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José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.- Los
grandes medios de comunicación occidentales se apoyan en supuestos “expertos
independientes” para legitimar sus críticas y condenas a los gobiernos incómodos
para EEUU y la Unión Europea (1). Es el caso de Cuba y Venezuela, pero también
de Rusia, Bielorrusia, Siria, Irán o China. Estos “expertos”, adscritos a
centros de estudios internacionales, aportan una voz menos apasionada –y por
tanto más creíble- que los llamados “tertulianos”. Pero, ¿realmente son
“independientes”?
En absoluto. Si hacemos un repaso por los principales
canales de televisión y grandes diarios de Europa, comprobamos que estos
analistas responden a una única visión, con diferentes matices: la que respalda
las posiciones geoestratégicas de la Unión Europea y EEUU (2).
En los medios españoles, la mayoría pertenecen a
grandes think tank controlados por los dos grandes partidos (3). Todos
defienden posiciones e intereses de las grandes empresas multinacionales
españolas –algunas de las cuales son su sostén económico- y de la OTAN.
Pero lo que no se había visto hasta ahora es que un
grupo mediático cree su propio think tank, para avalar con “voces
expertas” las informaciones internacionales de sus diarios o canales de
televisión.
Es el caso del Grupo Prisa. Su diario de cabecera, El
País, apoya su información internacional con las opiniones –presentadas como
“análisis independientes”- de investigadores de la Fundación para las Relaciones
Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride) (4). Este think tank está
presidido por el empresario Diego Hidalgo Schnur, exejecutivo del Banco Mundial,
y fundador y actual consejero del Grupo Prisa y de El País
(5).
Fride edita la revista norteamericana Foreign Policy
en su edición española. Como anécdota que indica su línea política hacia Cuba,
esta revista nombró como una las “100 Principales Pensadoras Globales” a la
bloguera cubana colaboradora del Gobierno de EEUU Yoani Sánchez
(6).
El pasado 9 de marzo, El País publicaba un reportaje
titulado “El peligroso efecto de las sanciones”, cuya tesis es que los castigos
y embargos de las potencias occidentales –entre ellos el bloqueo norteamericano
a Cuba, que el diario define como “sanciones económicas (...) (al) régimen
castrista”- son plenamente legítimos, al ser “medidas restrictivas permitidas
por el Derecho Internacional” (7). Pero, a la vez, que son ineficientes –porque
no consiguen “cambios democráticos”- e injustos -por el sufrimiento civil que
generan-.
El diario no distingue entre las sanciones aprobadas
por Naciones Unidas y las impuestas unilateralmente por grandes potencias como
EEUU, otorgando a estas últimas una velada legitimidad como juez internacional
sobre derechos humanos. Y explica que el
bloqueo a Cuba es la “penitencia al régimen comunista de Fidel Castro por
expropiar tierras y bienes a ciudadanos estadounidenses en la isla”. Habría que
recordar que la Revolución cubana no expropió a simples “ciudadanos
estadounidenses”, sino a terratenientes y a grandes empresas como la Cuban
Telephone Company, la Cuba Electric Company, las petroleras ESSO y Texaco, o las
agroindustrias United Fruit Company y Manatí Sugar Company (8). A todas se les
ofreció un acuerdo de compensación que nunca aceptaron.
El País legitima las sanciones de Occidente con los
argumentos de una batería de analistas ligados a la citada Fundación Fride.
Daniel Keohane, su actual Director de Investigación, sostiene que las sanciones
son un mal menor, ya que “la otra opción es la guerra” o “la intervención
militar en un país” (9). “Esta tesis –apunta el diario- es compartida por casi
la totalidad de los expertos que han sido consultados”. Lógico cuando casi todos
son de Fride, el centro de estudios ligado al Grupo Prisa.
Es el caso de Richard Younghs, exdirector de Fride,
que también es citado en el texto (10). O de Sussane Gratius, que no es
presentada como investigadora asociada de Fride, sino como “experta en América
Latina” (11). Gratius es autora de numerosos artículos en contra de los procesos
de cambio social en América Latina, especialmente contra Venezuela (12). El País
también se apoya en las opiniones de Carlos Espósito, quien fue también
investigador principal en la Fundación Fride (13).
En su condena a los países que supuestamente violan
los derechos humanos, El País no dice una palabra sobre hipotéticas sanciones al
Gobierno de EEUU, país con la mayor población carcelaria del mundo, cuyo
ejército ha asesinado recientemente a miles de personas en la ocupación de
varios países, que realiza sistemáticas ejecuciones extrajudiciales mediante
disparos de drones, y que aplica la tortura de manera impune a personas
encarceladas –sin cargo alguno- en el penal de Guantánamo, ubicado –además- en
un territorio robado a otro país (Cuba) (14).
El reportaje de El País “El peligroso efecto de las
sanciones” reconoce al menos, que el bloqueo de EEUU afecta a la ciudadanía
cubana, “que sufre –nos dice- los efectos `desastrosos´ de las sanciones”. Una
pincelada de sensatez en este periódico que en su día fue de izquierdas y
después fue reconvertido en altavoz propagandístico de la OTAN y los intereses
occidentales (15) (16).
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