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lunes, 7 de octubre de 2013

1938:Jamás se me va a olvidar los mexicanos más pobres también contribuyeron a nacionalizar el petróleo #EPNtraidorAlaPatria

Olga Jurado, activista de marzo del 38

Carmen García Bermejo / El Financiero

Olga Jurado tenía 20 años de edad cuando acudió al Palacio de Bellas Artes a participar en la colecta realizada, en 1938, para pagar la indemnización por los bienes petroleros recién nacionalizados por el presidente Lázaro Cárdenas. Hoy esta mujer cumple 95 años de edad, y aún participa en las manifestaciones públicas con el anhelo de que, algún día, la injusticia en México desaparezca.
Olga Jurado Fuentes (DF, 1918) conserva en su memoria un sinfín de anécdotas vinculadas con hechos históricos de la nación porque, en muchos de ellos, ha sido partícipe. Ahora ya casi no sale a la calle, pero escucha la radio para enterarse de lo que ocurre en el país. Eso sí, cuando sabe que algún movimiento social ha convocado a manifestaciones públicas, ella acude gustosa a apoyar.
Así, se le puede ver tanto en las recientes marchas convocadas para impedir que Enrique Peña Nieto abra al sector privado extranjero la inversión en Petróleos Mexicanos (Pemex), como en las manifestaciones convocadas por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). Camina lento por el Paseo de la Reforma, pero siempre llega al Zócalo, donde culminan las protestas. Al conversar con ella, expresa que su forma de actuar se la debe a sus padres: “Mi madre, Amanda Fuentes, y mi padre, Jesús Jurado Suárez, eran combativos. Él siempre comulgó con las ideas socialistas que beneficiaban a la mayoría de la población. Mi madre era una luchadora social, la injusticia siempre le indignó.
Así que cada que había una protesta a favor del pueblo, nosotros participábamos como familia. Cuando, en 1938, el presidente Lázaro Cárdenas del Río convocó a la nación para respaldar la expropiación petrolera, ahí estuvimos”. Jurado Fuentes recuerda con emoción el discurso que dio Cárdenas del Río, el 18 de marzo de 1938. Pero comenta que unos días después de ese suceso, la esposa del presidente, Amalia Solórzano, hizo un llamado al pueblo para cooperar, con lo que fuera, con el fin de que el gobierno indemnizara a las compañías extranjeras de petróleo, tras la nacionalización del oro negro.
“Ahí vamos toda la familia –narra–, a respaldar a Lázaro Cárdenas. Era el 23 de marzo de 1938 y el lugar donde doña Amalia citó fue el Palacio de Bellas Artes. Había muchas mujeres recibiendo la colecta. Era impresionante la solidaridad. Jamás se me va a olvidar que llegaban señoras muy bien vestidas a dejar sus joyas o utensilios de platería, monedas... Pero lo más conmovedor fue haber visto a mujeres indígenas entregando sus gallinas, puerquitos, pollos, patos... ¡Para pagar la expropiación! Eso me dio una gran lección: los mexicanos más pobres también contribuyeron a nacionalizar el petróleo”.
Jurado Fuentes refiere que le tocó atestiguar cómo muchísimos niños llegaron, de la mano de sus madres, a entregar sus alcancías. Además, quienes recibían la colecta eran mujeres de todas las clases sociales que portaban una pequeña bandera en el lado izquierdo del pecho, a manera de gafete.
“Esta colecta fue un hermoso acto de fraternidad –afirma. La gente estaba muy motivada y quería aportar lo que fuera, con tal de ayudar a Lázaro Cárdenas. Muchísimos mexicanos respondieron a ese llamado y entregaron anillos de matrimonio, alhajas, cuadros, medallas de bautizo, artesanías, antigüedades y dinero en efectivo. Pero también se me quedó grabada en la memoria la imagen de una indígena que estaba sentada afuera de Bellas Artes con sus borregos y gallinas, esperando la oportunidad para donarlos. Era gente con escasos recursos, pero con gran corazón y sentido nacionalista”.
Por eso, Jurado Fuentes enfurece al saber que ahora Enrique Peña Nieto quiere cambiar la ley para permitir que empresas extranjeras inviertan en la explotación del petróleo. Y asevera indignada que esa acción del gobierno representa un retroceso en la historia del país. Y dice más:
“¡Es una traición a la patria! ¿Se imaginan lo que sentimos, quienes vivimos la expropiación petrolera, ahora que el presidente dice que les va a regresar el petróleo a las compañías extranjeras? ¿Por qué no recurre a la historia para enterarse de lo que sucedió y de lo que le costó al pueblo la nacionalización del petróleo? No es justo”.
En su juventud, Olga Jurado practicó teatro y, después, danza mexica. Cuenta que al teatro llegó gracias a una amiga que estudiaba actuación con un maestro japonés que usaba el método Stanislavsky, que ayuda a controlar las emociones y la inspiración artística.
“Ingresé a ese colectivo de teatro y dábamos funciones en las calles porque formábamos parte de los grupos de artistas que integraban la campaña de alfabetización. Ya después, me uní al grupo de teatro de Ignacio Retes, con quien estuve una larga temporada”.
Luego la invitaron a entrar a un grupo de danza mexica. Aceptó. No sólo bailaba, sino que empezó a diseñar trajes prehispánicos. Vestuario que luego expuso en Estados Unidos y en Hamburgo, Alemania.
“A mi regreso de esos viajes –comenta– decidí organizar un grupo de danza mexica. Como vivía en Otumba, estado de México, recuperé la conmemoración del 7 de julio, día en que Matlatzincatzin –general de Cuitláhuac– murió en combate con Hernán Cortés. Desde entonces, 1992, cada año en Otumba se presentan ese día danzas prehispánicas.
A finales de la década de los 50, a Olga Jurado la llamaron para participar, como segundo reparto, en la película El brazo fuerte, dirigida por el italiano Giovanni Korporaal, con guión de Juan de la Cabada y fotografía de Walter Reuter. La cinta fue rodada en Erongarícuaro, Michoacán, y la trama describe la vida de un cacique.
“Era 1957 –recuerda. El permiso para filmar tuvo sus problemas con Gobernación. En el guión original, el nombre de la cinta era El influyente, pero los funcionarios no lo autorizaron y fue necesario cambiarlo. Luego, en la historia original, el influyente muere a manos del pueblo, pero esta trama no se autorizó y se tuvo que modificar. Por eso, al final el cacique muere en un accidente. Al año siguiente, se estrenó la película y fue catalogada –por la crítica internacional– como la mejor cinta hecha en México”.
No obstante, El brazo fuerte estuvo enlatada, después de su estreno, durante 20 años. Hasta que Luis Echeverría permitió que se exhibiera en el país, aunque sólo 15 días. Después, la volvieron a enlatar.

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