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viernes, 15 de noviembre de 2013

En corto: breves de la semana,Aventuras neocoloniales: consumismo, colonizacion mental,comida chatarra etc

EN CORTO
José Luis Avendaño C.
Aventuras neocoloniales
De las cuentas de vidrio, que se dice intercambió Cristóbal Colón por el oro de los estas tierras, a las botellas de vidrio, que contienen aguas gaseosas, que se erigen símbolo de la sociedad de consumo.
La globalización hizo al mundo interdependiente. O eso se dijo y nosotros, desde el sur profundo, se nos hizo creer. Ese cuento nos los sabemos desde 1492, con Colón, del que, no por nada, se derivó el concepto de colonización, pero también el de neocolonialismo. América Latina obtuvo su independencia política de España, sin embargo, siguió atado a Europa mediante otro tipo de dependencia: la financiera, a través de las inversiones y, sobre todo, de los préstamos. El no pago de la deuda fue el pretexto para el arribo de tropas de Inglaterra, España y Francia a México, que culminó con la intervención francesa y la breve aventura imperial de 1864-1867.
Empero, ha sido la omnipresencia de Estados Unidos la que, según la posición desde la que se cuente la historia, ha sido nuestra bendición o maldición. ¿O lo advirtió Porfirio Díaz: Pobre de México: tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos? Sea o lo sea, la vecindad le ha servido a los sucesivos gobiernos de válvula de escape, aunque igualmente foco de atracción en los ciclos de prosperidad capitalista, como la que se vivió entre la segunda Guerra Mundial y principios de la década de los 70 del siglo pasado.
Al mismo tiempo, el proceso de industrialización que experimentó México a lo largo del siglo XX, dio origen a una clase media consumidora, principalmente de aparatos electrodomésticos (estufas, refrigeradores, aspiradoras, planchas) y automóviles; éstos para recorrer las ya largas distancias entre la casa y el centro de trabajo.
Desde el despojo de la más de mitad de su territorio (1847-1848), México ha sido la prueba viviente del expansionismo de Estados Unidos, justificado con la Doctrina Monroe (1823). La neocolonización, no únicamente se refiere la conquista de territorios o mediante las inversiones, que no sustituyen a las invasiones, hasta llegar a una especie de colonización mental, vía los medios, especialmente la televisión, la inefable nana electrónica, que coloniza mentes, almas y corazones; es decir, se trata, también, del cambio de hábitos y costumbres, pautas de consumo, comenzando los hábitos alimentarios.   
Aquí se inserta el auge de la comida chatarra (junk food). De aquí se han alimentado de ganancias insaciables corporaciones agroalimentarias, las que pasan por bienhechoras, aunque los productos que venden sean, nutricionalmente, una porquería.
En México, los niños pasan más horas frente al televisor que en la escuela.
“La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) dice que los niños pasan en la escuela 562 horas anuales, contra mil 569 horas que pasan frente a la TV. El programa de la SEP incluye un viernes de descanso al mes, mientras que en la televisión no hay vacaciones”, apunta Gabriela Delgado, de la ONG A Favor de Lo Mejor (El Financiero, 30-10-2013). De ahí que no sea extraño que los niños vean a más de 12 mil 400 anuncios comerciales al año, únicamente expuestos a dos horas diarias frente al televisor, según la Comisión Nacional para la Protección contra los Riesgos Sanitarios (Cofepris), involucrada en la campaña contra la obesidad infantil, en la que México ocupa el primer lugar mundial (La Jornada, 27-10-2013).
A propósito del Día de la Diabetes (14 de noviembre), se sumaron cifras macabras, que nos ponen, como individuos, familias, sociedad y país, en una encrucijada: o cambiamos nuestras dietas neocoloniales o, prematuramente, nos lleva la huesuda, en estos días que celebramos a La Catrina en el centenario de la muerte de su creador, José Guadalupe Posada.
Ricardo Cortés Tamayo, fundador del periódico El Día, padre de mi compañero y amigo Vicente, en octubre de 1985 le escribió a León Bataille:
“¿Qué si vale la pena seguir queriendo a México como lo quisiste y lo quieres, y tu nostalgia? Rotundamente, sí. Sí, aunque haya tanta señal negativa, y que los intereses domésticos y los de nuestros amados ‘primos’ sigan jorobándonos cada vez con mayores bríos y estos bríos sean consentidos por esos intereses domésticos. Pero México sigue adelante, y esto no es demagogia, a pesar de todo sigue, con todo y las billonarias deudas exteriores en dólares y la gana que estos primos no se aguantan de que pudiéramos ser su otro Puerto Rico”. Léase Memorias de un forastero que pronto dejó de serlo (México 1931-1946), de Ricardo Cortés (editado por El Día en libros. México. 1987).

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