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lunes, 5 de agosto de 2013

El exilio es la condición del pensamiento: Entrevista al filósofo Eduardo Subirats de la Universidad de Nueva York, por Oriol Malló

Recuperar la razón crítica es la tarea que se ha propuesto el filósofo Eduardo Subirats, profesor de la Universidad de Nueva York. Aquí una plática sin red con un pensador original y valiente
Entrevista de Oriol Malló
Foto: Claudia Cano Mariaud
EDUARDO SUBIRATS, FILÓSOFO ESPAÑO
Nueva York • En marzo del 2013, y ante “el colapso del pensamiento”, un heterodoxo grupo de académicos, encabezado por Eduardo Subirats, fundó la revista digital Crisis & Crítica. Y esa fue la excusa perfecta para platicar con este exiliado intelectual del postfranquismo español que ha profundizado en las tinieblas de la filosofía, la política y la cultura.
Crisis global y Nueva Crítica nació en el fondo de la UNAM, en un seminario semiclandestino titulado “Invitación al Apocalipsis”. Es una revista electrónica que pretende tres objetivos: burlar las fronteras y censuras institucionales y lingüísticas que rigen las relaciones entre Norteamérica y la América al sur del río Bravo, romper las barreras de control corporativo y lingüístico por parte de la academia norteamericana que reduce la investigación de las Humanities a una tarea reproductiva en el mejor de los casos irrelevante, y en tercer lugar, crear un espacio de dialogo humanista latinoamericano que no respete las divisiones burocráticas y las dependencias lingüísticas impuestas por la universidad corporativa. Y todo eso atravesado por el proyecto de una nueva teoría crítica a la altura de las condiciones generadas por los nuevos poderes tecnológicos globales. Un amplio y ambicioso proyecto intelectual…
-¿Fue el exilio intelectual de España el motor de su crítica visión de la hispanidad?
Yo me fui de España durante el Estado de Excepción fascista de 1972. Mi madre y mi educación eran germánicas. Mi padre era republicano catalán. Ambos habían huido de los campos de concentración del nazismo y del franquismo. Yo nunca me sentí “español”. Tampoco alemán. Ahora tengo un pasaporte norteamericano. Esa condición de exilio es hoy universal. Su concepto lo formuló Thomas Mann frente a una Alemania completamente arrasada por millares de toneladas de bombas aéreas. Es un exilio sin retorno. Tras la destrucción militar de Europa, Mann se refugió en Suiza.
Pero el exilio sin retorno también es la condición absoluta del pensamiento, desde Pitágoras y Sócrates hasta Ibn’ Arabi o Ibn Gabirol, por mencionar autores clásicos.
-Como intelectual nacido en España, ¿cómo se ha librado de este sentimiento de superioridad compasiva o misionera propia de los españoles cuando hablan de América Latina?
Cuando era estudiante de medicina en Barcelona leí una única entrevista del historiador exiliado español y ciudadano norteamericano Américo Castro, cuyos libros estaban (y están) censurados en España. Y recuerdo una frase: España jamás podrá tener una relación inteligente con las América y el mundo mientras siga negándose a reconocer su propia y conflictiva historia. Los incontestados e incontestables eventos históricos del postfranquismo español han sido el Centenario del Descubrimiento, el Centenario del Desastre de 1898, y el Centenario de las Cortes de Cádiz. Han sido tres modelos de falsificación y trivialización pública de la memoria. Una falsificación incontestada por la mediocridad española. Esta nunca podrá reconocer que Iberia fue el espacio multireligioso que dio nacimiento al Primer Esclarecimiento Europeo en los siglos XII y XIII, con obras como las de Maimónides o Ibn Rushd (Averroes) que deben considerarse como el origen del concepto filosófico de Europa (concepto que excluye a la España contrarreformista y actual). Jamás podrá reconocer la envergadura de las altas culturas maya, inca, zapoteca, guaraní o azteca, porque las destruyó sistemática y absolutamente. Y jamás podrá reconocer el alto precio que pagó por su triunfante aventura feudal en América: el atraso intelectual, moral y social que hoy le convierten en la última rémora de la Unión Europea.
-Miguel León Portilla inventó el cuestionado concepto del “encuentro de dos mundos” para los festejos del Quinto Centenario en 1992. ¿Fue El continente vacío (Siglo XXI, 1994) su forma de responder a esta visión ecuménica y amigable de la conquista española de América?
En cuanto a León Portilla no se me ocurre nada. Es el mayor responsable de la falsificación de la historia precolonial mesoamericana. En cuanto a El Continente vacío fue mi respuesta a mi experiencia personal viajera a lo ancho de México, Brasil, Venezuela, Perú, Argentina, Guatemala… en los años ochenta. Fue la respuesta a la despreciada riqueza intelectual y cultural de sus pueblos. Cierto: es una crítica letal contra la Teología de la Colonización. Y esa crítica fue la razón de que la edición española fuera destruida. Pero esta obra es, sobre todo, el primer reconocimiento filosófico al Inca Garcilaso de la Vega, el primer humanista de América latina y a su restauración del orden espiritual del mundo o los mundos americanos.
