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lunes, 22 de septiembre de 2014

Batallas por el agua y por la vida, un asunto de soberania alimentaria, objeto de especulación

José Luis Avendaño C.
Se dice que las guerras del siglo XXI serán, ya no tanto, por el petróleo, sino por el agua, el vital líquido, convertido en recurso estratégico. De ahí que las primeras culturas se hayan asentado a las orillas de ríos, lagos y mares. Lo mismo China, Egipto y Mesopotamia (literalmente, “Entre dos ríos”). Si no, que le pregunten a los mexicas, que, luego de un largo peregrinaje, llegaron al territorio que nombraron Tenochtitlán.
En estos días, otro de los pueblos originarios del territorio llamado México –hoy expoliado y depredado, los yaqui, se hallan en pie de lucha, en resistencia y por la defensa de sus tierras y agua, en Sonora.  
A la contaminación de sus ríos por el Grupo México, se aúna su uso particular, mediante la construcción de una presa por parte del gobernador, Guillermo Padrés, al desviar el cauce de las aguas de la comunidad. Un clásico ejemplo de apropiación privada con un elevado costo social, donde las autoridades federales se muestran negligentes, por no decir complacientes. Se les aplica, como dice Adolfo Gilly, el método Atenco.
México se encuentra, como hace más de cien años, en su tenaz lucha por su suelo y subsuelo. Lo que es reconocido ya como un derecho humano (económico y social), se le escamotea a la sociedad, en la persona de los yaquis, que tienen una larga tradición de resistencia y lucha, enfrentados, hoy, al gran capital, que se brinca y burla de las leyes ambientales y, con ello, de la Constitución, con la vista gorda de las autoridades.
No es una mera cuestión de nacionalismo trasnochado y obsoleto en plena globalización. Es un asunto de soberanía alimentaria, es decir, nacional. Recursos que son objeto de especulaciónnombre del juego en este capitalismo de casino y rapiña, que es el neoliberalismoen contra de los pueblos.  
¿Es lo que nos espera –ya lo estamos viendo— con las contrarreformas? 
El voto, como valor de la democracia formal, tiene que ir acompañado, nos recuerda el autor de La revolución interrumpida, de una gran movilización social, en defensa de nuestros recursos, que es decir, de nuestra vida.

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