Revista Escrutinio. Rogelio Laguna
Nacido
en Barcelona, de padres mexicanos, Luis Villoro ha dedicado su vida a
la investigación y a la docencia, principalmente en la Universidad
Nacional Autónoma de México, en la que es investigador emérito.
Ochenta
y seis años no le han hecho perder su compromiso de buscar un país
justo que incluya a los que históricamente han vivido oprimidos.
Es
un hombre que no teme señalar las injusticias ni confesar abiertamente
su postura política. Es sencillo, amable y muy atento. Habla de la
muerte y del amor y se confiesa al mismo tiempo religioso y ateo sin que
por ello se esté contradiciendo.
Me
recibe en su casa al sur de la Ciudad de México. Diferentes espacios
son testigos de la conversación, siempre amena. Nos rodean retratos de
su familia y de Bertrand Russell. Me parece ver un muñeco de Marx en la
sala pero olvido preguntar acerca de ello.
Responde
a todas las preguntas realizando, en ocasiones, pequeñas pausas para
reflexionar. Escucha respetuosamente y habla con claridad. Si bien su
gran pasión es la filosofía no sólo es un filósofo, lo ha demostrado en
diversas ocasiones, como aquella en que tradujo El principito para un
semanario.
El camino de la izquierda
Ralg: ¿Cómo decidió dedicarse a la filosofía? ¿Usted fue un niño que quería ser filósofo
LV:
No, desde luego que no. Decidí estudiar filosofía después de muchos
años. Me preocupé por la filosofía siendo muy joven pero nunca pensé en
estudiarla como carrera. Por eso elegí cursar medicina porque tenía un
antecedente familiar, mi padre era médico, y me gustaba la carrera. Pero
después de estudiar tres años seguía teniendo mucha preocupación por
preguntas filosóficas.
Mi
preocupación fue creciendo hasta que llegó un momento en que decidí
dejar la carrera de médico para dedicarme a filosofía porque era lo que
me llamaba verdaderamente la atención, lo que me daba “toques” en el
corazón.
Ralg: ¿Cuáles eran esas preguntas que lo llevaron a la filosofía?
L.V.
Mis preguntas fundamentales eran más bien preguntas que cualquier niño
puede hacerse: ¿Qué debo hacer? ¿Para qué? ¿Adónde voy a ir? Toda
filosofía nace de la preocupación de una persona en una situación. Toda
filosofía existe en una situación y está influida por su tiempo. Eso fue
guiando mis preguntas a pensar la situación mexicana.
Me
preocupé por hacer una reflexión filosófica que estuviera enraizada en
la realidad del país, que era muy compleja. Cuando era muy jovencito
participada en un grupo que se nombramos “Hiperión.” Mis primeros
escritos filosóficos corresponden a esa época. Con mi grupo de amigos:
Uranga, Guerra, Portilla, entre otros, hacíamos reflexiones filosóficas.
Ralg: ¿Qué es la filosofía?
L.V.:
La filosofía es la posibilidad de hacerse preguntas, no consiste en
dogmas o en doctrinas. En ella no hay respuestas definitivas, hay
preguntas. Es la interrogación constante que conduce a otras
interrogantes. Las preguntas fundamentales permiten que cambiemos de
opinión al reflexionar.
Por
eso la filosofía no es ideología: un bloque de doctrinas, sino que es
un conjunto de preguntas que nace de la perplejidad del ser humano.
Empieza en cuestionamientos que parecen sencillos como: ¿Quién soy? La
filosofía griega decía que la filosofía es una virtud intelectual. Pero
no una virtud para hacer productos, sino una virtud intelectual, para
pensar mejor, para ver el mundo desde una perspectiva más amplia.
Ralg:
Se adentró en la filosofía en una época en la que se vivía un régimen
partidario en México. ¿Cuál era su posición ante ese régimen?
L.V.:
Yo no tenía una posición política en ese entonces, actualmente tengo
una posición asumida en la izquierda, pero en los tiempos en que
estudié, en mi juventud, no había tomado partido por nadie. Tardé mucho
tiempo en tener una posición política clara. Después de pasar por muchos
caminos me di cuenta que es necesario tener una postura para hacer algo
ante la realidad injusta.
