La revalorización de la persona
Es cierto que el mundo
en que vivimos no parece tener mucho interés en preservar la vida
humana. Es más: aparecen grupos, con mayor o menor audiencia, que fueron
integrados con finalidades que se refieren a la protección de la vida
animal de los jaguares, o de los leones, o bien que en general se
pronuncian contra las armas de fuego, para evitar las cacerías,
permitidas, o reguladas de manera que se exige al cazador respetar
algunas reglas que tienden a la protección de alguna clase de animales,
no se diga de aquellas especies en riesgo de extinción,
pues éstas
reciben un tratamiento muy especial, que hace imposible cobrar piezas de
esa especie. Incluso las casas de modas que representan firmas de
personas de la alta sociedad evitan emplear en sus costosos diseños
materiales que solamente mediante la cacería se pueden obtener, y de
esta manera, los permisos correspondientes se elevan tanto en materia de
impuestos, que ni las más pudientes clientas lo pagarían, aparte de que
no sería bien visto que se usaran.
Un poco lo mismo puede decirse de ciertas plantas cuya presencia se
considera de gran importancia. Este es el caso de los manglares, cuya
defensa se hace por las propias instituciones que tienen a su cargo las
grandes obras que se construyen frecuentemente, en los litorales, y que
en muchos casos afectarían los manglares, lo que no está permitido, y de
una manera automática, se ponen en acción los mecanismos que
corresponden a la protección de los manglares.Toda esta larga descripción es para poder poner como base de comparación la eficacia que generalmente opera para proteger, con efectividad en la práctica, especímenes de los dos reinos, el vegetal y el animal, y también hemos tratado de dejar lo más claro posible que los mecanismos de protección, sí funcionan en estos dos casos.
Israel tortura y muerte Palestina |
razonamiento?
Por el contrario, el otro gran filósofo que defendiera la
supervivencia de la humanidad como un derecho natural verdaderamente
indiscutible, el derecho a la vida, tendría candidatos en exceso, los
cuales querrían ser ellos quienes defendieran su propio derecho y el de
sus hijos, de sus padres, de sus hermanos y de la pareja biológica que
le corresponda, a quien ama y defiende ahora, y antes de ahora, así como
lo hará sin duda mañana.
En el diálogo de Protágoras o de los sofistas, Platón considera, y
así lo deja establecido, que el hombre, como especie, para subsistir,
necesita comprender y actuar consecuentemente la idea de que el hombre
tiene que aprender a vivir en sociedad con los demás, puesto que solo no
le bastan la habilidad para encender el fuego y dominarlo, cualidad que
le dieron generosamente los dioses, pero no le dieron la sabiduría para
vivir en comunidades, en sociedad, y las fieras lo devoraban. No era
suficiente saber y pensar en el conocimiento del fuego para enfrentarse
con éxito a las bestias; sólo pudo lograrlo cuando admitió que tenía que
aprender a convivir con los demás, y a respetar a sus vecinos, a sus
mujeres y a sus hijos. La factibilidad de esta clase de asentamientos
humanos ha venido haciéndose posible en la medida en que el hombre
acepta vivir y acepta compartir los conjuntos de viviendas , y comparte
también canalizar una parte de sus recursos, a sostener y a compartir
las ventajas y a enfrentar las desventajas, que también las hay, así se
ve este problema,
Y solamente así podrá ser resuelto, en un mundo que demasiado pronto será de más de 10 mil millones de seres humanos.
¿Cuánto vale la vida de un ser humano en una guerra? Vale tanto como
adversarios pueda matar. Y si no puede, en ese caso no es mucho lo que
vale para quienes conducen el conflicto armado y su estrategia para
ganar la guerra. Para ello, para consolidar el triunfo, hay que
distinguir y honrar a quienes más soldados enemigos eliminan. De este
modo, los generales que conducen una guerra premiarán a los soldados que
muestren mayor arrojo, y más decisión para eliminar los activos del
enemigo. Es normal que así sea, pero: ¿qué pasa cuando la guerra
termina? Pasa que los soldados para quienes la guerra ya terminó están
acostumbrados a matar, y a conseguir lo que requieren para su
supervivencia, con el fuego de las armas que queden a su disposición.
Por esto se requiere constantemente mantener vivo el proceso de
revalorización de la persona.
Y del derecho como base de la convivencia entre los hombres.
Únicamente así lograremos restañar el maltrecho contrato social de
Rousseau. Solamente así logrará el hombre ser autor de su propia
historia.
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