-¿Existen dos líneas literarias contrapuestas en la cultura latinoamericana?
En mi último manuscrito Mito y literatura (2011) explico claramente sus señales de identidad: crítica de una independencia traicionada, reconocimiento (no exactamente restauración) de las memorias de los pueblos históricos de las Américas, o sea las memorias indígenas o africanas, una concepción literaria y filosófica que arranca de los mitos (no de su parodia comercial “mágico–realista”), y un proyecto lingüístico, cultural y político soberano. En Paraíso o en su versión reducida, Una última visión del paraíso (FCE, 2004), reconstruyo los mismos signos de identidad en la arquitectura y el arte latinoamericanos del siglo XX. No tengo nada más que decir.
-¿El "imperio de las gramáticas y lexicografías coloniales" sigue dirigiendo la vida cultural de América Latina dos siglos después del fin del imperio español?
Ya no se le puede llamar imperio. Es un caciquismo de barrio, económica, científica y tecnológicamente impotente: la Real Academia Española. Su lema sigue siendo “limpiar” (lo que significa eliminar las huellas étnicas extrañas, desde el hebreo y el árabe hasta el guaraní o el náhuatl, del español desesclarecido de Valladolid), y darle el “esplendor” de una lengua científicamente irrelevante a través de una política de premios literarios que ha celebrado la mediocridad a manos llenas.
-¿La oralidad o experiencia de lo sagrado como contraposición a la cultura de los escribanos, los soldados y los comerciantes que conquistaron América sigue siendo válido en las ciudades perdidas del siglo XXI?
Imagino que ésta era la creencia de los misioneros que torturaron y asesinaron a los sacerdotes nahuas, incendiaron sus códices y redujeron a polvo a sus dioses. En las minas y las encomiendas el trabajo etnocida y militarmente organizado debía transformar a las Américas en un páramo como el de Castilla. Sin embargo, no fue así. El verdadero espíritu de los pueblos nunca muere.
-Ha dicho varias veces que las fracasadas revoluciones hispanoamericanas son superiores a la norteamericana por su carácter inclusivo de los pueblos colonizados. ¿Podría explicar mejor una idea tan a contracorriente de lo establecido?
Estamos preparando, una serie de intelectuales mexicanos y norteamericanos, el número dos de Crisis & Critica que precisamente incide frontalmente sobre esta falsificación de la relación Norte/Sur de las Américas. Se titula Esclarecimiento en una edad de destrucción. Y plantea, en primer lugar, la necesidad de reivindicar el esclarecimiento contra la escuela francesa, que lo ha degradado a un asunto de panópticos y manicomios. Pero el telón de fondo de este proyecto es más intenso que eso: demostramos que el Enlightenment de América del Norte, y sus Human Rights, es un programa filosóficamente limitado que, desde los Founding Fathers, define un proyecto imperial. Atacamos esta versión limitada e imperialista de enlightenment. Al mismo tiempo cuestionamos la mera existencia de un Esclarecimiento (la palabra “Ilustración” es semánticamente un absurdo y carece de referente) en el mundo de habla hispano–portuguesa, dominado hasta entrados en el siglo XIX por la Inquisición.
-¿Qué nombres representarían esta ilustración decapitada?
En mi libro Memoria y exilio, que el próximo año reedita la editorial Anthropos en una versión ampliada y corregida bajo el título Reformar la memoria, señalo también los grandes testimonios de este esclarecimiento escamoteado por los teólogos de la liberación eclesiástica: Blanco White y Francisco Goya en España, Simón Rodríguez en Venezuela. Son tres grandes reformadores y esclarecidos, y los tres exiliados paradigmáticos de la monarquía hispano católica. Sus obras siguen siendo censuradas por la industria cultural y la academia a ambos lados del Atlántico.
-En su lectura personal, Pedro Páramo representaría ante todo el inframundo ahogado, el misterio de lo sagrado que late como prueba visceral y agónica de una Atlántida precolombina. ¿Es una forma de romper con los tópicos que cubren esta obra crucial?
La realidad profunda de los pueblos de América la configuran sus memorias mitológicas y religiosasPedro Páramo es una gran novela porque revela esas memorias enterradas, las memorias de las diosas femeninas del Reino de Tláloc, y las opone, en una complicada trama, al mundo corrupto del cristianismo y el caciquismo postcoloniales. Naturalmente, la ignorante academia norteamericana neutraliza la fuerza reflexiva de este planteamiento político y poético catalogándolo como neosurrealismo tercermundista o realismo mágico.