La
situación en México está muy mal, y por ello necesitamos cambiar muchas
cosas. La posición que quiere hacer los cambios es la izquierda.
Ralg: ¿Qué es la izquierda?
L.V.:
La izquierda es una posición que puede ser individual o colectiva que
dice “no” a la dominación y a las situaciones de opresión. Dicha
dominación puede provenir del Estado o puede provenir del individuo
frente a sí mismo. La izquierda quiere decir siempre “no” a la opresión.
Rechaza la dominación y todo lo que existente que intente dominar.
La
izquierda no es una doctrina, es una actitud que se enfrenta a toda
clase de imposición. Es la posición que quiere hacer los cambios y no
dejar las cosas como están.
Ralg: ¿La izquierda es una utopía?
L.V:
Si por utopía entendemos un régimen ideal, no. En cambio si por utopía
entendemos la posibilidad de un camino que vaya hacia algo mejor de lo
que existe actualmente, entonces sí. La utopía es, más bien un ideal
hacia el cual caminar.
Ralg: ¿Qué puede hacer un filósofo para cambiar la realidad de su país?
L.V.:
Además de reflexionar mucho sobre ello, puede comprometerse para hacer
algo al respecto. Trabajar en equipo con gente de muchas otras
disciplinas. La filosofía no sólo sirve para reflexionar, es también la
posibilidad de actuar. En mi vida he tratado, poco a poco, de
comprometerme cada vez más y de actuar para mejorar las cosas.
Ralg:
Usted es miembro del Colegio Nacional y también es asesor en materia de
ciencias para la presidencia de la República. ¿Esto le da mayor
influencia para hacer cambios en México?
L.V.:
No, en el Colegio Nacional no realizamos labores de ese tipo,
simplemente somos un grupo de reflexión y no tenemos la influencia
política que deberíamos tener. El consejo consultivo para la presidencia
no está funcionando lamentablemente y, en mi opinión, no ha servido
para hacer nada.
Pensar la muerte
Ralg: ¿Qué piensa usted de las religiones?
L.V.:
Yo he sido muy religioso, pero no soy católico. Más bien he sido
partidario de la doctrina budista porque es una doctrina cosmológica.
Tengo mucha influencia de las religiones orientales, especialmente del
budismo, pero eso no quiere decir que sea budista.
Me
voy a morir pronto y no creo en la resurrección ni que mi alma vaya a
ir a algún lado. Sólo el cristianismo y otras religiones específicas
creen en la inmortalidad del alma pero yo no creo en ello.
Para
empezar no creo en que haya diferencia entre alma y cuerpo. Tampoco
creo en Dios, en ese sentido soy ateo, pero si creo en la divinidad del
cosmos, que el mundo mismo es divino.
Ralg: ¿Piensa en la muerte?
L.V.:
Todo el tiempo. Pienso en la muerte como una manera de disolverse,
difundirse en el todo. Todos nos vamos a morir algún día. Yo entiendo
ese proceso como una unión con todo: las galaxias, la materia, incluso
aquello que aparentemente no tiene relación con el individuo.
Ralg: ¿Qué le queda por escribir?
L.V.:
Estoy a punto de terminar tres conferencias sobre cuestiones que hace
faltan, no sólo en México sino también en el mundo: justicia, democracia
y pluralidad. Pues más bien existen en su negativo: injusticia, la
falta de democracia, la ausencia de pluralidad. Escribo en contra de lo
que sucede para señalar qué cambios son necesarios.
Ralg: ¿Se arrepiente de algo que haya escrito?
L.V.: No… (duda un poco)…No, no me arrepiento.
Ralg: ¿Cómo fue que decidió no seguir el camino de la filosofía analítica y tomar el de la reflexión con tendencia social?
