Carta
a Z
El 27 de abril en el Centro Cultural Universitario
Tlatelolco, dentro de las actividades por el Día Internacional del Libro y la
Rosa –el día 23, coinciden las muertes de Miguel de Cervantes Saavedra y William
Shakespeare—, destacó la que tuvo como objeto que cada quien respondiera a una
carta, extraída de una urna, de algún personaje histórico o literario. A mí me
tocó responder una carta de Emiliano Zapata. Esta es mi contestación:
Abril 27 de
2014-04
Mi General:
Contesto, de manera muy formal, a su misiva del día
de hoy, en la que tiene a bien nombrarme jefe de la Revolución en el estado de
Chihuahua, a fin de que active la lucha
contra el mal gobierno ilegal de Victoriano Huerta, y para que unidos con
las tropas del sur y el centro, ataquemos la capital del país; todo, en
cumplimiento del Plan de Ayala.
Es un honor inmerecido, pero que acepto con gusto,
con el fin de alcanzar los objetivos sociales de la Revolución, bajo el lema: Tierra y Libertad.
Ya conocemos cómo terminó la historia: llegó, junto
con Pancho Villa, a la capital y al mero Palacio Nacional (diciembre de 1913),
y se negó a sentarse en la silla presidencial porque, dijo, estaba “embrujada”.
En estos días me estuve acordando de usted, a
propósito del 95 aniversario de su asesinato, a traición (10 de abril de 1919).
Cien años después, los campesinos siguen igual de amolados: despojados y explotados, gracias al Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLCAN), de corte neoliberal, es decir, enajenante
y excluyente. No fue casualidad, pero sí causalidad, que en México, con el TLCAN, que cumple 20 años, irrumpiera
públicamente el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en el sur
profundo (Chiapas), que reivindica su
nombre y su lucha, convirtiéndola en una lucha global.
Entre tanto festejo, por el centenario de Octavio
Paz (yo me quedo con el igualmente centenario Pepe Revueltas), su aniversario
pasó casi de noche. Y es que es usted un
personaje incómodo, para muchos, dentro y fuera del (mal) gobierno de hoy.
El asunto de la tierra, la cuestión agraria, es fundamental en México, dada la dependencia de la importación de
alimentos básicos y la consecuente pérdida
de soberanía alimentaria, y en América Latina. ¿Cómo no recordar a
Mariátegui?
Ayer, un grupo de colombianos residentes en México
se reunieron para constituir un frente
por la paz, al margen de posiciones ideológicas y políticas, a fin de
acompañar y participar en dicho proceso. La
distribución de la tierra, la reforma agraria,
el primer punto de los Acuerdos de Paz entre el gobierno de Colombia,
encabezado hoy por Juan Manuel Santos, quien busca la reelección, y las Fuerzas
Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en pláticas que se realizan en La
Habana. Un país donde no se sabe a quién pertenece la mitad de la propiedad
rural, luego de 50 años de enfrentamientos y con el agregado del narcotráfico y
el paramilitarismo, a pesar del ya fracasado Plan Colombia, instrumentado por
Estados Unidos, con la presencia de más de 30 bases militares.
Por todo lo anterior, acepto, Mi General, su encargo
para unirme a su lucha, defensa de la tierra y de los campesinos o, como los
llama Armando Bartra, los “campesindios”.
Atentamente.
Posdata. Casi un siglo después, hay mucha gente que
grita en las calles y los campos: “¡Zapata
vive…!
(Esta fue, más menos, mi carta a EZ)
Jose Luis Avendaño
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