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viernes, 21 de enero de 2011

Menopausia no es una enfermedad, terapia sustitutiva incrementa riesgos

Artículo sobre los pingues beneficios económicos de las farmaceuticas al "tratar" la menopausia con hormonas, sin importar los "daños colaterales" que incrementan riesgos a las mujeres "tratadas" (que también son otro gran negocio para el que hay que medicarlas de nuevo, y finalmente para el negocio de la defunción). 

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Buscando sustitutos para la terapia hormonal sustitutiva

Durante muchos años, cientos de miles, tal vez millones de mujeres de todo el mundo fueron sistemáticamente “tratadas” de la menopausia con hormonas.
Partiendo de la idea de que la menopausia era un trastorno patológico ocasionado por un defecto hormonal que era preciso corregir, la norma general era ver a toda mujer a partir de “cierta edad” con terapia hormonal sustitutiva, ya sea con la excusa de mitigar sus sofocos, controlar los niveles de colesterol, evitar la osteoporosis o protegerles el corazón.
Luego llegó el desastre. La constatación de que, de nuevo, la teoría, el razonamiento fisiopatológico, no se correspondía con los hechos: la terapia hormonal sustitutiva no sólo no protege de dichas enfermedades, sino que incrementa el riesgo de padecerlas.
Pero el mercado de la menopausia era muy amplio (¡todas las mujeres del mundo!) como para dejarlo escapar. Y sobre todo el tratamiento de los molestos sofocos (qué mujer al retirársele la regla no tiene sofocos…). Una vez pasada la tempestad, las farmacéuticas se han puesto manos a la obra para ver qué sustituto encontrar a la terapia hormonal sustitutiva.
Uno de ellos, los antidepresivos, han sido de los más estudiados. Pero ya en 2006 un metanálisis publicado en JAMA nos advertía: los beneficios son discretos (reducen en alrededor de sólo uno el número de sofocos diarios) y los riesgos que todo antidepresivo tiene los superan. La recomendación final lo dice todo:
Although these therapies may be most useful for highly symptomatic women who cannot take estrogen, they are not optimal choices for most women.
Pero, claro, ese metanálisis no incluía ningún estudio con escitalopram, antidepresivo que deja pingues beneficios a la multinacional que lo comercializa (más de 2 mil millones de euros en ventas durante el año 2009) y cuya patente está próxima a caducar (el año que viene, concretamente). Ya apuntaba mínimos beneficios en un estudio menor hace un año.
Y hoy, de nuevo en JAMA, vuelven a la carga con un estudio que no está exento de sesgos (en el grupo placebo las mujeres estudiadas bebían más alcohol -factor que se ha relacionado con mayor riesgo de sofocos- y tenían una peor percepción de salud), con conflictos de interés notorios (aunque el estudio está financiado con fondos públicos, 3 de los autores ha recibido anteriormente dinero del fabricante del fármaco) y cuyos resultados arrojan una discretísima ventaja respecto a placebo (1.4 sofocos menos…) que se disipa como agua en desierto nada más acabar el tratamiento.
Una muestra más de la medicalización de la vida, de un proceso normal, en este caso, como es la menopausia y sus manifestaciones.
Vale la pena leer este poema de Gioconda Belli.
No la conozco
pero, hasta ahora,
las mujeres del mundo la han sobrevivido.
Sería por estoicismo
o porque nadie les concediera entonces
el derecho a quejarse
que nuestras abuelas
llegaron a la vejez
mustias de cuerpo
pero fuertes de alma.
En cambio ahora
se escriben tratados
y, desde los treinta,
empieza el sufrimiento,
el presentimiento de la catástrofe.
El cuerpo es mucho más que las hormonas.
menopáusica o no,
una mujer sigue siendo una mujer;
mucho más que una fábrica de humores
o de óvulos.
Perder la regla no es perder la medida,
ni las facultades;
no es meterse cual caracol
en una concha
y echarse a morir.
Si hay depresión,
no será nada nuevo;
cada sangre menstrual ha traído lágrimas
y su dosis irracional de rabia.
No hay pues ninguna razón
para sentirse devaluada.
Tirá los tampones,
las toallas sanitarias.
Hacé una hoguera con ellas en el patio de tu casa.
Desnudate.
Bailá la danza ritual de la madurez.
Y sobreviví
como sobreviviremos todas.
 Colaboracion enviada  por Marcos León de Brújula

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