L.V.:
La filosofía analítica no me interesa. Los filósofos analíticos son
gramáticos que piensan el lenguaje. Eso está muy bien pero a mí me
interesa algo más amplio. La filosofía no sólo es la reflexión sobre el
lenguaje. Me interesa la filosofía como una reflexión en situación, como
decían los existencialistas. Una filosofía que tenga la actitud de
estar en el mundo.
Tampoco
creo en la Metafísica, soy muy escéptico del pensamiento que quiere ir
más allá sin comprender lo que está aquí. El mundo es un mundo en el que
podemos caminar para repensar las cosas. Los filósofos han pensado el
mundo una y otra vez desde Grecia, esa reflexión existe porque las cosas
pueden ser siempre de otra manera. Sin embargo también afirmo que la
claridad y el rigor son las características de una buena filosofía, en
Latinoamérica muchas veces nos ha faltado ser más rigurosos y más
claros.
La
rigurosidad entendida como consciencia de la justificación de lo que se
está diciendo. Revisar que lo que decimos esté basado en buenas
razones, de otra manera nuestras afirmaciones son dubitativas, frágiles.
La filosofía debe tener siempre buenas razones.
Ralg: Su libro Creer, saber, conocer es, finalmente, una aportación a la filosofía analítica.
L.V.:
No estoy de acuerdo. Creer, saber, conocer no es de filosofía
analítica. Es obvio que tiene influencia de la filosofía analítica,
¿quién no tiene influencia de esa filosofía? Fue muy importante en el
siglo XX. Prueba de ello es que el libro termina con una crítica a la
filosofía analítica y muestra que hay problemas que la superan y que van
más allá. Mi lugar es México, sus indígenas
Ralg: Otro de los grandes temas de su reflexión han sido los indígenas. ¿Por qué?
L.V:
Me ha preocupado mucho la división en México entre los indígenas y la
modernidad occidental. Es un tema que me ha marcado mucho. He estado
mucho tiempo en contacto con los indígenas, acabo de estar en Chiapas en
una reunión sobre lo que ellos llaman “la otra campaña.” El movimiento
indígena actual plantea una decisión: o seguir aceptando las cosas como
están y que no pueden cambiar, o buscar procurar que las cosas cambien
radicalmente.
El
movimiento zapatista, por ejemplo, tiene el interés de que las cosas
cambien. No es un movimiento que proponga una revolución violenta. Ya
hubo muchas en México y no es deseable otra. El movimiento indígena
trata de cambiar las cosas a fondo de una manera pacífica y dialogante.
La historia de México ha sido una historia de muchos actos violentos.
Pero a veces las revoluciones violentas son necesarias para un cambio
radical, tal es el caso de la Independencia de México y la Revolución
Mexicana. Pero a pesar de que eran hechos violentos estaban cargados de
esperanza. El camino que debemos seguir ahora no puede ser violento, y
para ello hace falta organización. Los zapatistas están tratando de ir a
ese camino, por eso me interesan mucho.
Ralg: ¿Ante las desigualdades que ve en México y la falta de cambios reales, no le han dado ganas de irse a otro país?
L.V.: He estado en España y a otros países pero nada más de viaje. Pero siempre he tenido claro que mi lugar es México.
Ralg:
En “La mezquita azul” usted hace referencia a una experiencia mística y
después la analiza racionalmente para concluir que la razón no puede
descifrarla por completo.
L.V.:
En efecto, la modernidad ha creído que puede entender todo a través de
la razón y no es así. El problema de los indígenas es producto del abuso
de la razón. Frente a ese abuso cabe también la emoción y el
sentimiento. No somos simplemente seres racionales, somos emotivos,
esperanzados, eso también constituye a los humanos. Ahí es donde tenemos
que reconocer la intuición además de los argumentos racionales. La
intuición que toma en cuenta las emociones y eso en muchos casos es más
importante que el razonamiento puramente racional.
A
la filosofía le deben importar las intuiciones, porque no nace como una
necesidad de razonar sino de la perplejidad. Esa perplejidad es
esencialmente emotiva y a través de la emoción da lugar a la filosofía.
Es después del asombro cuando queremos razonar y nos olvidamos de la
emoción siguiendo un camino seco y riguroso.
