Jose Angel Gurria |
El hombre feliz no tenía trabajo
A
juzgar por los datos que siguen, los mexicanos representamos un caso de
masoquismo colectivo: trabajamos más, ganamos menos, padecemos mayor
inseguridad, existe un grave problema de obesidad. Eso sin contar
calamidades como los chuchos, Fox y la señora Marta... y aun
así estamos más satisfechos con nuestra vida que los habitantes de otros
países, según los resultados de un estudio realizado por la OCDE
(Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). A lo
largo de un año, cada mexicano trabaja un promedio de 2 mil 226 horas,
mientras que el promedio de 36 países miembros de la OCDE fue de mil 765
horas de trabajo al año. (Este dato hay que tomarlo con reservas: se
refiere a los afortunados que tienen empleo, exclusivamente). Tal vez no
está errada la encuesta, depende de los entrevistados. Si fue José
Ángel Gurría, hasta se quedó corta. Es el pensionado más joven de la
historia mundial. Cobra su pensión desde que tenía 42 años; hasta fecha
reciente era mayor a 2 millones de pesos al año… y dobletea con el
espléndido sueldo que percibe como secretario general de la OCDE.
La CFE y los diablitos
Por
si alguien lo ha olvidado, el presidente López Mateos –del PRI–
nacionalizó la industria eléctrica en 1960. Otro priísta, ya saben
quién, considera que en los tiempos actuales la decisión resulta no
funcional, para decirlo suavecito. De acuerdo con la legislación
secundaria de la reforma energética, la Comisión Federal de Electricidad
será re-reprivatizada. Deberá renunciar a sus grandes clientes y sólo
se quedará con los pequeños y los diablitos. Los grandes
representan 60 por ciento de sus ingresos y podrán producir su propia
energía o comprarla a provedores privados. Opera con pérdidas y al
quedarse con la parte débil del mercado probablemente irá a la
bancarrota. La modificación deberá ser discutida y aprobada por un
Congreso compuesto –en su mayoría– por senadores y diputados dispuestos a
firmar lo que les pongan enfrente.
El riesgo de precariedad subió de 19 a 21%, cuando en el organismo es de entre 9 y 11%
México, de los países con mayor pobreza laboral y más informalidad, dice OCDE
De la Redacción
Periódico La Jornada
Martes 6 de mayo de 2014, p. 23
Martes 6 de mayo de 2014, p. 23
México
es uno de los países de mayor riesgo de pobreza entre los miembros de
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y
prácticamente duplica el promedio de los integrantes de ese bloque.
También se encuentra entre los países de mayor pobreza laboral y con más
alta tasa de empleo informal.
En
México el promedio de riesgo de pobreza ha aumentado de 19 a 21 por
ciento de la población, situación en la que se encuentra a la par de
Israel y Turquía, cuando la incidencia entre los miembros del organismo
es de entre 9 y 11 por ciento.
Tener
un empleo en México no significa escapar de la pobreza, puesto que más
de 18.5 por ciento de la fuerza laboral no cuenta con el ingreso
suficiente para cubrir sus necesidades básicas, señala el informe Todos a bordo: haciendo posible el crecimiento incluyente, publicado este lunes por la OCDE.
Entre
los miembros del organismo que agrupa a 34 de las mayores economías, el
país es el que tiene el porcentaje más alto de incidencia de pobreza en
el empleo; le sigue Turquía, donde la tasa es de 18 por ciento, Chile e
Israel, ambos con 15 por ciento.
La pobreza en el empleo afecta a 8 por ciento de la población en edad de laborar entre los países de la OCDE.
La
tasa de pobreza entre los hogares sin empleo es cinco veces mayor que
la de los hogares donde por lo menos una persona trabaja. Sin embargo,
la pobreza en situación de empleo sigue siendo un problema para la OCDE,
con considerables diferencias entre países.
La
tasa es superior a 12 por ciento en México, Chile, Israel, Japón,
Turquía y Estados Unidos. En las últimas dos décadas la pobreza en el
trabajo se ha intensificado al máximo para las familias con un solo jefe
y para las parejas con niños y con un solo ingreso que, según cifras de
2010, tienen una tasa media de probreza de 22.7 y 18.5 por ciento,
respectivamente.
La
informalidad laboral es generalizada en los países en desarrollo y las
economías emergentes. Este es el caso de África subsahariana, donde en
promedio siete de cada 10 personas en el sector no agrícola son
trabajadores informales.
Entre
los países de la OCDE México y Turquía destacan en informalidad, pues
entre 40 y 60 por ciento de la mano de obra trabaja sin seguridad
social.
Aunque
el sector informal sirve como una válvula de seguridad en los países
donde el sector formal es estrecho, la informalidad laboral puede
exacerbar desigualdades, pues excluye a los trabajadores de la
protección social y los deja en situación de desventaja, en especial a
los que tienen puestos de trabajo 3D (dirty, dangerous and demeaning: sucios, peligrosos y degradantes).
Los
trabajadores informales también están expuestos a la falta de acceso a
los servicios financieros y capacitación laboral, lo que perpetúa el
círculo vicioso de empleos de baja productividad y pobreza, apuntó el
documento de la OCDE.
La
desigualdad en muchos países –ahora en su nivel más alto en décadas–
debilita el crecimiento económico y el bienestar, según la OCDE.
Los
ricos han acaparado abrumadoramente los beneficios del crecimiento. El
ingreso promedio del 10 por ciento más rico de la población en los
países de la OCDE fue de nueve veces y medio superior al del 10 por
ciento más pobre en 2010, en comparación con un nivel siete veces mayor,
hace 25 años, apunta el documento, y destaca que
la brecha entre ricos y pobres se ha ensanchado más rápido desde la crisis financiera.
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