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lunes, 20 de agosto de 2012

En Corto: Noticias breves de la semana:Jovenes desperdicio, alimentos, crisis quien la paga, migrantes, Muros, libertad de expresion

EN CORTO José Luis Avendaño C. 
Generación perdida 

El famoso bono demográfico (los jóvenes superan en porcentaje a los niños y los viejos) está por desperdiciarse por la falta de oportunidades. 
En no tan lejanos tiempos, la educación fue un mecanismo de movilidad social. Si se estudiaba lo suficiente se tenían mejores oportunidades de trabajo y de vida. Eso ya no cierto.
 Las recientes crisis se han ensañado en ambos: en los jóvenes, que son las primeras víctimas del desempleo –estructural en esta etapa del capitalismo—, y en la educación, que es la primera víctima de los recortes y programas de austeridad. 
Tres notas en El Financiero, del 13 de agosto, nos dan cuenta de la gravedad del problema en México. A falta de un empleo formal y seguro (en esta vida nada es seguro y menos el trabajo), con todas las prestaciones de ley, los jóvenes han tenido que refugiarse en la informalidad (antes llamada economía subterránea, que ahora, literalmente, tiene su versión en los vagoneros del Metro) y apenas subsistir. La tasa de desempleo entre los jóvenes es, oficialmente, de 8.4 por ciento.
La economía informal, en máximo histórico (no sólo la bolsa de valores). En el primer semestre, el sector informal de la economía generó cuatro de cada 10 nuevos empleos; es decir, con menos ingresos y sin prestaciones, en condiciones de precariedad e inseguridad. Suman 14.2 millones de un total de 48.4 millones de personas; 29.3 por ciento de la Población Económicamente Activa, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En 10.3 millones de hogares (79 por ciento de los estratos bajo y medio bajo y 18 por ciento del estrato medio alto), al menos un integrante se encuentra en la economía informal. La conclusión es que “la mayoría de los 602 mil empleos que se crearon entre enero y junio fueron de baja remuneración, y además de perdieron plazas mejor pagadas”. Por si fuera poco, 31 millones de trabajadores no cuentan con seguridad social.
La situación afecta particularmente a los jóvenes: 55 por ciento de los desempleados son jóvenes de entre 14 y 29 años, es decir, 1.3 millones, más cuatro millones que lo hacen en la informalidad. El 64 por ciento de los jóvenes reportan ingresos que no superan los tres salarios mínimos. 
Aunque la de los jóvenes es una fuerza de trabajo mejor calificada, dice Gerardo González, del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, “no logran encontrar empleo y los que lo obtienen es en condiciones precarias”. Por eso, observa Juan Somavia, director general de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que “sin un empleo decente que permita aprovechar su potencial, toda una generación corre el riesgo de quedar marcada y relegada al desempleo o al subempleo”.
  Tiempo de vacas flacas
 Hace menos de cuatro años, hablábamos de lo mismo, pues fue un componente esencial de la crisis civilizatoria por la que atravesamos. En esencia, es la misma crisis. Fue la detonante, a principios de 2011 de la llamada primavera árabe. Hoy, con la sequía que afecta a Estados Unidos –principal productor y exportador de alimentos—, reaparece la crisis alimentaria. Las cifras de la FAO (siglas en inglés de la la Organización para la Alimentación y la Agricultura) son dramáticas.
Lo dijimos antes y lo repetimos: independientemente de que tengamos la nuestra, cuando allá hay sequía, aquí hay hambre o, para no ser melodramáticos, carestía. Y es que México es el principal importador de alimentos de Estados Unidos. Y, en el colmo, compraremos maíz africano y huevos asiáticos: doblemente amarillos, por dentro y por fuera.
El resultado es el abandono de las tierras –feminización rural y más niños que adultos en las comunidades indígenas—, y la migración, primero a las ciudades, a ocuparse en lo que sea, y, si se puede al norte (Estados Unidos y Canadá), todavía, tierras de oportunidades.
 La crisis, de endenantes
 La crisis de la producción de alimentos en México viene de décadas atrás. Lo que fue el último clavo de su ataúd fue el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) del 1 de enero 1994 (no es casualidad que en esa fecha irrumpiera el Ejército Zapatista de Liberación Nacional).
Con el señuelo de alimentos baratos –resultaba más barato importarlos que producirlos aquí— se abandonó el campo y se dejó a los campesinos a su suerte. A la vez que exportamos frutas, flores y hortalizas, importamos granos básicos, lácteos y carne. El cambalache nos ha salido caro, pues “sólo ha beneficiado a algunos sectores de la industria y a importadores, que no traslada dicho beneficio a los consumidores finales”. 
En esa circunstancia, el gobierno mexicano decidió en forma unilateral, no cobrar los aranceles, que aunque reducidos, eran sustanciales a la importación de granos, oleaginosas e incluso de productos cárnicos (carne de res, puerco, lácteos y huevo). Lo anterior, a pesar de que en el tratado se estableció una curva de disminución gradual de ellos de 1994 a 2007. En realidad, desde 1994, se aplica una radical desgravación por decisión unilateral”. 
Señala lo anterior Jorge A. Calderón Salazar en Desarrollo rural y crisis alimentaria en México (Instituto “Belisario Domínguez” del Senado de la República. México. 2012), quien concluye que “esta decisión del gobierno mexicano fue parte de una negociación no formal para que, a cambio de ella, Estados Unidos flexibilizara el acceso de las exportaciones industriales mexicanas”. 
Nos enfrentamos a una crisis que coincide con el final del sexenio y con las ubres presupuestales secas, exhaustas, agotadas. Una crisis alimentaria que, a pesar de la sequía, no se debe a factores de producción, sino a movimientos especulativos del mercado. “De acuerdo a Luciano Aimar Reyes, presidente de la Asociación Mexicana de Bancos de Alimentos (AMBA), en nuestro país, se producen los suficientes alimentos para satisfacer la demanda de la población, pues al año se generan 200 millones de toneladas, pese a lo cual, según dijo, 14.4 millones de personas en el país se encuentran en pobreza alimentaria.
De acuerdo a Aimar Reyes, la actual crisis mundial alimentaria no es por escasez, sino por los altos precios que han alcanzado esos productos. La inseguridad alimentaria en que viven millones de mexicanos se deriva del hecho de que no perciben lo necesario para comprar comestibles”. Por falta de empleo digno y/o de un ingreso suficiente.  

