2 de octubre de 1968. ¡NO SE OLVIDA¡
Para recordar a todos aquellos que perdieron la vida y sobre todo para NO permitir que vuelvan a suceder este tipo de atropellos, invitamos a todos a mantener vivos en la memoria los hechos, asiste a la conferencia:
"EL MOVIMIENTO DEL 68 Y SUS CONSECUENCIAS"
que presentará: LUIS TOMÁS CERVANTES CABEZA DE VACA,
este Viernes 3 de OCTUBRE, a las 1900 horas en la Calle de Tacuba 53 a media cuadra del Metro Allende.
Entrada Libre
Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca es ingeniero agrónomo forestal egresado de la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo. Representó a ese plantel ante el Consejo Nacional de Huelga durante el Movimiento Estudiantil-Popular Mexicano de 1968. Preso en Lecumberri (1968-71) con la dirigencia del Movimiento, estuvo exiliado en Chile (1971). Participó con Heberto Castillo, Demetrio Vallejo, Eduardo Valle, Salvador Ruiz Villegas, José Tayde Aburto y Romeo González en la formación del Partido Mexicano de los Trabajadres (PMT) y militó ahí hasta su conversión en PSUM y PRD. En 1994 fue candidato al Senado de la República por el PT.
José Revueltas calificara al movimiento estudiantil con todo y sus fallas, sus excesos y su heroísmo, como “un enloquecido movimiento de pureza”. El 68 nos hizo creer que otro México era posible, el México por el que luchamos ahora.
A continuación extractos de sus opiniones vertidas por Luis Tomas Cervantes en diversas entrevistas (Canal 22, y a la revista RINO)
—¿Cómo se originó el Movimiento Estudiantil-Popular de 1968?
Yo creo que el Movimiento del 68 tuvo su origen muchísimos años atrás. No partimos de cero. No fuimos los que creamos un movimiento. Nada de eso. Tenemos las luchas ferrocarrileras, las luchas de los maestros, la lucha de Rubén Jaramillo en Morelos, los levantamientos guerrilleros en Madera, Chihuahua, las luchas del Politécnico en defensa del Internado que finalmente fue cerrado y las huelgas estudiantiles de Chapingo por no desvincular los programas de estudio con la realidad lacerante del campo mexicano. En este movimiento están también los telegrafistas, los médicos. Creo, pues, que fue como el irse acumulando la presión en una caldera. Fuimos autodidactas políticos. La gente que nos podía orientar y dirigir estaba muerta, era perseguida o estaba en la cárcel.
El movimiento del 68, así, era un canto a la vida. Vivíamos el triunfo de la Revolución Cubana, la Revolución China no estaba lejos, las protestas contra la Guerra de Vietnam estaban a la orden del día. Estaba la Primavera de Praga, estaban los Beatles, los Rolling Stones. En México nos gustaba mucho el rock y la traducción al español de la balada-rock en inglés. En ese momento estaban, por un lado, los Teen Tops (con Enrique Guzmán), Angélica María, César Costa, Alberto Vázquez, Leo Dan, Johnny Laboriel y los Hermanos Carrión. Por otro, estaba Judith Reyes cantándole a la liberación de los pueblos, estaban Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa y Soledad Bravo, se iniciaba Margarita Bauche. Andaban Los Folkloristas y Oscar Chávez recorriendo el país antes de iniciarse el proceso. Sería muy largo enumerar todo aquello que nos rodeaba. Comenzaban José Luis Cuevas y Mario Orozco Rivera. Era un renacer de la cultura, de la vida, de la poesía. Estaban Carlos Fuentes, Octavio Paz y José Revueltas. Nos alimentamos de todo esto en 1968. No veíamos televisión. No estábamos tan enajenados. Y además, existía una corriente enorme de grupos de partidos de izquierda representados de alguna manera en las escuelas a través de los círculos de estudio.
