Guillermo Almeyra
Millones de mexicanos votarán por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y, por arrastre, por MORENA para intentar hasta lo último y por todos los medios pacíficos posibles defender lo que queda de los espacios democráticos y de las conquistas sociales y tratar de abrir el camino a un cambio social profundo.
Comparto y respeto su anhelo aunque no su esperanza pues, como socialista, apoyo toda lucha democrática hasta sus últimas consecuencias pero pienso también que la experiencia electoral no es un fin en sí misma sino sólo un medio para elevar la organización y la conciencia anticapitalistas en el combate por una solución de fondo, radical, a la pérdida de la independencia nacional y la explotación y dominación de las grandes mayorías por un puñado de grandes empresas.
Las elecciones no son más que un termómetro para medir la fiebre de la sociedad, que es lo que hay que encarar. Obtener el máximo de votos para el propio candidato es, por lo tanto, legítimo pero nadie puede creer que las papeletas en las urnas bastarán por sí mismas para transformar un país dependiente en independiente y a los oprimidos y explotados en dueños de su propio destino.
Reitero: si hay quien piensa que el triunfo electoral de AMLO podría favorecer la organización y unificación de los trabajadores para conseguir sus objetivos sociales, debe hacer la experiencia y votarlo. Pero antes y después de hacerlo es sensato trabajar para modificar la actual relación de fuerzas que hoy nos es desfavorable, crear comités de lucha, organizarse para resolver los problemas locales, regionales y nacionales más urgentes sin esperar a nadie ni de nadie sino de las fuerzas y la conciencia de las comunidades y las barriadas. Los creyentes pueden rogar a los dioses que ellos mismos han creado pero nada obtendrán si no trabajan arduamente para mejorar su suerte y acabar con el actual infierno cotidiano.
Quienes piensan votar por AMLO, háganlo pero organícense para lo que vendrá después de la elección. Porque la burguesía está dividida, un sector acepta el eventual resultado favorable a MORENA mientras otro, muy fuerte e importante, no lo tolerará y, por lo tanto, las clases dominantes están divididas sobre la realización o no de un golpe antidemocrático mediante el fraude seguido por la imposición por la fuerza armada de un gobierno ilegal e ilegítimo o mediante la anulación del resultado favorable a AMLO y la instalación de un “gobierno de transición” basado en la fuerza militar aunque mantenga la cáscara vacía de las instituciones parlamentarias.
En efecto, el sector más fuerte y decisivo de la gran burguesía estrechamente enlazado con el capital financiero internacional rechaza ya el resultado previsible de las urnas mientras que un sector medio hace en cambio de necesidad virtud y acepta el eventual triunfo de AMLO esperando cooptarlo, contando con las amplias garantías que AMLO les ha ofrecido, aunque sigue desconfiando de él porque no ha surgido de los capitalistas, es para éstos imprevisible y podría ser desbordado.
El primer sector y el gobierno de Estados Unidos temen que aunque AMLO ofrezca gobernar con gran moderación su base de masas lo empuje y pueda llevarle a aceptar medidas sociales que vayan contra la actual tendencia del capitalismo mundial a la rebaja continua de los ingresos de los trabajadores, a la anulación de los espacios democráticos, a la eliminación de los sindicatos y de las organizaciones campesinas e indígenas combativas y al despojo y la destrucción del ambiente. Frente a esta alianza transnacional entreguista entre el gran capital mexicano y las grandes empresas extranjeras sostenidas por el gobierno de Trump pesan poco los cálculos y maniobras de los capitales medios y de la pequeñoburguesía conservadora.
Por eso el fraude está en el aire. Por lo tanto, si alguien quiere votar por AMLO lo importante es garantizar su voto organizando comités de control del resultado electoral, comités antifraude y por el respeto de la voluntad de los ciudadanos y comités de defensa de la democracia en todos los terrenos. Los anticapitalistas combatiremos lado a lado en ese terreno organizativo con quienes aún creen que es posible utilizar el voto como un instrumento para imponer un cambio social.
En el 2006 estuve entre los que ocupamos el Paseo de la Reforma en defensa de la democracia y AMLO recurrió a esa acción para controlar la ira del “tigre” y después desmovilizó a quienes le apoyaban y pedían organizar la resistencia civil. Ahora AMLO amenaza a los capitalistas diciéndoles que si no le dan el gobierno podrían perder el poder si el “tigre” (la rabia popular) se desatase en las calles y declara que si le roban la elección se irá a su rancho dejando a su movimiento sin dirección cuando más se necesitarán líderes y organización.
Por eso, como condición básica para imponer realmente un cambio social, el “tigre” debe salir del espectáculo en el que hoy participa como víctima y dejar de depender de las negociaciones entre el domador y los dueños del circo. No está solamente en juego la dignidad de millones de personas honestas y luchadoras y su autorespeto sino también y sobre todo La independencia del país o su transformación en colonia y la ampliación de los espacios democráticos cada vez más mezquinos o la instauración de una dictadura.
Aunque se vote, no vivimos la hora de las urnas sino la de la lucha y la autoorganización. No enfrentamos solamente a los funestos candidatos presidenciales de los partidos tradicionales sino a la dictadura que necesita implantar el gran capital para reducir aún más los salarios reales y depredar el país. Para dar validez al voto derrotando todo intento de fraude y tener fuerza para imponer un cambio radical son indispensables la independencia política y la organización masiva.
almeyraguillermo@gmail.com
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