“Lo que
sigue es que le den a uno pa’bajo,
que lo maten porque uno anda pegando de
gritos”.
por José Luis Avendaño C.
Quien habla
es Nepomuceno Cobo Núñez, sonorense de 56 años, al que le mataron a su hijo,
Jorge Mario, en mayo de 2011, y quien fue a su vez asesinado, en noviembre de
ese año (véase, de Luis Hernández Navarro: Hermanos
en armas. Policías comunitarias y autodefensas. Para Leer en Libertad.
México. 2014).
La actual administración le quitó reflectores al tema
de la inseguridad, y poner énfasis en la firma
del Pacto por México, con fin de negociar las reformas
estructurales pendientes. Al mismo tiempo, publicitó que
los índices de violencia se habían reducido. Sin embargo,
la percepción de la gente y, sobretodo, la realidad,
se empeñan en desmentir el discurso oficial. Allí están los casos
de Tlatlaya, Estado de México, y de Iguala, Guerrero, que no son meras excepciones.
En un estudio sobre calidad de vida entre los 34 países
que son parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), México ocupa el último lugar en seguridad, salud,
ingreso disponible y acceso a Internet (La Jornada, 7-10-2014). Caldo de cultivo de la violencia como respuesta,
desde abajo, a la inseguridad y violencia que generan el modelo neoliberal
excluyente.
México ocupa el último lugar en acceso a la educación. Algo
crucial dentro de la etapa de la economía del conocimiento, y que
nos tiene, como en todos los indicadores de desarrollo humano, al
final de la tabla, y en los que somos cola de león o, mejor
dicho, cabeza de ratón.
Milenio |
Sólo para que se vea el grado de atraso de nuestra
planta productiva, que presume de un Tratado de Libre Comercio
de América del Norte, desde 1994:
1) tan sólo 40 por ciento de nuestra fuerza
laboral posee un título de educación
secundaria (un máximo de nueve años de
estudios);
2) de la totalidad de las micro, pequeñas y medianas empresas,
que ocupan a la mayor cantidad de gente, pero que generan una parte minúscula
del Producto Interno Bruto, más de la mitad (58.6 por ciento) no posee
cuenta bancaria, y
3) mientras importamos alimentos básicos, exportamos la
fuerza de trabajo que podría, aquí, producirlos.
Tenemos, así, una globalización desinflada, en vez de una
verdadera política industrial que mire hacia fuera
desde dentro. Por eso, las ventajas en competitividad (salarios
equivalentes a seis centavos de
dólar la hora), han sido para unos cuantos. Intereses
de clase que se hacen pasar por intereses de la Nación, de
todos. Ese concepto engañoso de interés
nacional no puede ocultar su composición
clasista excluyente. De ahí la vigencia, no soterrada, de la lucha de clases.
Una encuesta del Banco de México, entre miembros del sector privado,
mira la inseguridad como el principal obstáculo para el
crecimiento, seguida de la política fiscal, aun cuando México posee
la menor tasa de recaudación respecto a su Producto Interno
Bruto, entre los países de la OCDE. La inseguridad tiene que ver
con los niveles de extorsión y secuestro, es decir, con el
ancestral clima de chantaje y corrupción dominante.
¿La desaparición de 43 normalistas rurales de
Ayotzinapa forma parte, como terrorismo
de Estado, de la reforma educativa? Si es así, entonces todos
los que, de alguna manera u otra, nos oponemos no sólo a las
contrarreformas, sino al modelo económico, nos encontramos en zona
de riesgo.
Si, como dice Alejandro Solalinde, el país se ha convertido en una gran fosa clandestina, al mismo tiempo,
por doquier, se abren, desde abajo, más
trincheras de resistencia y lucha.
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