“Transnacionalización y desnacionalización. Ensayos sobre el
capitalismo contemporáneo”: Rafael Cervantes Martínez, Felipe Gil
Chamizo, Roberto Regalado Alvarez y Rubén Zardoya Loureda
Via MarxismoCritico PRÓLOGO A LA EDICIÓN CUBANA
“No cabe duda de que la tendencia del desarrollo es hacia un trust
único mundial, que absorberá todas las empresas sin excepción y todos
los Estados sin excepción”. No son palabras de Bill Gates, en este
“globalizado” inicio de milenio, fue Lenin quien las dijo en 1915, un
autor que el mercado de las ideas ha declarado obsoleto con premura
sospechosa. A Vladimir Ilich Lenin dedican los autores este militante
análisis del imperialismo contemporáneo, así, sin titubeos en el uso de
palabras que suenan como disparos en los salones marmóreos de la
Academia ahora posmodernizada, con suculentos premios y ediciones de
lujo para los bien portados. Porque el lector, sin dudas, tiene un libro
raro y útil en las manos, un libro que no reniega o enmascara su
vocación subversiva —o quizás mejor deba decirse, revolucionaria—, no
como dejación del espíritu científico sino como reafirmación suya: la
ciencia, la verdad, al servicio del ser humano, en su expresión concreta
e histórica, es decir, en defensa de los explotados, de los condenados o
de los pobres de la tierra, con quienes nuestros hombres y mujeres
mayores han “echado su suerte”.


Pero el espejismo se desvanece cuando constatamos las cifras reales:
“en el mundo de la fibra óptica y las computadoras de enésima generación
—dicen los autores—, casi dos terceras partes de la humanidad nunca ha
levantado un teléfono y más del 98% de ella jamás ha visto una de las
imágenes de Internet”. Como ha señalado Fidel, 378 ricos poseen hoy
tanto dinero como el que ganan en un año 2 600 millones de personas.
Vuelvo a preguntar entonces, ¿de qué globalización se nos habla?
Podría argüirse con razón que hoy el mundo es más interdependiente, que
las crisis financieras o las guerras locales adquieren en días, en
horas, consecuencias mundiales, que tras la caída del socialismo
soviético y europeo, el Estado imperialista más poderoso del planeta
dicta órdenes y organiza cruzadas bélicas para corregir cualquier
comportamiento “indebido”, asumiendo de hecho funciones de gendarme mundial de las
transnacionales, las que a su vez controlan las inusitadas posibilidades
que la tecnología abre a las comunicaciones e invaden la conciencia de
millones de personas con su mensaje manipulador y reductor, pero eso,
en buen español, ¿no es la transnacionalización del capital monopolista
que debilita o redefine, sí, las funciones clásicas de la mayor parte de
los estados del mundo, pero fortalece las de unos pocos, la de los
gendarmes?, ¿no es peligroso confundir la “universalización” del más
feroz neoliberalismo con el noble concepto de la globalización?
¿aceptaremos la globalización del despojo y de la exclusión como la
forma inevitable de integración de la cultura humana?

“La economía natural o de autoconsumo (…) es aquella en que la mayor
parte de lo producido está destinada al consumo directo —dicen los
autores del libro—. Este modo de producción ancestral —cuyas formas
clásicas se conservan aún en las tribus indígenas de América y África, y
en las comunas patriarcales de Asia— incluye, de forma total o parcial,
la actividad económica de cientos de millones de campesinos, poseedores
o no de tierra, a los trabajadores independientes y a los
subasalariados, franja de la población mundial esta última que ha ido
adquiriendo un singular relieve social”. En esas comunidades indígenas,
aparentemente inmóviles en el tiempo, los niños descalzos suelen llevar
sobre el vientre inflamado un pulóver que dice París, o Mickey Mouse o
Rambo. No se alimentan bien, pero toman Coca Cola. Sus habitantes no se
enteran de lo que sucede más allá de cinco o seis leguas a la redonda,
pero cuelgan en las paredes de bambú o barro de sus chozas, la imagen
sonriente y pulcra de algún candidato a senador o a presidente, si un
señor de paso les ofrece a cambio algunas libras de carne de res.
Si las transformaciones del mundo son dispares, si la elegante dama
de aquel salón parisino nada tiene que ver con la mujer ixil que ahora
mismo prepara la masa de maíz para hacer tortillas, rodeada de ocho
hijos descalzos y mugrientos en la selva guatemalteca; si el ritual
mágico religioso del vudú haitiano parece muy distante de la pulcra
civilidad del catolicismo que coloca una tabla acolchonada para sostener
las finas rodillas blancas de sus creyentes, el capital en su
movimiento continuo ensarta como aguja mágica todos los segmentos de la
vida humana, convenciéndonos no sólo de que la humanidad es una en su
diversidad, sino demostrando además que la modernidad —viejo eufemismo
del modo de producción capitalista— existe como lucha de contrarios. No
hay una modernidad capitalista por alcanzar, porque ésta presupone la
existencia de dos mundos, el rico y el pobre, la ciudad de las luces y
la oscura selva: “El capitalismo —dicen los autores— es incapaz de
homogeneizar la economía mundial”. Más aún, “estas formas económicas
(naturales o de autoconsumo) no se encuentran, en modo alguno, en vías
de extinción, sino se hallan subordinadas orgánicamente al capitalismo
monopolista trasnacional y constituyen condiciones de su existencia”.
Pero el asunto se torna verdaderamente paradójico si constatamos que el
pleno desarrollo de la libre concurrencia acaba por frenar y ahogar… la
libre concurrencia. “Por su naturaleza concentradora y excluyente, el
imperialismo obstaculiza, lastra, desacelera, atrofia, violenta y frena
el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, en especial
en las antiguas colonias, resulta incapaz de concluir el proceso de
acumulación originaria del capital”. En este sentido, la doctrina
neoliberal acaba convirtiéndose en la negación del liberalismo
primigenio.
Cuando los ideólogos del neoliberalismo reivindican como antecesores
suyos a los liberales revolucionarios de los siglos XVIII y XIX, se
equivocan. Lo que emparienta a los hombres y mujeres de épocas
diferentes no es exactamente la letra de sus criterios sociales o
políticos, sino el lugar que ocupan en el movimiento histórico de las
ideas. De tal forma, los jacobinos franceses están más cerca de los
bolcheviques rusos que de los neoliberales de hoy. Que no se nos
presenten ahora como defensores del progreso, de la tecnología
unificadora, de la llamada modernidad o de la posmodernidad, como
adalides de laeficiencia y del útil pragmatismo que rechaza las quiméricas visiones
del espíritu romántico. La ética que reclamamos no es un código del
deber ser, sino, como quería Martí, del poder ser, o más aún, es la
expresión de una impostergable necesidad: o somos éticos y salvamos la
Naturaleza y con ella, la civilización humana, o nos autodestruimos.
Nada más práctico. Los utópicos son aquellos que sueñan con un mundo
indefinidamente neoliberal.