Ralg: El corazón tiene razones que la razón no entiende…
L.V.: En efecto, tal como decía Pascal.
Ralg: Su reflexión filosófica siempre habla del otro, eso sin duda que implica al amor. ¿Cómo entiende usted al amor?
L.V.:
El amor es siempre la necesidad de estar en la presencia de lo otro;
que puede ser una persona o puede ser la divinidad. Lo otro es lo que
siempre está presente en nosotros, por ejemplo, los indígenas frente a
lo occidental. Lo otro es lo que es diferente a nosotros y al serlo nos
produce esperanza y necesidad de un ideal que abarqué a todos. Los
indígenas y los pobres son vistos como lo otro en el capitalismo de
occidente. Esa otredad tiene que dar lugar a una reflexión filosófica
fuerte que vaya más allá de los estereotipos.
Ralg: ¿Cómo conciliar la razón el corazón?
L.V.: (Ríe) Creo que ya hemos dicho algo: teniendo esperanza, viviendo las emociones.
El otro Luis Villoro
Ralg: ¿Cómo es aquél Luis Villoro que no es filósofo, qué le interesa?
L.V.:
(Hace una larga pausa) Las relaciones con los demás, fundamentalmente
el camino hacia el amor. Es lo que mi corazón siente que le interesa
realmente.
Ralg: ¿Qué le gusta leer, además de filosofía?
L.V.:
Soy amante de la literatura, la poesía me cuesta trabajo entenderla,
pero soy amante de los clásicos. Sobre todo la literatura que está cerca
de presentar ideas como la literatura rusa, Los hermanos Karamázov,
Tolstoi…
Ralg: ¿Qué música escucha?
L.V.:
La clásica, me gusta muchísimo Mozart, su música es el equilibrio
total. Después me interesa Beethoven. No me gusta la música estridente.
Ralg: ¿Qué le da miedo?
L.V.: Una muerte con dolor. Quisiera morir sin sufrimiento.
Ralg: ¿Le da miedo que México no cambie?
L.V.:
No me da miedo. Tengo fe en que encontraremos poco a poco un camino. Mi
participación política va en ese sentido, me parece que la
socialdemocracia tiene un porvenir en este país, la derecha no tiene
ningún porvenir. La izquierda debe ponerse de acuerdo para enfrentar los
intereses privados y económicos del capitalismo extremo.
* * *
Terminan
las preguntas, le agradezco haber aceptado la entrevista y prometo
enviarle una copia. Me siento muy satisfecho con la plática y me queda
el presentimiento de que muy pocas veces volveré a sentir esa sensación
al finalizar una charla.
Me
levanto de mi asiento y me acompaña a la puerta, cual guardián de la
mezquita azul, aquella en la que la presencia de alguien puede
transformar una vida.
Principales obras de Luis Villoro
Los grandes momentos del indigenismo en México,México: El Colegio de México, 1950.
El proceso ideológico de la revolución de independencia, México: UNAM, 1953.
Páginas
filosóficas,[/i] Jalapa: Universidad Veracruzana, 1962. [i]La idea y el
ente en la filosofía de Descartes,[/i] México: FCE, 1965. [i]Signos
políticos,[/i] México: Grijalbo, 1974. [i]Estudios sobre Husserl,[/i]
México: UNAM, 1975. [i]Creer, saber, conocer, México:[/i] Siglo XXI,
1982. [i]El concepto de ideología y otros ensayos,[/i] México: FCE,
1985. [i]El pensamiento moderno. Filosofía del renacimiento, México:[/i]
FCE / El Colegio Nacional, 1992. [i]En México, entre libros.Pensadores
del siglo XX,[/i] México: FCE, 1995. [i]El poder y el valor. Fundamentos
de una ética política,[/i] México: FCE / El Colegio Nacional, 1997.
[i]Estado plural, pluralidad de culturas,[/i] México: Paidós / UNAM,
1998. [i]De la libertad a la comunidad,[/i] México: Ariel / ITESM, 2001.
[i]Los retos de la sociedad por venir,[/i] México: FCE, 2007.
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