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jueves, 16 de octubre de 2014

Entre fosas y trincheras: México último lugar en seguridad, salud, ingreso,acceso internet

“Lo que sigue es que le den a uno pa’bajo, que lo maten porque uno anda pegando de gritos”.
 
por José Luis Avendaño C.
Quien habla es Nepomuceno Cobo Núñez, sonorense de 56 años, al que le mataron a su hijo, Jorge Mario, en mayo de 2011, y quien fue a su vez asesinado, en noviembre de ese año (véase, de Luis Hernández Navarro: Hermanos en armas. Policías comunitarias y autodefensas. Para Leer en Libertad. México. 2014).   
 
 La actual administración le quitó reflectores al tema de la inseguridad, y poner énfasis en la firma del Pacto por México, con fin de negociar las reformas estructurales pendientes. Al mismo tiempo, publicitó que los índices de violencia se habían reducido. Sin embargo, la percepción de la gente y, sobretodo, la realidad, se empeñan en desmentir el discurso oficial. Allí están los casos de Tlatlaya, Estado de México, y de Iguala, Guerrero, que no son meras excepciones.
 
En un estudio sobre calidad de vida entre los 34 países que son parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el último lugar en seguridad, salud, ingreso disponible y acceso a Internet (La Jornada, 7-10-2014). Caldo de cultivo de la violencia como respuesta, desde abajo, a la inseguridad y violencia que generan el modelo neoliberal excluyente.
 
México ocupa el último lugar en acceso a la educación. Algo crucial dentro de la etapa de la economía del conocimiento, y que nos tiene, como en todos los indicadores de desarrollo humano, al final de la tabla, y en los que somos cola de león o, mejor dicho, cabeza de ratón.
Milenio
 
Sólo para que se vea el grado de atraso de nuestra planta productiva, que presume de un Tratado de Libre Comercio de América del Norte, desde 1994:
 1) tan sólo 40 por ciento de nuestra fuerza laboral posee un título de educación secundaria (un máximo de nueve años de estudios); 
 2) de la totalidad de las micro, pequeñas y medianas empresas, que ocupan a la mayor cantidad de gente, pero que generan una parte minúscula del Producto Interno Bruto, más de la mitad (58.6 por ciento) no posee cuenta bancaria, y
 3) mientras importamos alimentos básicos, exportamos la fuerza de trabajo que podría, aquí, producirlos.
 
Tenemos, así, una globalización desinflada, en vez de una verdadera  política industrial que mire hacia fuera desde dentro. Por eso, las ventajas en competitividad (salarios equivalentes a seis centavos de dólar la hora), han sido para unos cuantosIntereses de clase que se hacen pasar por intereses de la Nación, de todos. Ese concepto engañoso de interés nacional no puede ocultar su composición clasista excluyente. De ahí la vigencia, no soterrada, de la lucha de clases.
 
Una encuesta del Banco de México, entre miembros del sector privado, mira la inseguridad como el principal obstáculo para el crecimiento, seguida de la política fiscal, aun cuando México posee la menor tasa de recaudación respecto a su Producto Interno Bruto, entre los países de la OCDE. La inseguridad tiene que ver con los niveles de extorsión y secuestro, es decir, con el ancestral clima de chantaje y corrupción dominante.
 
 ¿La desaparición de 43 normalistas rurales de Ayotzinapa forma parte, como terrorismo de Estado, de la reforma educativa? Si es así, entonces todos los que, de alguna manera u otra, nos oponemos no sólo a las contrarreformas, sino al modelo económico, nos encontramos en zona de riesgo.
 
Si, como dice Alejandro Solalinde, el país se ha convertido en una gran fosa clandestina, al mismo tiempo, por doquier, se abren, desde abajo, más trincheras de resistencia y lucha.
 
 
 

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