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jueves, 29 de agosto de 2013

Aqui los beneficios del "progreso" y "modernidad" privatizadoras, checale y luego piensa en la que quieren: PETROLEO

Convencido de que la aprobación de la reforma energética es inaplazable, pues lo contrario sería retrasar al país 30 años, el gobierno peñanietista mantiene el bombardeo propagandístico a todo lo que da, e insiste en los muchos beneficios que ésta acarrearía para el país y sus habitantes.
Aquello de los beneficios, el progreso y lo bien que le va a ir a esta República de discursos es algo por demás conocido y, sobre todo, padecido, pero lo novedoso es el enfoque retro que ahora utilizan los publicistas gubernamentales para amenazar a los mexicanos: de no aprobarse la propuesta energética del presiden Enrique Peña Nieto, México quedaría varado en la historia, sin desarrollo, sin crecimiento, sin bienestar.
Miguel de la Madrid
¡Qué mello! El problema es que justo ese discurso, pero en sentido contrario (“si se aprueba –como sucedió– la propuesta privatizadora, México avanzará vertiginosamente hasta convertirse, en el corto plazo, en nación del primer mundo”) fue utilizado hasta el cansancio por Miguel de la Madrid y, especialmente, Carlos Salinas de Gortari, tres décadas atrás, precisamente, cuando se inauguró la venta de garaje de la infraestructura productiva del Estado.
Echen cuentas: ¿qué sucedió en esos 30 años? Todo comenzó cuando a Miguel de la Madrid –o a los genios que lo asesoraban– le dio por decir que el gobierno de la República no tenía por qué ser propietario y administrar cabaretes, pues significaba una sangría para el erario, al tiempo que ese tipo de negocios no eran estratégicos (en términos constitucionales) para el país. Y tenía toda la razón. El problema es que de allí se agarraron (él y sus sucesores en Los Pinos) para desmantelar el aparato productivo del Estado.
Carlos Salinas de Gortari
Así, en alegre kermés privatizadora, vendieron los cabaretes, la fábrica de bicicletas Cóndor y las plantas productoras de pantalones Cadena. Pero también todo lo demás, porque nunca quisieron definir públicamente qué consideraban estratégico y qué no. Por esa vía pasaron a control de particulares lo mismo Alimentos del Fuerte que la Siderúrgica Lázaro Cárdenas-Las Truchas, la fábrica de Bolsas de Papel Guadalajara a la Compañía Minera de Cananea, Avatram Mexicana (casimires) que Teléfonos de México, Comercial de Telas que Ferrocarriles Nacionales de México, Compañía Industrial Jacaranda (hilados) que la banca, por sólo citar algunos casos.
Entre los resultados más notorios se cuenta el hecho de que no pocos monopolios del Estado –que no son ilegales, en términos constitucionales– de la noche a la mañana se convirtieron en monopolios privados –que sí lo son–, o en el mejor de los casos en oligopolios o duopolios, siempre bajo el cacareado discurso de los beneficios”, el progreso y lo bien que le va a ir a esta República, sin olvidar la vía fast track para ingresar al primer mundo.
Siguen las cuentas: prometieron que con la banca reprivatizada, México contaría con un sistema financiero no sólo eficiente y moderno, sino impulsor del crecimiento económico, el empleo, la planta industrial del país y demás gracias. Además, por si lo anterior fuera poco, se lograría democratizar el capital. Pues bien, en 1994 (cuando reventó la banca y el erario salió al quite, vía Fobaproa, y que los mexicanos siguen pagando), siete instituciones bancarias concentraban 57 por ciento de los activos totales; dos décadas después, tras la democratización del capital, los mismos siete acaparan 80 por ciento, y otorgan menos crédito productivo que 20 años antes (los datos son del propio gobierno federal).
Zedillo
Ernesto Zedillo a los habitantes de esta República de discursos les prometió que el paraíso les quedaría pequeñito con los beneficios que acarrearía la privatización de los Ferrocarriles Nacionales de México, pues la red ferroviaria se incrementaría a paso veloz, entre otras gracias. En 1997 –año de esa “desincorporación– la longitud total de la red ferroviaria en el país era de 26 mil 620 kilómetros; para 2012 sumaba 26 mil 727 kilómetros, 107 kilómetros más 15 años atrás, o lo que es lo mismo 7.13 kilómetros por año, o si se prefiere menos de 20 metros por día. He allí el beneficio, el progreso y lo bien que le fue a esta República con la entrega de este sector estratégico.
También está la triste historia de la industria petroquímica: por medio de simple reclasificación y sin mayores trámites, la petroquímica básica (la reservada al Estado) pasó de 64 a 8 productos, es decir, 56 de ellos se trasladaron al dominio de la petroquímica secundaria (la de la iniciativa privada), y a estas alturas la importación de este tipo de productos ha crecido como la espuma.
Vicente Fox y Martha S
Vicente Fox y sus guajiros decidieron concesionar la cuenca gasífera de Burgos al capital privado, con la promesa de que México no sólo sería autosuficiente en este combustible, sino que rápidamente se convertiría en exportador. Las cifras más recientes de la Secretaría de Energía indican que lejos de ello, las importaciones de gas se incrementaron la friolera 3 mil 200 por ciento en los dos últimos sexenios (los de Fox y Calderón, para quienes no lo recuerden).
En la citada venta de garaje la gran cadena comercializadora de alimentos y productos básicos en el país se llamaba Conasupo… pero lo modernizaron. Hoy esa gran cadena se llama Wal-Mart, y a estas alturas no se sabe cuál de las dos era más corrupta. Y también está la participación del Estado en la televisión: en 1993 Salinas de Gortari desincorporó Imevisión, lo que sólo sirvió para enriquecer a un empresario: Ricardo Salinas Pliego, y ampliar su red de poder económico y político, porque lo que transmite la ahora llamada Tv Azteca es igual de telebasura que Televisa.
También por decisión del citado personaje se concesionó la enorme riqueza minera del país. Año tras año, miles y miles de millones de dólares terminan en las alforjas de unos cuantos consorcios nacionales y extranjeros. De esa carretada de dinero al modernizado erario le quedan, cuando esas empresas lo pagan, 5 pesos por hectárea concesionada, en lo que constituye uno de los más descarados asaltos a la nación, y miren que los hay.
Las rebanadas del pastel:
En fin, el anterior es un vertiginoso repaso de lo sucedido en tres décadas privatizadoras. Ahora amenazan con retrasar al país 30 años si no aprueban la propuesta energética del gobierno federal. ¿En serio? Y con esos resultados van por el petróleo… A la dueña de mi sistema cardiaco un enorme beso, y mi profundo agradecimiento por aguantarme a lo largo de cinco lustros.
Twitter: @cafevega

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