Se vivía de otra manera. Soñábamos con el Hombre Nuevo propuesto por Ernesto Che Guevara y pensábamos que estaba a la vuelta de la esquina. Estaba el movimiento hippie con toda esa generación de jóvenes cuyos padres vivieron la guerra y ya no querían guerra porque habían perdido a sus familiares. Vivíamos una euforia juvenil. Y en ese ideal que contemplábamos a futuro nosotros queríamos crear en este país una vida nueva. No queríamos el mundo que nos habían dado y buscábamos nuestro propio mundo tratando de que los que vinieran atrás de nosotros sufrieran menos.
Por eso nos indignamos muchísimo con el exceso de represión de la que fueron víctimas los ciudadelos y los ochoterenos de las Vocacionales 3 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Escuela Isaac Ochoterena incorporada a la UNAM que habían tenido refriega de pandillas y sufrido represión excesiva. Por si fuera poco el 26 de julio estudiantes de la UNAM, el IPN y la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo íbamos a celebrar el triunfo de la Revolución Cubana y se presentó de pronto la protesta de los ciudadelos contra la represión que los había victimado. Estábamos en eso cuando se vino otra refriega. Unos iban al Zócalo. Otros al Hemiciclo a Juárez en la Alameda Central. Y a ambos contingentes nos alcanzó la represión. El colmo fue que después de un cruento choque en el Zócalo de estudiantes con granaderos intervino el Ejército el 30 de julio y los soldados volaron con un bazukazo el histórico portón de la Preparatoria 1 de la UNAM en San Ildenfonso para aprehender a los jóvenes. Entonces Lecumberri se llenó de estudiantes. Y todo esto aceleró el movimiento.
El guión es el mismo de siempre. Cada aniversario del 68 es tan solicitado como una estrella de la pantalla grande. Y no se cansa de decir lo mismo, que no por repetitivo resulta poco importante:
"¿Está prendida la cámara, compañeros? Bueno, esto se los voy a decir acá en corto, claro que lo pueden publicar, pero preferiría que no quedara grabado: Pablo Gómez no estuvo en el movimiento del 68, tampoco lo apresaron. Salvador Martínez Della Roca menos. Ellos son personajes que se han valido de una tragedia para capitalizar sus propios intereses políticos."
-¿Qué pasó el 2 de octubre? Cabeza de Vaca sostiene, como otros de sus compañeros de generación, la teoría de un complot que surgió desde las más altas esferas del gobierno mexicano.
-"Por desgracia o para bien, yo no estuve en Tlatelolco el 2 de octubre. El 2 de octubre yo ya estaba preso. Algunos sucesos acontecieron dentro del penal que a mí en lo particular me dan la idea de que el 2 de octubre estaba preparado. Sucedieron cosas que no eran de la cotidianidad del penal."
Cabeza de Vaca había sido apresado la noche del 27 de septiembre de 1968.
"No éramos líderes de nada, éramos representantes de nuestra escuela, porque a varios jóvenes de entonces nos indignó las muestras de autoritarismo que había dado el ejército. Yo no me involucré en el movimiento, me involucraron, y cuando me di cuenta mi conciencia ya estaba ahí."
Cabeza de Vaca había sido recibido en el Penal de Lecumberri por los santones de la izquierda mexicana, presos políticos en ese momento: Demetrio Vallejo, Heberto Castillo y Valentín Campa. Poco después llegaría José Revueltas. Y luego a esa familia se unirían Eduardo Valle "El búho", Salvador Ruiz Villegas, José Tayde Aburto y Romeo González.
"El día 2 de octubre, en la mañana, digamos a las 6, que era cuando levantaban a todos los presos a hacer la fajina, es decir la limpieza del penal, a mí me separan de mis compañeros, de todos los demás, y me ponen a hacer la fajina con todos los presos. En eso llegan dos celadores y me dicen: ¿sabes qué? Ahora sí ya te cargó la chingada. ¿Por qué, ahora qué hice, a quién le di cayo?, pregunté. A nadie, me dijeron, te espera el director del penal en tu celda. Eso era algo inusitado, pues vivíamos hacinados, como en una cajetilla de cigarros, más de 10 presos en una celda, y generalmente cuando el director de Lecumberri quería hablar con nosotros nos llevaban a su oficina."
