José Luis Avendaño C.
No se acabó el mundo, ni se desplomó el cielo Ni siquiera se asomó el tigre, ni mucho menos se nos apareció el diablo. La catástrofe que se vaticinaba para México, no sucedió. El peso aguantó. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) será presidente, luego de tres intentos. Aunque existen muchos decepcionados y recelosos, luego de dos sexenios de inseguridad y violencia, dejó de ser, para otros muchos, un peligro para México. Pero, igualmente, desapareció la mafia del poder.
Previamente, habrá una larga fase de transición, en la se destacan la lenta agonía del presidente en funciones, envuelto en escándalos de corrupción, y el ascenso de la estrella del próximo mandatario, al que ya se le cuestiona por tener casi poder absoluto y, por ende, autoritario. Mientras tanto, estos cinco meses serán tiempo suficiente para que empape de las prioridades del país y que ajuste su equipo con el que comenzará a gobernar, a partir del 1de diciembre.
Como cada seis años, en el que el país parece reinventarse, también se renueva la esperanza de un país mejor para todos. Algunos analistas hablan de un cambio de régimen, a partir de la debacle electoral priista y la declaración sobre el combate a la corrupción y su contraparte, la impunidad. Quedan, sin embargo, los usos y costumbres. Si se quiere reactivar el mercado interno –poniendo a la par el crecimiento junto a la estabilidad— es necesario romper con el esquema neoliberal, dominante desde diciembre de 1982.
Los opositores ya anunciaron que vigilarán con lupa los dichos y los actos del presidente, al que no le perdonan que les haya arrebatado el gobierno. En escasos tres días, ya se reunió con Enrique Peña Nieto y con la cúpula empresarial. El objetivo inmediato es que no se disloquen los mercados o fundamentales de la macroeconomía, que tanto ha beneficiado a unos cuantos, como se observa con la reconcentración de la riqueza y la desigualdad social, también formas de violencia.
En su discurso del Zócalo capitalino, desempolvó una añeja frase: Primero los pobres, lo que significaría darle un giro de 180 grados al modelo económico excluyente. Tan sólo un punto de una larga lista de pendientes, pero que es determinante para avanzar en un programa incluyente, como se infiere en la reactivación del mercado interno. Acordó, con los empresarios, garantizar a dos millones 600 mil jóvenes su derecho al estudio y al trabajo, con una inversión de 110 mil millones de pesos. El propio López Obrador afirmó que Jóvenes construyendo el futuro “es el programa que más nos identifica.”
Lo anterior implica tocar la llamada Reforma Educativa (RE), impulsada, precisamente, por la cúpula empresarial. Aunque se suscribió al calor del Pacto por México (2012), los objetivos de la RE vienen desde que Carlos Salinas era presidente (1988-1994) y Ernesto Zedillo, secretario de Educación. Apareció el concepto fetiche: la educación de calidad, con la que se busca preparar, para la producción y el consumo, vía competencias del capital humano.
Bajo la tesis: evaluar para mejorar, con Elba Esther Gordillo, la impuso Salinas al frente del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), se desplegó un nuevo modelo educativo ad hoc. Nació el binomio calidad-eficiencia, éste último término para el sector magisterial. Se trata de la privatización del proceso de enseñanza-aprendizaje, que conduce al adiestramiento de la mercancía fuerza de trabajo y desemboca la formación de personas individualistas, obedientes y acríticas, funcionales al neoliberalismo.
Contra ello se levanta la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), donde “los maestros se saben educadores de oprimidos y luchan por mejorar la condición de sus estudiantes en las aulas, en sus casas y en la vida. Luchan por una educación que dignifique al de abajo, de dónde venimos los maestros; hijos de campesinos, y obreros, descendientes de indígenas; el maestro sabe de la pobreza”, dice Itzel Jacobo Saldaña en el libro colectivo: 1968-2018. 50 años de represión, despojo y resistencia* (Ediciones Quinto Sol. México. 2018); libro dedicado a María de Jesús Patricio, vocera del Concejo Nacional Indígena y frustrada candidata independiente a la presidencia.
El domingo 1 de julio, apenas se le arrancó una pluma al pajarraco neoliberal.
* El libro se presentó en Brujula Metropolitana, (Club de Periodistas) el miercoles 4 julio. aqui pueden ver su presentación
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