Regeneración. Junio 26, 2014.- La muestra ‘L’amour courtois’ (‘El amor
cortés’) se inaugura en París en noviembre con ilustraciones y textos
medievales de la vida sexual de la época. “Las ideas negativas como la
falta de higiene o el cinturón de castidad son más propias del
Renacimiento”, explican los responsables de la exposición. Entre los
siglos V y XV, un tercio de los sacerdotes vivía en concubinato, el
adulterio masculino no era una falta grave y la prostitución estaba
regulada.
Las costumbres amatorias de la Edad Media se presentan bajo un
enfoque inédito en una exposición en París que busca derribar
estereotipos de la sexualidad medieval como la generalización del
cinturón de castidad o de los matrimonios precoces. L’amour courtois (El
amor cortés), consiste en un conjunto de ilustraciones de manuscritos
medievales acompañadas de textos orientados a arrojar luz sobre la
práctica del sexo en esa época.
Se trata de “un período de la Historia muy desconocido por su larga
extensión”, sobre el que “todas las ideas negativas que tenemos, como la
falta de higiene o el cinturón de castidad, son más propias del
Renacimiento”. Entre ellas, la de los matrimonios precoces, puesto que
los hombres medievales, a excepción de los reyes, se casaban tarde
porque resultaba complicado reunir la dote necesaria para pagar la boda.
La Iglesia consentía además ciertas prácticas sexuales ahora
censuradas, como la prostitución femenina, porque, según refleja la
muestra, se consideraba un oficio de salubridad pública y una importante
actividad económica.
En la Edad Media, entre los siglos V y XV, hubo “períodos más
liberales de lo que se cree”, en los que se cuestionaba el celibato
eclesiástico y cerca de un 30% de los sacerdotes vivía en concubinato,
asevera a Lavoye-Nbeoui. Aunque es cierto que la doctrina religiosa no
siempre fue permisiva y marcó reglas como la prohibición del sexo
durante dos tercios del año por respeto al calendario católico, fue a
raíz de la expansión del protestantismo de Martín Lutero, en el siglo
XVI, cuando “comenzó a imponer una doctrina más rígida para combatirlo”.
Sólo una postura permitida La única posición sexual permitida era la
“natural”, en la que el esposo se extendía sobre su mujer con el único
objetivo de procrear, y los clérigos tenían la obligación de instruirse
en todas las posturas conocidas para poder imponer las penitencias.
Abundan las representaciones de los atributos masculinos como pájaros o
elementos de charcutería y de los senos femeninos con porciones de queso
tierno y blancoEl adulterio, aunque era un pecado reconocido, solo se
condenaba cuando lo cometía una mujer, a las que se solía sancionar con
el pago de una multa, mientras que sobre el hombre adúltero no caían
reprimendas porque su error era visto como una falta “espiritual”.
El reflejo ilustrado de esas costumbres se realizaba de forma
recurrente a través de símbolos y metáforas, en las que abundan las
representaciones de los atributos masculinos como pájaros o elementos de
charcutería y de los senos femeninos con porciones de queso tierno y
blanco. Estos símbolos “son muy sutiles, pero al mismo tiempo muy
directos”, señala Lavoye-Nbeoui, porque basculan entre los principios
del etéreo “amor cortés” y representaciones “mucho más directas y
sorprendentes en las que se plasman los órganos sexuales”.
La historiadora Danièle Alexandre-Bidon, comisaria encargada de
seleccionar las imágenes de la muestra, escogió muchas de las
ilustraciones presentes en el libro del siglo XIV Decamerón del italiano
Giovanni Bocaccio, que narra algunas historias de adulterio femenino.
Escenas como la de Ménage à trois, tomada de esta obra maestra medieval,
en la que dos mujeres desnudas yacen en una cama junto a un hombre
vestido y plasman que la realidad de la relación amorosa en la Edad
Media distaba del púdico “amor cortés”.
www.20minutos.es
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