José Luis
Avendaño C
Desde ya
algún tiempo me he encargado, para Reporte
México, de rastrear las noticias en torno a dos temas: la seguridad
y el llamado bullying o acoso escolar.
En el
primer caso, la seguridad se trata en tres dimensiones: la seguridad
personal, que también tiene que ver con su patrimonio o bienes; la seguridad
pública y la seguridad nacional. Como tales, deben estar garantizadas
y protegidas por el Estado. Cuando eso no sucede o su acción es insuficiente
e ineficiente, por ejemplo, por el desafío de un poder fáctico, como
lo es el crimen organizado, se da un vacío de poder que debe ser
llenado, por lo que se da una disputa, en cuanto al control de
territorios, incluyendo aquí a las mentes y a los cuerpos.
¡Menos mal! Ahumada |
Con ello,
aparece un clima social de violencia, que rebasa la capacidad del
Estado. La inseguridad se vuelve casi una situación normal,
con lo predomina el miedo, que a su vez alimenta la confrontación y la necesidad de mayor protección. De aquí al
autoritarismo, sólo hay un paso.
En dicho clima
social de violencia se hace más evidente un fenómeno que, aunque tiene su
origen en el seno de la familia, se manifiesta con crudeza en la escuela: el acoso
entre compañeros, que puede ser desde verbal (un apodo o sobrenombre) hasta
maltrato físico, que llega a extremos de crueldad y muerte.
Por su
naturaleza, tanto la seguridad como
el bullying, se extienden a otros
ámbitos de la esfera política, económica y social, y así podemos hablar de inseguridad, violencia o bullying económico, tal y como se
observa en la aprobación de las distintas reformas
estructurales aprobadas en los últimos meses: la educativa, la laboral, la
de telecomunicaciones y ahora la de energía, que significan una virtual entrega de soberanía,
convirtiendo a México en una neocolonia.
Lógica impecable: Fisgón |
Es,
precisamente, en el espacio de la economía
donde se entrecruzan la seguridad,
mejor dicho, su contrario, la inseguridad,
y el bulliying, como acoso a los más socialmente más vulnerables,
no únicamente a través de la violencia física, sino de la violencia económica, generada desde los programas y las políticas neoliberales, que son a su vez excluyentes y depredadoras. Es el caso
del proceso, que lleva 30 años de gestación, pero que es en el actual sexenio
cuando se concretan, de aprobación legislativa, de las reformas estructurales, particularmente la educativa, laboral, en telecomunicaciones
y en energía.
No sólo
se trata del despojo de las tierras a
los campesinos, sino de la expoliación de
los derechos laborales, es decir, de la destrucción
de los contratos colectivos del trabajo, vía el despojo del contenido social de los artículos 27, 28 y 123 de la
Constitución.
Uniformes: Ahumada |
Por eso,
retomo hay otro tipo de clasificaciones de la seguridad, a partir del tipo de protección
que cubren. El sociólogo francés Robert Castel afirma que “históricamente
han existido dos tipos de protecciones:
las ‘civiles’, encaminadas a
garantizar la seguridad de los bienes y de las personas en el marco de un
Estado de derecho, y las ‘sociales’, que van contra los principales riesgos capaces de entrañar una degradación de la situación de los
individuos, como son la falta de empleo
digno, la enfermedad, el accidente y la vejez empobrecida. Hay una ‘seguridad civil’ y una ‘seguridad social’”.
Esta falta de empleo digno es la que alimenta la violencia e inseguridad que
se observa tanto en la familia como en la sociedad. En El Manifiesto
Comunista, de 1848, se dice: "Nos reprochan el querer abolir la explotación de los hijos por los padres. Confesamos
este crimen”.
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