“Periodistas y libertad de expresión”, Carmen Aristegui
En México nos hemos acostumbrado a que cuando se publica alguna nota o
información proveniente de algunos lugares de la República, por ejemplo
Tamaulipas, venga sin firma o sin identidad del reportero que la
consiguió.
Por razones de seguridad, muchos medios asumen que es mejor
resguardar la identidad de sus corresponsales cuando se reportan hechos
de violencia, crimen organizado o corrupción. Es ésta una práctica común
que ilustra el grado de incertidumbre y limitación en que se desarrolla
buena parte del periodismo en el país.
Sabemos que la calidad de una democracia se mide por el tamaño de sus libertades, muy especialmente, la libertad de expresión.
Las pobres condiciones de seguridad y garantía en las que se
encuentran muchos medios y comunicadores en México nos hablan de nuestra
precaria vida democrática.
El control y cooptación de medios por autoridades y gobiernos es también parte de la realidad en el país.
Ayer fue presentado un nuevo informe que ilustra el grado de
vulnerabilidad y riesgo por el que atraviesa la prensa en territorio
nacional.
El capítulo México del informe anual de Freedom House, “Libertad de Prensa 2014″, señala que, nuevamente, México es considerado como “país no libre” para el ejercicio de la libertad de prensa.
Ofrece algunos datos duros: de 2000 a 2013, 76 periodistas han sido asesinados. De 2003 a 2013, 16 han sido reportados como desaparecidos.
Aunque estos números disminuyeron en 2013, la impunidad en casi el
total de los casos muestra la debilidad de las instituciones de
justicia.
En el informe se lee que: “… al mes de septiembre 225 incidentes de agresiones contra periodistas
y/o trabajadores de medios e instalaciones de medios de comunicación,
cifra superior a los 207 atentados perpetrados a lo largo de 2012 y los
172 registrados en 2011 y, en lo general, el nivel de las amenazas y
ataques se incrementó”.
Otras modalidades se refieren las múltiples causas penales abiertas
en los estados de la República contra medios y periodistas bajo la
figura de “difamación… la autocensura continuó presentándose como un
factor generalizado”, considera la organización.
Otras situaciones aluden a comunicadores comunitarios,
particularmente en Oaxaca, que han hecho eco de la oposición de
indígenas y campesinos a diversos proyectos que afectan sus tierras y
medio ambiente.
Al conjunto de factores que se analizan en este documento y otros
informes similares se le deberán ir agregando otras prácticas de hostigamiento, amenazas e intimidación
en contra de periodistas, medios, activistas y defensores de derechos
humanos que se han venido impulsando en México -cada vez con mayor
agresividad.
Algunos periodistas y críticos en este país hemos sufrido, de un tiempo para acá, fabricaciones, montajes, falsificaciones,
amenazas y orquestaciones que sólo pueden realizarse con la disposición
de importantes recursos -públicos y/o privados- que les permiten
sostenerse con gran libertad y por periodos prolongados.
Los informes sobre la prensa en México deberán incorporar también, de alguna manera, lo que sucede en las redes sociales.
La grosera intervención en las redes está alcanzando niveles de alarma.
La contratación de robots, bots y trolls que
irrumpen y alteran -impunemente- la libre “conversación” de la
ciudadanía sobre los temas y asuntos que le venga en gana comentar, por
momentos, es escandalosa. Que nadie se confunda o quiera confundir, una
cosa es la crítica, muchas veces implacable, el humor y todo lo que
representan felizmente las redes y la libre expresión de quienes las
usan y otra, muy distinta, la utilización de recursos -públicos y/o
privados- para contratar servicios de gente especializada que diseña
campañas de odio, linchamientos e intentos de desacreditación contra
medios y periodistas. Eso, enteramente, es otra cosa y forma parte, hoy,
de ese entorno adverso y peligroso en el que trabaja la prensa, los
activistas y defensores de derechos humanos en nuestro país.
El clima es peligroso, inhibidor, induce a la autocensura. Todo lo
cual debería poner en alerta a la sociedad mexicana. La calidad
informativa, el derecho a saber, el libre flujo de las ideas y de la
información están en México, seriamente, amenazados.
Es preocupante la situación que viven en México los medios de
comunicación y periodistas, como lo señala el informe anual de Freedom
House, "Libertad de Prensa 2014".
fuente: Aristeguinoticias
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