¿Quiénes son los autores de este libro? Pudiera decir que son, en
primer lugar, cuatro especialistas formados por la Revolución cubana:
economistas, filósofos y politólogos con suficiente aval científico para
enfrentar por separado la redacción de un libro. Todos suelen publicar
artículos en revistas especializadas cubanas y extranjeras y mantienen
una activa vida académica y política. Pero no hablaré individualmente de
ellos. Este libro no se propone trascender en un sentido elitista y
tradicional, no es un ejercicio intelectual narcisista. Los autores
saben que el objeto de estudio y la manera en que ha sido abordado lejos
de abrir, les cerrará los salones, que la maquinaria desmovilizadora
del capital les hará exclamar a muchos: no deben ser muy inteligentes
cuando citan profusamente a Lenin y le dedican el libro. Ellos se
propusieron estudiar y desmitificar el capitalismo contemporáneo para
contribuir a su destrucción. No nos entregan el resultado final,
imperecedero, de sus vidas; saben que en medio de la confusión
ideológica de fin de siglo cualquier reflexión seria, militante,
científica y audaz es ya una gran contribución. Pocas veces cuatro
autores logran complementarse y hacerse uno en la elaboración de un
texto. Los vi reunirse durante meses y grabar acaloradas discusiones en
las que cada cual aportaba su experiencia vital y científica o comentaba
un texto. De esas grabaciones, transcritas y vueltas a leer, a discutir
y a grabar, fue conformándose un libro. Durante esos meses no dejaron
de impartir clases, de asistir a eventos políticos, de vivir la
cotidianidad de una Revolución sitiada. Y demostraron que el talento
colectivo al servicio de una causa noble, puestos los ojos en la tierra,
puede alcanzar insospechadas alturas de vuelo.
Llegue este libro útil a las manos del lector más diverso, entre en
el combate de ideas como quería Martí, para triunfar con ideas.
Discútase, una y otra vez, con urgencia revolucionaria, porque su dedo
acusador apunta como un rifle de caza al corazón del sistema que nos
oprime.
Enrique Ubieta Gómez
Diciembre de 2001
Diciembre de 2001
A la memoria de Vladimir Ilich Lenin
INDICE
Prólogo a la edición cubana
Prólogo a la edición argentina
Palabras de los autores
Historia universal y globalización capitalista: cómo se presenta y en qué
consiste el problema
La metamorfosis del capitalismo contemporáneo y el fetichismo científico
tecnológico
La transnacionalización del capitalismo monopolista de Estado
- Del capitalismo monopolista al capitalismo monopolista de Estado
- El capitalismo monopolista de Estado y la Revolución socialista
- Del capitalismo monopolista de Estado nacional al capitalismo
monopolista transnacional: el imperialismo unicéntrico
- Hacia un sistema transnacional de dominación imperialista El capitalismo monopolista transnacional
- El monopolio transnacional y la ley general de la acumulación
capitalista
- Fuerzas productivas y relaciones de producción. Doble carácter del
monopolio (transnacional) sobre las fuerzas productivas
- La fuerza de trabajo. Obrero parcial, cretinismo profesional,
enajenación y socialización marginadora transnacional
- La especulación financiera transnacional y la crisis integral del modo
capitalista de producción Transnacionalización, Estado y poder político A modo de conclusión Bibliografía
- Del capitalismo monopolista al capitalismo monopolista de Estado
- El capitalismo monopolista de Estado y la Revolución socialista
- Del capitalismo monopolista de Estado nacional al capitalismo
monopolista transnacional: el imperialismo unicéntrico
- Hacia un sistema transnacional de dominación imperialista El capitalismo monopolista transnacional
- El monopolio transnacional y la ley general de la acumulación
capitalista
- Fuerzas productivas y relaciones de producción. Doble carácter del
monopolio (transnacional) sobre las fuerzas productivas
- La fuerza de trabajo. Obrero parcial, cretinismo profesional,
enajenación y socialización marginadora transnacional
- La especulación financiera transnacional y la crisis integral del modo
capitalista de producción Transnacionalización, Estado y poder político A modo de conclusión Bibliografía
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