El Papa decidió: O’Brien ya no tiene los derechos de cardenal
Significativa decisión de Papa Francisco: el arzobispo escocés se había visto involucrado en un escándalo sexual. No sucedía desde 1927, cuando el cardenal jesuita Billot perdió la púrpura
03/20/2015 Vatican Insider
ANDREA TORNIELLI
CIUDAD DEL VATICANO
CIUDAD DEL VATICANO
Desde
1927 no se había repetido que un cardenal perdiera la dignidad de la
púrpura. No sucedió ni siquiera en el caso del arzobispo de Viena, el
cardenal Hans Hermann Groer, obligado a retirarse en oración y a no
mostrarse en público después de las acusaciones de haber abusado de
algunos seminaristas. En cambio, ahora sí sucedió.
«El
Santo Padre –se lee en el comunicado vaticano– ha aceptado la renuncia a
los derechos y a las prerrogativas del cardenalato, expresadas en los
cánones 349, 353 y 356 del Código de Derecho Canónico, presentada, al
final de un largo itinerario de oración, por su eminencia el señor
cardenal Keith Patrick O’Brien, arzobispo emérito de Saint Andrews y
Edimburgo. Con esta medida, Su Santidad manifiesta a todos los fieles de
la Iglesia de Escocia su preocupación pastoral y los anima a continuar
con confianza el camino de renovación y de reconciliación».
Los
cánones citados son los que se refieren al cardenalato, es decir al
«peculiar colegio» de los electores del Papa (canon 349), que participan
en los Consistorios (canon 353), colaboran con el Pontífice y deben
viajar a Roma cada vez que se les convoque (canon 356). En otras
palabras, O’Brien pierde los derechos y prerrogativas del cardenalato.
El comunicado afirma que la renuncia fue presentada por el todavía
entonces purpurado, pero no hay que dejar de advertir la coincidencia
temporal con la investigación sobre su caso, encomendada en abril de
2014 al obispo Charles Scicluna, que fue Promotor de Justicia en la
Congregación para la Doctrina de la Fe, y ahora es arzobispo de Malta.
El cardenal O’Brien no estuvo presente en el Cónclave de 2013.
Poco tiempo antes, el prelado escocés había admitido sus
responsabilidades: «Hubo momentos en los que mi conducta sexual estuvo
por debajo de los estándares a mi exigidos como sacerdote, arzobispo y
cardenal», había dicho. Después, hace dos años y «de acuerdo con el
Santo Padre», O’Brien dejó Escocia «durante algunos meses» para
recogerse en «renovación espiritual, oración y penitencia».
El
anuncio de hoy hace evidente cuál fue el resultado de la investigación
de mons. Scicluna y demuestra la veracidad de las acusaciones en contra
del cardenal. Aunque la renuncia haya sido presentada formalmente por el
mismo O’Brien, es probable que se haya tratado de una decisión acordada
y de alguna manera solicitada por la misma Santa Sede.
La
pérdida de los derechos y prerrogativas del cardenalato por parte de un
miembro del colegio de los purpurados no se daba desde septiembre de
1927, cuando el enérgico Pío XI acogió la renuncia (solicitada) de Luis
Billot, jesuita y eminente teólogo neotomista, de cuyas manos el
Pontífice originario de Brianza había recibido cinco años antes la tiara
durante la ceremonia de encoronación. En el caso de Billot, autor de
estudios que se convirtieron en textos clásicos en el ámbito de la
dogmática, no hubo escándalos sexuales de por medio, sino su cercanía a
la Action Française de Charles Maurras, condenada en 1926 por el mismo
Pío XI. Billot perdió también el título de cardenal y no solo los derechos y prerrogativas.
Con
la inédita decisión de hoy, se confirma la voluntad de Papa Francisco
de seguir por la valiente vía que emprendió su predecesor Benedicto XVI
frente a este tipo de escándalos.
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