Parece muy sereno. Esto lo ha contado infinidad de veces. Cada diez años, o cada cinco, los exlíderes estudiantiles son buscados por la prensa, y en ocasiones actúan como simpáticos rock stars. Cabeza de Vaca no. Repite su discurso de memoria, lineal y sobriamente, siempre buscando que se desmitifique eso del 68.
"Me llevan custodiado hasta la celda que se me había asignado, y afuera estaba escrito en la pared: chingue a su madre el asesino Díaz Ordaz, su padre: Cabeza de Vaca. Comienzan los golpes. Me hicieron de todo: pocito en agua hedionda, toques en los testículos y en el ano, cachetadas y puñetazos, esas linduras que tan bien sabían hacer y todavía hacen, porque la tortura en México se sigue practicando."
El exlíder señala una visible cicatriz en su cara, un puñetazo que le estampó Miguel Nassar Haro, quien por entonces se encargaba de los interrogatorios en Lecumberri, y después se convertiría en jefe de la policía, cabeza de la Dirección Federal de Seguridad en los años 80, para finalmente ser acusado de robo de autos, entre otras cosas.
"Ese día lo que sí es claro es que era el 2 de octubre en la mañana. ¿Cómo a esas horas ya sabían lo de la matanza? Esto es una prueba de que el 2 de octubre, lo que pasó en la noche de ese miércoles de 1968, estuvo orquestado por el gobierno desde el principio."
Fue un pretexto para llevar a Luis Tomás al apando, la zona de aislamiento. En la noche del dos de octubre, desde esa caverna pudo escuchar que llegaban agentes del estado mayor presidencial: "Yo no los distingo bien porque estaba oscuro y nomás se silueteaban con la luz de afuera y me dicen: ora sí son órdenes superiores, hasta aquí llegaste, ya te cargó la chingada. Pensé que me iban a llevar a Tlaxcoaque o al campo Marte, pero no, simplemente siguieron los interrogatorios y las torturas. Pero yo digo: si el 2 de octubre no estuviese preparado, ¿qué objeto habría tenido haberme separado a mí del resto de los compañeros para hacer la provocación aquella, la pintura, el letrero, aislarme y sacarme el 2 de octubre en la noche sin que yo supiera absolutamente nada?"
Recuerda entonces que a partir de esa noche la memoria colectiva juega malas pasadas. La misma confusión de la balacera parece haber alcanzado tintes de melodrama artificial. ¿Cómo explicar el fuego cruzado?, se preguntaba Cabeza de Vaca. ¿Cómo explicar que miembros de un cuerpo de élite del ejército se pongan a disparar al ejército regular? ¿Esa era la orden?
"Yo creo que no. Yo creo que se desató un fuego cruzado porque unos provocadores patrocinados por el estado comenzaron a dispararle tanto al ejército como al batallón Olimpia, y los civiles que perecieron fue por esa misma confusión. Y hubo una confusión perversa del estado para meter miedo a los jóvenes, porque el movimiento del 68 no es el 2 de octubre, son cosas totalmente diferentes. El 2 de octubre fue como una fiesta que devino en tragedia. En esos mítines se cantaba y se bailaba."
-¿Y las cifras? ¿Cuántos fueron?
-¿Qué importa? Uno o millones, no tendría porqué haber muerto nadie.
-Cuarenta años después, ¿qué nos queda?
-Bueno, pues para empezar creo que muchos se han colgado del movimiento para sus propios intereses. Por ahí deberíamos de empezar a hacer un corte de caja. Y han pasado cosas buenas, como el arraigo domiciliario de Echeverría, pero todavía no están visibles todas las manos de aquello.
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