Migrantes, una crisis humanitaria 
 “En México, en los últimos años, hemos sido testigos de cómo se pasó de los abusos, a la comisión de delitos como el robo, la extorsión, el secuestro y el homicidio. A pesar de que ya se cuenta con una Ley de Migración, todavía no hay acciones concretas y eficaces por parte de la autoridad para cambiar la realidad en la que viven estos seres humanos.
“Es necesario subrayar que las arbitrariedades que se cometen contra los migrantes han ido en aumento, porque las formas de abuso se han vuelto más complejas y cínicas, amparadas por la impunidad que brinda la indiferencia e incluso la complicidad”.
 Si existe un asunto que, como país, nos toca de cerca, es el de la migración, nosotros que somos tradicionalmente expulsores de mano de obra y cerebros, como si fueran cosas diferentes y nos fuéramos en pedacitos: capacidad productiva y creativa para otra economía que no es la nuestra, la de aquí. Somos, además, zona de tránsito hacia el norte, donde antes de llegar –si es que llegan—sufren toda clase de vejaciones, las mismas de las que nos quejamos que les hacen a nuestros paisas.
 El tema es inagotable, como lo muestra la aparición de otro libro: Cuando la vida está en otra parte (Miguel Ángel Porrúa. México. 2012), de Mauricio Farah Gebara. “Un recuento, particularmente de actitudes de indiferencia o dolo, de errores y desaciertos, de incomprensiones y violencia, de buenas intenciones y retórica vacía, que no se presenta para hacer escarnio sobre nuestra incapacidad para entender y atender a los migrantes, sino que, a partir de la historia reciente, cambiemos paradigmas y logremos hacer de la migración un evento ordenado, humano y protegido”, nos dice el autor, quien no duda en afirmar que “estamos en presencia de una crisis humanitaria”. 

