Por qué los audífonos pueden ser el peor enemigo de la memoria
A muchos adolescentes les gusta escuchar música a
todo volumen, incluso mientras estudian, una costumbre que ha sido
criticada por padres durante generaciones.
Ahora científicos en Argentina demostraron que
nuestros padres tenían razón: a través de un experimento utilizando
ratas comprobaron que los ruidos fuertes pueden afectar la memoria y los
mecanismos de aprendizaje en animales en desarrollo.
El trabajo, que fue publicado en la revista Brain Research, se realizó utilizando roedores de entre 15 y 30 días, una edad equivalente a chicos de entre 6 y 22 años.
“Usamos ratas porque tienen un sistema nervioso
parecido al de los humanos”, explicó a BBC Mundo Laura Guelman,
coordinadora del proyecto e investigadora del Centro de Estudios
Farmacológicos y Botánicos (Cefybo), de la Universidad de Buenos Aires
(UBA).
Los científicos expusieron a los animales a
ruidos con intensidades de entre 95 y 97 decibeles (dB), más altas que
lo considerado un nivel seguro (70-80 dB) pero por debajo del sonido que
produce un concierto de música (110 dB).
Y descubrieron algo novedoso: tras dos horas de exposición, las ratas sufrieron daño celular en el cerebro.
Las alteraciones se produjeron en la zona del hipocampo, una región asociada a la memoria y los procesos de aprendizaje.
“Esto sugiere que lo mismo podría ocurrir en
humanos en etapa de desarrollo, aunque será difícil de comprobar debido a
que no podemos exponer a niños a este tipo de experimentos”, explicó la
experta.
Ya se sabía que los sonidos fuertes pueden
causar alteraciones auditivas, cardiovasculares y endocrinológicas
(además de stress e irritabilidad), pero Guelman afirmó que es la
primera vez que se detectan cambios morfológicos en el cerebro.
“Se podría hipotetizar que los niveles de ruido a
los cuales se exponen los chicos en las discotecas o escuchando música
fuerte por auriculares podría llevar a déficits en la memoria y atención
a largo plazo”, advirtió María Zorrilla Zubilete, docente e
investigadora de la Facultad de Medicina de la UBA.
Una de las curiosidades que arrojó este estudio
fue que mostró que en los menores una exposición única a un sonido
fuerte puede resultar más dañina que una exposición prolongada.
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