nos vamos a llevar a ese asesino!— proclama el general John Pershing, y le hace eco el trueno de sus cañones.
A través de los inmensos secarrales del norte, el general Pershing encuentra varias tumbas —Aquí yace Pancho Villa— sin Villa adentro. Encuentra serpientes y lagartijas y piedras mudas y campesinos que murmuran pistas falsas cuando los golpean, los amenazan o les ofrecen en recompensas todo el oro del mundo.
La aguja en el pajar
Una expedición de castigo, diez mil soldados y mucha artillería, entra en México para cobrar a Pancho Villa el insolente ataque a la ciudad norteamericana de Columbus.
—¡En jaula de hierro nos vamos a llevar a ese asesino!— proclama el general John Pershing, y le hace eco el trueno de sus cañones.
A través de los inmensos secarrales del norte, el general Pershing encuentra varias tumbas —Aquí yace Pancho Villa— sin Villa adentro. Encuentra serpientes y lagartijas y piedras mudas y campesinos que murmuran pistas falsas cuando los golpean, los amenazan o les ofrecen en recompensas todo el oro del mundo.
Al cabo de algunos meses, casi un año, Pershing se vuelve a los Estados Unidos. Se lleva sus huestes, larga caravana de soldados hartos de respirar polvo y de recibir pedradas y mentiras en cada pueblito del cascajoso desierto. Dos jóvenes tenientes marchan a la cabeza de la procesión de humillados. Ambos han hecho en México su bautismo de fuego. Dwight Eisenhower, recién salido de West Point, está iniciando con mala pata el camino de la gloria militar. George Patton escupe al irse de este país ignorante y medio salvaje.
Desde la cresta de una loma, Pancho Villa contempla y comenta:
—Vinieron como águilas y se van como gallinas mojadas.
—Vinieron como águilas y se van como gallinas mojadas.
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