 Muros 
“Al principio nos movíamos en un mismo territorio, en ninguna parte delimitado por la ‘línea internacional’. Trasladarse del centro de Tijuana a un cine de Chula Vista no comportaba en la práctica franquear alguna barrera tangible. Era como desplazarse en la misma zona de una cierta cotidianidad que tenía como marco el espacio binacional, sin telones de por medio. En nuestra ciudad la línea de demarcación era invisible. Nuestra ciudad comprendía barrios de Tijuana y de San Ysidro, calles de Chula Vista y de la colonia Cacho.
“Eran los años de la infancia y los primeros de la postguerra (1946-1952) (…) A la vuelta de los años, y paradójicamente desde que entró en funcionamiento el ‘tratado de libre comercio’, la muralla metálica y electrónica se ha ido ensanchando y alargando no como el proyecto de una arquitectura defensiva –no llega a ser arquitectura— sino como resultado de un constructivismo burdo, pragmático y estratégico’. Por eso tal vez el poeta catalán Rubén Bonet se le ocurrió pensar que ‘todo Tijuana es una instalación’, como si fuera una propuesta plástica, refiriéndose a la oxidada valla de lámina –desecho de aeropistas militares— que constituye el muro disuasivo. El impedimento es contundente: por aquí no pasa nadie ni habrá de pasar nadie por la barrera natural e infranqueable del desierto, el sol, la sed, la inanición y la deshidratación. Seres humanos no pueden pasar.
Los fotógrafos mejor que nadie, han captado el drama de la inmigración que se ha exacerbado no sólo aquí, en la esquina noroccidental mexicana, sino en muchas otras partes del planeta. No pocos fotógrafos, como Sebastián Salgado, Graciela Iturbide, Lourdes Grobet, Roberto Córdova y Elsa Medina, han congelado en sus imágenes los rostros de esta tragedia (…)
“Vemos un motón de zapatos y botas usadas, signos de la caminata y la emigración, que alguien vende en el rincón de una calle. Vemos a un muchacho que coloca más de trescientas cruces blancas en el mural de un par de figuras negras, recuento de los migrantes muertos en la frontera. Vemos a un grupo de jóvenes que hacen su rancho aparte debajo de un árbol mientras esperan, esperan, esperan, en el cañón de Zapata. Vemos a un grupo de trabajadores indocumentados que esperan ser contratados en las calles Broadway y Pico de Los Ángeles. Vemos una mojonera en el Nido de las Águilas, en la porción limítrofe, establecida por la fuerza de las armas en 1848. Vemos la doble valla, el perímetro de seguridad, alambradas de púas como en las trincheras, censores sísmicos para rastrear a los caminantes subrepticios, telescopios infrarrojos de larga distancia, cámaras de video, instrumentos de detección nocturna. Vemos runa zona de guerra. Vemos un abandono de todos los gobiernos, vemos su indiferencia, vemos su sonrisa macabra y estúpida, vemos una conspiración contra el derecho internacional al trabajo”. 
Texto de Federico Campbell Peña: “Fronteras, migraciones, comunidades trasnacionales”, en el número de junio de Somos Migrantes. El periódico global de los migrantes (somosmigrantes@gmail.com).

 Y a la vista tengo el calendario de 2012, editado por Proceso, que en el mes de agosto tiene una fotografía de Alejandro Saldívar: “Palestina, el muro”, que muestra a cuatro niños que arrojan piedras al muro que encierra, cual gueto, a los palestinos en su propio territorio, que levantó Israel, que, con total impunidad, hace y deshace en el Medio Oriente.
  
Austeridad, el nombre del juego 
Barack Obama y Joe Biden
 El candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos Mitt Romney escogió como su compañero de fórmula, candidato a la vicepresidencia a Paul Ryan, para enfrentar a la fórmula demócrata Barack Obama-Joseph Biden; fórmulas cuyas diferencias en muchos asuntos son similares a las que hay entre una coca cola y una Pepsi cola. 

