Temores Fundados: El Fisgón |
José
Luis Avendaño C.
Casi
ganábamos, pero… como dijo Fernando Marcos: “el último minuto también tiene 60 segundos”,
y los holandeses nos sacaron el triunfo de
la bolsa. En fin, que caímos,
como siempre, de cara al sol.
Morir
en la raya. Como la línea que separa el triunfo (casi) de la derrota. Como la línea de
nuestra frontera norte, que separa el
desarrollo del subdesarrollo, del que quieren escapar muchos. Una frontera
que, por la geopolítica de seguridad
nacional, Estados Unidos recorre del Río Grande (Bravo) al Río Suchiate.
Estuvimos a punto de llegar a ese anhelado quinto partido o a los cuartos de final,
cuando del plato a la boca… dejando
al espectador, dentro del estadio o
frente a la pantalla televisiva, con la boca abierta y el grito ahogado.
Antes del Presidente, la otra hechura de la televisión –poder
mediático, es decir, económico, político e ideológico—, es el futbol. Ella,
como empresa del espectáculo y el
entretenimiento, es la dueña del
balón. Nada se mueve alrededor de él, sin su voluntad. Por ejemplo, los horarios de transmisión. Nunca se
había observado tan nivel de mercantilización,
no sólo entre los jugadores, sino del propio entrenador, el Piojo Herrera, para servir de anunciantes o, en el caso del mismo Miguel Herrera, de “patiño” de un cómico de segunda.
Eran los tiempos en que el dominio del PRI era casi absoluto, y Emilio Azcárraga Milmo no tuvo
empacho en afirmar que Televisa era un soldado
(guardián) del Presidente (obviamente priista)
en turno. Las relaciones entre el
gobierno y la televisión son históricas;
prácticamente nació al amparo del poder
político. La primera transmisión en vivo de la televisión mexicana fue un
Informe Presidencial de Miguel Alemán, cuyo hijo sería, por muchas décadas, ejecutivo de Telesistema Mexicano,
antecedente de Televisa.
El duopolio
televisivo se eleva como un poder
fáctico que, como la Iglesia católica –la iglesia electrónica se le llamó en una pancarta, ya hace 40 años—y
el crimen organizado. Su programación, en series, películas y hasta en
caricaturas, tiene altas dosis de
violencia o de entretenimiento.
Tan siquiera, la economía estuviera lista para despegar: si no lo ha hecho
es, precisamente, por la ausencia de las
reformas, que generen confianza para
animar a la inversión que va en pos de la máxima
ganancia, a costa del saqueo de
recursos y mayor explotación del trabajo. Veinte años después del Tratado
de Libre Comercio de América del Norte, nos dice José Ángel Gurría –el ángel de la dependencia, negociador del
TLCAN—, secretario general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE), que será hasta el 2050 cuando veamos el ingreso de iguale a
la de las naciones más desarrolladas.
La televisión, dijo el mismo Azcárraga, no se hizo
para educar (sus bloques de noticias desinforman y distraen); al contrario. Y
esto, que ha sido una ley no escrita por
años, hoy, con la Reforma a la Ley de Telecomunicaciones, cuyas leyes secundarias se aprueban al vapor en pleno Mundial de Futbol (otro negocio en la que se halla
involucrada) se eleva a rango
constitucional. En su aprobación, jugó un papel determinante la telebancada, personeros y voceros del duopolio
televisivo incrustados como legisladores en ambas cámaras federales.
Después de cacarear,
principalmente desde el 2000, que transitamos
a la democracia, ésta se revela cucha,
sin contenido popular, para no decir, en el lenguaje de hoy, ciudadano; como una simulación.
El peligro de la contrarreforma
en materia de telecomunicaciones y radiodifusión es que se perpetúen el pensamiento único a
través de una voz única –excluyendo otras voces—, es decir, la voz del amo, como la figura del
perrito de la RCA (Radio Corporation of America), que, por cierto, tuvo a su
primer representante en México a Emilio Azcárraga Vidaurreta, quien fundaría en
1930, la XEW Radio, La Voz de América
Latina desde México. La democracia
pasa por los medios, o no es
democracia.
En términos psicológicos y económicos, nos domina de depresión. Es como morir o (sobrevivir) vivir en la raya.
Aquí rescato, cual mínimo homenaje, a
Rogelio Naranjo, que en su libro Vivir en
la raya (UNAM/Turner. México. 2013), y donde recoge parte de los más de dos
mil 300 cartones y producción plástica –en custodia del Centro Cultural
Universitario Tlaltelolco—, una caricatura, del 5 de julio de 2002, de actualidad, de un personaje de
carácter porfiriano, de bigotes retorcidos
y bombín (“Bisco”), donde, por ojos,
tiene sendos circulitos: uno, con el logo de Televisa, y otro, con el del PRI.
Así (nos) vemos.
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