Pedro Echeverría V.
1. El 2 de mayo asistí en la
ciudad de México a la “Primera Asamblea Nacional Constituyente” por invitación
general de los organizadores encabezados por el sacerdote Raúl Vera, párroco en
el estado de Coahuila. Asistieron unas 400 personas interesadas en discutir y
organizarse con el fin de contribuir a la lucha por la liberación de nuestros
pueblos pobres y explotados por un capitalismo salvaje. Semanas antes, los
curas Vera, Solalinde y sus compañeros recorrieron muchos estados de la
República buscando convencer a sectores del pueblo, en decenas de asambleas, a
salir a la calle a protestar, a organizarse y a formar una gran organización
para luchar por sus derechos.
2. Fuera del análisis de la
integración y los resultados de aquella asamblea, lo que me interesa ahora es
resaltar las batallas de esa corriente revolucionaria en la iglesia conocida
como Teología de la Liberación que al parecer nació en el Concilio Vaticano II
de Juan XXIII en Medellín, Colombia. ¿Por qué me interesa el punto? Por aquello
de que Marx expresara en un texto que “la religión es el opio del pueblo” y por
el ateísmo que generalmente ha profesado la izquierda marxista. Sin embargo,
desde los años sesenta del pasado siglo se ha registrado un acercamiento o
coincidencia de algunas luchas de católicos e izquierdistas que muchos hemos
visto como buenas y otros las han catalogado de “tramposas”.
3. La corriente de Teología de la
Liberación es absoluta minoría en el seno de la iglesia porque ha sido
combatida –casi prohibida- por los grupos más poderosos que dominan el clero
encabezados por el Papa y los cardenales. Al declararse en preferencia por los
pobres y reivindicar la carrera pastoral o el cristianismo en sus primeros
años, provocó esta corriente una feroz persecución contra ellos del clero
dominante que está estrechamente aliado con los ricos millonarios de los
gobiernos y el empresariado. Muchos miembros de la Teología, aunque nunca se
han declarado marxistas, han destacado muchas veces en sus luchas más que
muchos marxistas. Así lo hemos reconocido en América Latina.
4. Se ha hablado mucho de los
curas liberacionistas: Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Jon Sobrino, Frei
Beto, Oscar Arnulfo Romero, Camilo Torres, Ernesto Cardenal; y en México de
Méndez Arceo, Samuel Ruiz, Raúl Vera, Alejandro Solalinde, Arturo Lona y
muchos, muchísimos latinoamericanos, mexicanos y del mundo. Sin embargo su
“opción por los pobres” ha recibido los bloqueos más grandes del mundo porque
esta corriente pertenece a una institución mundial (el Vaticano) que es de las
más ricas y poderosas en todo el universo. ¿Cómo puede crecer y consolidarse el
gran esfuerzo de estos religiosos metidos a la liberación de los pueblos si
tienen ante sí en su lucha pacífica a grandes enemigos.
5. Al escuchar a Vera en la plenaria,
antes de instalarse las mesas, vi la franqueza, pero también la desesperación
por que se logren cambios profundos en México. Pidió lograr la unidad haciendo
a un lado siglas, corrientes, visiones para coincidir en una sola organización
que luche por la justicia. Vera, como lo fueron los párrocos Méndez Arceo o
Samuel Ruiz, por el enorme trabajo de liderazgo que ejercieron, tuvieron mucha
más valía que muchos “marxistas”. Cada uno de ellos actuó en su tiempo,
ayudaron mucho a hacer avanzar los procesos, pero como muchos, han tenido que
esperar que surjan condiciones más adecuadas. ¿Quién puede olvidar Cuernavaca
de Méndez Arceo, Chiapas de Samuel Ruiz y Coahuila de Raúl Vera y el Albergue
de migrantes de Solalinde?
6. El sacerdote Camilo Torres fue
asesinado en 1966 siendo guerrillero del Ejército de Liberación Nacional (ELN)
de Colombia. Cuando fue asesinado el Che Guevara en la guerrilla de Bolivia el
siguiente año, tres sacerdotes y párrocos españoles (Domingo Lain, José Antonio
Jiménez y Manuel Pérez) también ingresaron al Frente Camilo Torres en las
guerrilla colombiana. Se habló de otros curas como Diego Cristóbal y Aurentino
Rueda que tomaron ese mismo camino en Colombia. ¿Cómo desconfiar de esos
sacerdotes que mucho más que muchos marxistas e izquierdistas entregaron la
vida por la liberación de los miserables. Obvio, no se debe confundir la
Teología de la Liberación con la iglesia siempre al servicio del alto clero,
papado y cardenales.
7. Los marxistas son
materialistas y científicos, pero nunca de pensamiento cerrado o cientificista.
No pueden adoptar dogmáticamente las cosas o el pensamiento, a dioses o
“científicos sociales”; pero le tienen absoluto respeto al pensar ideológico de
los otros o los demás. Por ello las batallas sociales y políticas de los
religiosos Vera, Solalinde y decenas de sacerdotes, así como de otros
sacerdotes de la Teología de la Liberación que se ligan a las luchas del
pueblo, no pueden dejar de apoyarse; pero tampoco puede dejar de combatirse esa
alianza estrecha que existe en el mundo entre los grandes jerarcas del Vaticano
con los gobiernos imperialistas de EEUU y demás amos de la fabricación de
armas, de las intervenciones y de las guerras. (11/V/15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante, Nos interesa conocer tu punto de vista para retroalimentarnos y así aprender juntos. DEJANOS UN COMENTARIO PORFAVOR