José
Luis Avendaño C.
Septiembre, como se sabe, es mes de conmemoraciones.
En principio, es el de la independencia; más formal, que real, pues
pasamos a la dependencia económica,
primero con Inglaterra, a través de préstamos y/o deudas, y después de Estados
Unidos –despojo y saqueo, mediante--, en que la inversión resulta sinónimo
de intervención e invasión. Cuando más, con el Tratado de
Libre Comercio, nos convertimos en administradores
y gerentes de las corporaciones; desde entonces (1994), con mayor
pobreza y desigualdad. Y los últimos clavos del ataúd, en
cuanto a soberanía perdida, son las contrarreformas
estructurales.
El territorio nacional es un campo minado (y contaminado),
está lleno de hoyos, hoyancos, barrancos, despeñaderos…, pero
también lleno de trincheras y,
ahora también, fosas, donde, desde abajo, la gente se
une, se organiza y lucha, resiste pues, con diferentes causas y demandas. Desde
tierra, vivienda y agua hasta paz con justicia y dignidad, cosas que son básicas
y elementales en cualquier democracia, pero que todavía para muchos se les
es negado, por lo que tienen que reclamar.
Hoy, el asunto de los migrantes forzados por las guerras y
condiciones precarias de vida, es de actualidad en Europa y el Oriente Medio. Pero
aquí, el asunto de las desapariciones
forzadas revela, igualmente, una crisis
de los derechos humanos; desapariciones que, según la
Secretaría de Gobernación, suman más de 25 mil desde 2007.
Como el miedo no anda en burro,
y que sea objeto de protestas, desaires y burlas, desde los tiempos de Fox, el
Presidente, en vez de acudir a la Cámara de Diputados, entrega su respectivo Informe de
Gobierno, y al día siguiente, rodeado de incondicionales, dirige
su Mensaje a la Nación. En este caso, como si hablara de un
país diferente o lo que quisiera que fuera, alejado
de la realidad cotidiana de la gran mayoría de los mexicanos.
Hoy es 11 de septiembre. Un aniversario
más del 11/9. Conmemoramos aquí el ataque terrorista contra el
gobierno constitucional chileno de Salvador Allende en 1973, cuando se
impuso, a sangre y fuego, el horror económico, como
llama Vivianne Forrester, al modelo neoliberal, y que en México nos
ha llevado al hoyanco en que nos ha metido la tecnocracia desde
hace más de tres décadas… en un barril sin fondo, bajo, obedientes y aplicados a los
dictámenes del Fondo Monetario Internacional.
Al respecto, el lingüista y activista
social Noam Chomsky subraya que, si bien el número de muertos en el ataque terrorista a las Torres Gemelas fue de tres
mil, no se compara con los más de 75 mil a raíz del golpe de Estado y la dictadura de Pinochet. Sin contar los miles
(quizás millones) que muertos de hambre y
damnificados por la aplicación puntual de las políticas económicas excluyentes y depredadoras.
El mismo Chomsky se sorprende que, no obstante tener los índices
de crecimiento económico más bajos de América Latina, México se obstine por
seguir la misma ruta.
Ruta, digo yo, que nos lleva de
tumbo en tumbo: 3.7 millones de personas trabajan sin ingresos; 6.8 millones
ganan hasta un salario mínimo diario y 12.8 millones reciben hasta dos
minisalarios. En total, 33.3 millones, de un total de 45 millones que forman la
planta laboral, que nos hablan de la precarización
del trabajo.
Bajo estas condiciones, no hay mercado interno sustentable,
aun bajo la lógica del capital,
que en nuestro caso es una
lógica sin viabilidad. Suicida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es importante, Nos interesa conocer tu punto de vista para retroalimentarnos y así aprender juntos. DEJANOS UN COMENTARIO PORFAVOR