-El realismo mágico es, a su parecer, una forma de negar o cosificar la realidad latinoamericana pero ¿la novela de Carpentier no cuenta mejor que mil libros de historia las claves de la primera revolución americana en Haití?
El problema aquí es lo que se entiende por “contar”. La estilización de las maravillas del Nuevo Mundo ha sido una fijación del público europeo desde la traducción alemana del siglo XVI de La destrucción de las Indias de Las Casas hasta la traducción alemana de Cien años de soledad en el siglo XX. La ficción comercial, las artes plásticas comerciales y los eventos culturales comercialmente diseñados reproducen hoy ese mismo principio.
-¿Son las derivas políticas del mesianismo cristiano algo peligroso, como lo expresaba Enrique Krauze en un famoso artículo de Letras Libres llamado “El mesías tropical”?
El concepto de mesías es bastante complejo. El retorno de Quetzalcóatl, que los misioneros coloniales identificaron propagandísticamente con Cortés, representa un mesianismo esclarecido.La Tierra sin mal de los indios guaraníes es un mesianismo espiritual. El templo a la Tierra fecunda de Chapingo, realizado por Rivera, representa un mesianismo revolucionario moderno vinculado a un orden armónico de la civilización y la naturaleza en cuyo centro está el culto a la Gran Madre de las religiones mesoamericanas antiguas… El mesianismo es un tema apasionante que no tiene fin. Pero a esos periodistas amarillos simplemente los ignoro.
-¿Por qué le produce tanto enojo el giro que ha tomado la vida académica en los últimos 30 años?
Los estudios culturales son la caricatura de la tradición hermenéutica que en América latina representan Antonio Cándido y Ángel Rama, y en Europa, Adorno o Ernst Bloch. En la ejemplar universidad norteamericana de hecho ya no existen los estudios literarios y la tradición humanista ha sido suplantada por un ejército de ignorantes especializados, o sea, los expertos. Tampoco se me ocurre nada sobre ellos.
-Me fascina el concepto de "multiculturalismo de apartheid" pero ¿qué significa exactamente?
Significa que todos somos igualados bajo una misma ley, pero todos estamos separados por innominadas fronteras de raza, género, clase social, conducta sexual u otras infinitas clasificaciones y subcategorías. Su modelo clásico lo proporcionó el campo de concentración de Buchenwald en el que los prisioneros estaban rigurosamente clasificados y diferenciados en sus uniformes con respecto a la raza (judíos, gitanos, eslavos), sexualidad (homosexuales, ofensores de la pureza racial) o idearios políticos (comunistas, socialdemócratas, etc.). Este modelo hoy se aplica en gran escala. Solo quiero recordar que a este modelo de democracia racial vigilada, Darcy Ribeiro opuso el modelo brasileño de creación de pueblos nuevos a partir de la mezcla sexual y espiritual de razas y religiones “opuestas”.
-Desde Las poéticas colonizadas de América Latina al aún inédito Mito y literatura, pasando por Siete tesis contra el Hispanismo, una idea obsesiva recorre sus reflexiones: reivindicar los mundos arrasados por la arrogancia imperial. ¿Sigue solo en esta búsqueda o siente que desde las universidades alguien sigue su mismo camino?
En este momento hay un colapso del pensamiento. México no es una excepción. Pero Crisis & Crítica es un intento de abrir un cauce a los intelectuales que se empeñan a pensar de manera soberana e independiente, y por eso la academia corporativa les cierra el camino.
-En su vida universitaria parece que le ha salido caro ir por la libre. ¿A qué cree que se deba?
Solo tengo que recordar que Kant, en su famoso artículo “¿Qué es el esclarecimiento?”, puntualizaba: No vivimos en una edad esclarecida, sino en una edad de esclarecimiento. Y esclarecimiento supone acción, dinamismo, creación, y eso siempre molesta tanto a editores comerciales como a profesores corporativos. No por eso dejaremos de pensar.
-La civilización no se opone a la barbarie, se revela ella misma como barbarie. ¿Hace suya esta conclusión que extrae de la lectura de Yo, el supremo de Augusto Roa Bastos?
La identificación de la civilización capitalista y su expansión imperialista con el desprecio a la vida humana, la destrucción de memorias culturales, la expansión universal de la corrupción y el crimen organizado, los genocidios de diversas especies y la guerra científica como su más alto exponente, ha sido un motivo constante de reflexión desde el holocausto de Auschwitz y su coronación en el holocausto nuclear de Hiroshima y Nagasaki. La lógica del progreso es la lógica de la barbarie.

El pdf del diario, es decir tal y como aparece la entrevista en el periódico impreso

Y aquí la versión (sin recuadro informativo) que apareció en la web de Milenio:

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