José Luis Avendaño C.
Este 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, tendrá características distintas a las de otros años. Más que una celebración, el 1 de Mayo es una conmemoración, pues se recuerda a los mártires de Chicago, cuando trabajadores anarquistas, que demandaban la jornada laboral de ocho horas, fueron reprimidos por la policía, y algunos fueron llevados a la horca, entre ellos el periodista alemán Adolf Fisher, que escribió una proclama que comenzaba así: “Trabajadores: la lucha de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica Mc Cormick, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!”
Este 1 de Mayo será diferente, dado el contexto global que prevalece desde hace décadas, y que se agudiza por la actividad de la población migrante. Si las políticas de corte neoliberal han precarizado las condiciones de trabajo, la falta de oportunidades, la búsqueda de mejores condiciones de vida, pero también las guerras y persecuciones, y los desplazamientos, ha obligado a la gente a migrar. Al mismo tiempo, gobiernos han endurecido las condiciones de recepción de migrantes y refugiados, al igual que su expulsión. Es el caso de Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump, al grado de criminalizar al migrante. Ahora, el migrante es visto como un potencial terrorista.
Si con Barack Obama, la deportación de migrantes se escaló, afectando a mexicanos, pero igualmente a centroamericanos, hoy con Trump es racista y xenófobo. Esta política está separando familias, convirtiendo a la deportación en una crisis humanitaria. Gente, ya bilingüe y con preparación, que regresa y no encuentra trabajo, y se enfrenta a la maraña burocrática para obtener tan siquiera una identificación oficial o validar sus estudios. Son retornados que buscarán volver a Estados Unidos para reencontrarse con sus familias.
El 1 de Mayo, en Estados Unidos –donde oficialmente no es Día del Trabajo; éste es el primer lunes de septiembre—, habrá movilizaciones en las denominadas ciudades santuario, que tienen como política proteger al migrante; grandes ciudades, como Los Ángeles, San Francisco, Denver, Miami, Nueva York, Chicago y Filadelfia (ya, en 2006, hubo una acción similar). Pero, igualmente, habrá movilizaciones en pequeños poblados, como en Phoenixville, en el sureste del estado de Pennsylvania, donde se organiza una huelga bajo la consigna: “Un día sin migrantes”. Para María Fernanda Canales, vocera del movimiento Cosecha, “el 1 de Mayo es el primer paso de una serie de huelgas y boicots que cambiará la visión de la migración en Estados Unidos”.
Cada año, la población migrante paga 12 mil millones de dólares en impuestos locales y estatales, y otros 13 mil millones de dólares en impuestos federales, por programas sociales a los que no tienen acceso, por su condición indocumentada (alrededor de 11 millones de migrantes, bajo el riesgo de ser deportada). De ahí que el movimiento Cosecha demande que Pennsylvania sea declarada entidad santuario, con derechos para todos, independientemente de su calidad migratoria, incluyendo un salario mínimo de 15 dólares la hora y el derecho a sindicalizarse. “En suma, demandamos una verdadera justicia en Pennsylvania: justicia económica, justicia ambiental, justicia social y justicia racial”.
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