Richard D. Wolf, profesor emérito de la Universidad de Massachusetts, publica en la página de Monthly Review, lo que significa “escoger a Ryan, abrazar la austeridad”; la austeridad como política económica y programa de gobierno, de este republicano que encabeza el poderoso Comité del Presupuesto en la Casa de Representantes (equivalente a nuestra Cámara de Diputados), y que ha bloqueado iniciativas sociales de Obama.
Mitt Romney y Paul Ryan
 “Ryan representa el paralelo estadunidense de los regímenes que controlan ahora, por ejemplo, Grecia, España y el Reino Unido”. No cabe duda que su propuesta presupuestal, de principios de año, le ganó la nominación a la vicepresidencia por el Partido Republicano: recortes por 5.3 trillones (millón de millones) de dólares en el presupuesto no militar en los próximos 10 años, 62 por ciento (3.3 trillones) de los cuales corresponden a programas que ayudan a la gente pobre.
 “Tal y como sucede en los regímenes austeros (¿autoritarios?), la meta de Ryan y de los republicanos es la de proteger a las corporaciones y los ricos de los costos de la crisis económica. Ryan y los republicanos procurarán que las deudas gubernamentales no sean pagadas con aumentos de impuestos”. Únicamente a los de abajo. 
Al respecto, Immanuel Wallerstein observa que “por un lado, hay un poderoso llamado político a la austeridad, pero la austeridad significa, en efecto, recortar los beneficios existentes (como las pensiones, el nivel de asistencia en salud, los gastos en educación) y recortar también el papel que tienen los gobiernos en garantizar estos beneficios. Y si casi toda la gente tiene menos, obviamente gasta menos, y la gente que vende encuentra menos gente que compra –es decir, menos demanda efectiva. Así, la producción se hace menos rentable (rendimientos de las acciones) y los gobiernos son más pobres aun.
“Es un círculo vicioso y no hay un modo fácil o aceptable para salirse. Tal vez no hay ninguna salida. Esto es algo que algunos de nosotros hemos estado llamando la crisis estructural de la economía-mundo capitalista. Conduce a fluctuaciones caóticas (y bastante locas) conforme el sistema se bifurca, y nos hallamos en una prolongada y fiera lucha en torno a qué clase de sistema va a suceder al que estamos metidos” (La Jornada, 19-8-2012).

 A la chingada

 El gobierno federal habría condicionado la ratificación de 42 concesiones de la banda ancha, Banda 2.5 Ghz., –rescatada por estar subutilizada—, al despido de Carmen Aristegui, que hizo un comentario en su noticiario matutino sobre Felipe Calderón, afirmó, el 21 de agosto en conferencia de prensa, Joaquín Vargas, presidente de MVS Comunicaciones.
¿Quién fue el mensajero? El entonces secretario del Trabajo y hoy senador panista Javier Lozano Alarcón, encargado de hacer el trabajo sucio. 
“A lo largo de la plática el licenciado Javier Lozano mencionó textualmente que ‘hemos encontrado que tu proyecto de la 2.5 GHz. tiene méritos propios, pero si recontratas a la periodista, a tu proyecto se lo lleva la chingada y te olvidas de este gobierno hasta el último día”. 
 ¿Berrinche del poder o autoritarismo puro? ¿No estuvo metida la mano del poder fáctico? 
 Por la libertad de expresión y el derecho a la información  
Desde aquí, nuestra solidaridad con el grupo punk ruso Pussy Riot, acusadas de “incitación al odio religioso”,y condenadas a un año y siete meses de cárcel, por atreverse a cantar y bailar en una iglesia moscovita una canción en la que pidieron: “Virgen María, madre de Dios, líbranos de Putin”, presidente por tercera ocasión. 

Igualmente, con Julian Assange, asilado en la embajada de Ecuador en Londres, perseguido por la dupla anglo-estadunidense, por desnudar, a través de Wikileaks, los juegos del poder imperial(ista).

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